24 de octubre de 2025

El Regalo (Igor).

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IV.

 

Se levantó de la cama con algo de confusión, entró al baño a orinar y mientras procedía sentada en el retrete pensaba en el peligro que estaba con esos nidos de avispas.

Al terminar, salió y se encontró a Charly quien desde la entrada de la habitación le esperaba con las orejas levantadas. Caminaron por el pasillo en dirección a la sala, aproximadamente eran las cinco con quince minutos de la mañana, la pesadilla le despertó con tal premura que el tiempo de la noche se hizo magia.

Renata se sentó por un momento en un banco elevado que tiene junto al mesón de la cocina, allí divisaba la puerta de salida al balcón, una gran cantidad de panales de avispas le cubría en su totalidad, no era posible ver más allá de los animales allí instalados.

Se pasó la mano por el cabello y con una queja muda intentaba atrapar algo de paz, su aliento se conservaba en el aire, se detenía para fallar.

Regresó corriendo a la habitación y envió un mensaje a su amigo, Igor, a quien preciso le había comentado la noche anterior de sus temores ahora, ciertos.

Igor intentó calmarle y darle algunas recomendaciones, además de la obviedad de no acercarse a la puerta de vidrio ni abrir ventanas, la más urgente de todas, llamar a alguna empresa de control de plagas, incluso, pedir apoyo en la administración del edificio.

En un extenso mensaje de audio Renata con una serie de palabras obscenas, expresaba a Igor su afán, incluso consideraba seriamente irse a vivir donde alguna amiga, sin importar que fuera al otro lado de la ciudad, pagar una habitación de hotel, lo que fuese necesario.

Quizás con el consuelo del caso, se resignó y se vistió con su ropa deportiva, se preparó un agua de frutos cítricos y salió a trotar con Charly al lado, quien al parecer también tenía algo de temor por la situación, algo, por no decir mucho, mucho miedo.

Mientras salía por la puerta del edificio, dio los buenos días al guarda de seguridad, tenía el leve pensamiento de que alguna avispa le seguiría desde arriba para acorralarla a la salida.

Cerca de las diez de la mañana llegó Igor en su carro a recoger a Renata, habían conversado por tanto tiempo que bien entendió el temor que la acosaba, ella le invitó a entrar, quería que alguien más viera lo que sucedía.

Ahora no solo la puerta de vidrio sino, toda la fachada del balcón estaba cubierta del panal de avispas, un crecimiento récord, como si los panales mismos se multiplicaran por arte de magia. Eran tantas las avispas allí reunidas que se hacía imposible identificar a la protagonista del conflicto, quien preciso estaba observando desde la varando del balcón, mirando fijamente.

Lograron contactar a un fumigador que a buen precio prometió llegar a mediodía para dar solución a la invasiva crisis. Llegó a las tres de la tarde.

Al entrar el encargado de la fumigación sus ojos se abrieron con el terror de ver la cantidad tan exagerada de avispas reunidas, con su teléfono tomó dos fotografías y las compartió a sus colegas, a quienes además invitaba a acompañarle, era prescindible la ayuda.

No fue sino hasta las cinco de la tarde que varios fulanos de la empresa de fumigación hacían presencia en la sala, junto a ellos el guarda de seguridad del edificio y un par de vecinos que, preocupados, acusaban la seguridad en riesgo por culpa de Renata, la irresponsable.

Igor siempre logró llevar a todos a la calma, les invitaba al diálogo y la conciliación, un pequeño zumbido llamó la atención de los presentes.

Una de las avispas había dado la vuelta al edificio hasta poder entrar por las ventanas de las escaleras donde preciso, estaba abierta la puerta principal de apartamento. Al hacerlo se paseó entre los humanos allí presentes como una muestra desafiante, una provocación.

Renata al ver a la avispa volar soltó un grito y tomó a Igor del brazo, sus uñas se enteraron allí, haciéndole sangrar.

El guarda de seguridad con sus manos intentó aplastarle, pero la veloz avispa siguió su curso como un Kamikaze, al parecer seguía instrucciones específicas de ir contra el vidrio, ahora cubierto de nidos.

Con la precisión de un sastre golpeó su cabeza en la ligera grieta que días atrás había dejado su colega, la avispa protagonista.

Igor escuchó que el cristal cedió en un ronroneo propio de los muertos, empujó a Renata contra la puerta de salida, Charly comenzó a ladrar en desespero y el guarda de seguridad en total confusión buscaba dónde esconderse.

La puerta de vidrio se quebró en su totalidad, pegado a los cristales estaban los nidos y de allí salía avispas de diferentes tamaños, detrás de estas un grupo más grande volaba como una legión de romanos listos para la guerra, y atrás, donde el balcón terminaba estaba la avispa gestora de todo el plan. Sus ojos negros y brillantes buscaban a Renata, quien ya estaba afuera del apartamento.

Igor se ubicó de frente al balcón, fueron solo cuatro segundos los que transcurrieron entre el cristal roto y la entrada del ejército de avispas.

Todas, una por una, como la lluvia y la nieve que cubren al desamparado, fueron cayendo encima de Igor, cada avispa incrustaba su aguijón en el cuerpo del joven caballero, el amable amigo que había dado un regalo a Renata.

El guarda de seguridad logró salir y los señores de la empresa de fumigación comenzaron a rociar el veneno por todas partes, incluso encima del cuerpo de Igor que cubierto de avispas intentaba respirar.

La puerta del apartamento se cerró quedando los señores adentro haciendo su trabajo, algunos gritos se escuchaban.

Afuera en el pasillo Renata gritaba, lloraba. A su lado, Charly ladraba.

AV.

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