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“Night is the Mother of Counsel” By: CatalinPrecup (2012)
Ha llegado el momento de poder fijar
la mirada en el espejo y escudriñar en ella todos los temores que tanto se han
cargado en el tiempo. Vislumbrar en la retina del otro, el del espejo, esas
dudas que uno siente que viajan en las articulaciones del cuerpo humano, el
cuerpo vivo.
Momentos de entender las emociones y
aprender (otra vez) a pilotear esta nave para no accidentarse en los terrenos
de lo inverosímil. Momento en que parado sobre la arena observamos una inmensa
ola que ya levantada en su pico más alto, besando al sol y dando colores al aire
comienzo a tomar la fuerza para arrasar con todo aquello que no esté preparado para
seguir en pie.
No estamos preparados para los cambios,
no somos responsables de los caprichos del azar. Somos métodos, somos
historias, somos caricaturas. Somos palabras que se refugian en el discurso de
un tercero, somos testigos de caminantes que han dejado de soñar.
Nos refugiamos en cada consecuencia
que las circunstancias exprimen, como un juego de palabras en un entramado de
adivinanzas, donde todos somos buenos, somos trabajadores, donde todos somos la
evidencia de una vida pasada, donde nos entendemos por miradas cansadas y no
por las expectativas de la memoria.
Ha llegado ese momento de comenzar a
caminar hacia adelante aún si duele el trayecto, de guardar en silencio los
dolores y esperar que quienes observan guarden prudencia en vez de importunar
con sus preguntas o incluso, intervenir con sus acciones llenas de sal.
Caminar de modo tal que sigamos
haciendo historia con las huellas que quedan en la arena húmeda, donde la
conciencia nos deje luchar contra nosotros mismos si es necesario, donde nos podamos
defender de los malos pensamientos y dejar en correspondencia mil y un
historias que hayan transcurrido en la pantalla de un viejo cinema.
Momento en que las historias que
vivimos son propias y en silencio se condensan emociones antes no identificadas.
Emociones que no cuestionan y con algo de rabia o temor, nos empujan hacia el
bullicio de muchos ignorantes.
No entendemos en su totalidad los sentimientos
que nos fluyen en soledad, aquella rabia sobre los que no están, o aquel amor imparable
que ante la amistad surge a pesar de no estar siempre correspondido. Sentimientos
que nos pueden mostrar la luz en la escalera, sentimientos que nos pueden
barajar las posibilidades de vida que podríamos a bien recorrer.
Sentimientos que nos esclavizan sin
importar el origen que tanto nos estrujó.
Caminamos para dejar al futuro una
semilla ajena a los registros del pasado, porque no queremos revisitar los
dolores de quienes alguna vez lo intentaron, ni tampoco recaer en las emociones
perdidas de quienes en nombre del amor, se encerraron en soledad. Es mejor
pensar un futuro donde la libertad sea sinónimo del deber cumplido, de aquello
que murió con una sonrisa en el rostro y no con una mueca de tragedia en el
alma.
Alguna vez esperé que todo retornara
con la misma benevolencia con la que hemos dado la mano, a pesar de no suceder,
siempre nos regimos a la buena fe, a la voluntad que nos hace humanos.
Imperfectamente humanos.
Una vez escribimos una historia
nacen de ella preguntas y personajes que van a querer tener su propia página.
Una vez tomamos decisiones, aparecen dolores y pensamientos que ponen en tela
de juicio cada consecuencia de la decisión tomada, para bien o para mal
terminamos siempre en el péndulo de un silencio incómodo y adulador.
Llega el momento en que no podemos determinar
si lo que hacemos es parte de una idea oportuna o es un tiro cargado de azar. Rogamos
por alcanzar la meta y en ella la tranquilidad de lo que siempre nos ha
significado el esfuerzo invertido.
Recientemente vemos en el abismo el
reloj marcar cada minuto, sentimos el vértigo y recordamos las palabras y
miradas de quienes se oponen de manera directa o indiferente a lo que nos reza.
Dejamos que todo aquello que nos convoca
sea amable con nuestro ser a pesar de saber en el fondo lo duro y espinoso que
es todo aquello que implica lo que hemos construido. Dejamos todo en una hoja
de ruta que por ciertas condiciones se lleva lo mejor de nosotros.
Nos sucede todo aquello que merecemos.
AV
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