Imagen tomada de:
https://fineartamerica.com/featured/electra-susan-maxwell-schmidt.html?product=art-print
Electra Art Print By: Susan Maxwell Schmidt
Muy bien.
Retomemos esta conversación: hay
algo que hoy duerme conmigo. Es un pensamiento recurrente que se asoma con
un poco de moral de vez en cuando. No se trata pues de afirmar una presencia o
una entidad en determinado lugar, gracias a Dios podría decir que estoy limpio
y libre de parásitos.
Es una conversación solamente, dónde
algo de ansiedad y temor principalmente, deambulan entre las emociones del
adulto solitario. Estoy afrontando algo de pesadez en mi cotidianidad, la mente
me pide resolver asuntos terrenales que por diferentes caminos se me han vuelto
complejas condiciones de vida.
Hay que tomar un respiro quizás y
darle premura a lo que aqueja.
El primer cuento que escribí en
términos de formato de concurso fue “El olvido de un alma”, diría que estuvo en
un primer borrador en el año 1998 y se fue madurando (en medio de mi inexperta
escritura) hasta tener una oportuna versión final. Fue el año 2000, recuerdo
mucho a la profesora Liliana, una mujer joven que siempre me impulsó en mi
circuito escolar a escribir, a desarrollar mis historias a fondo y no dejarme
bloquear por ideas externas a mi sentir, en ese preciso año 2000 un mes antes
del inicio del ciclo escolar recibí la noticia de que mi obra sería ganadora de
un concurso importante, más ansiedad que persona fui a la espera de iniciar el
colegio para compartir mi felicidad y agradecimiento a la profesora que había confiado en mi.
Llegó septiembre (calendario B) y al
empezar el ciclo escolar tuve la frustrante noticia de que la profesora Liliana
no hacía parte del plantel. En su reemplazo llegó Adriana, otra mujer joven
pero que desconocería en su totalidad mi proceso de casi 6 años.
Fue la primera frustración que
traería este escrito en las circunstancias que derivarían con el pasar del
tiempo, porque a los caminantes los sueños los defines, y porque en los sueños
se construyen universos.
Llegué a la ciudad de Medellín y
tuve la oportunidad de conocer personajes importantes en el circuito literario
colombiano, como el escritor Castro Caycedo, al gran poeta Niño, además de algunos
líderes culturales de la región antioqueña como lo sería la Fundación Arte y Ciencia,
entidad que creo, me cambió la vida.
Rituales y pensamientos que nos guían
entre páginas y caminos, son solo eso, rituales y caminos, tinta en papel,
frases y conexiones de ideas en diferentes expresiones literarias. Todo se
detallaba y se maduraba en una serie de conversatorios y talleres recibidos,
fue una experiencia que luego, a las dos semanas, reafirmé al volver a Medellín
ahora para un encuentro de Periodismo Juvenil, donde me encontré con los
líderes de Camaleón como al gran Julián Quintero.
La historia de cómo esta obra
literaria tomaría forma y fondo, quizás ya se las he narrado en anteriores
entradas y en ese orden de entradas he dado giros sobre múltiples temas y
sensaciones, más duda filosófica que rituales esotéricos.
El primer escrito señalaba algo como
esto:
“No me encontraba solo, me encontraba en compañía de otro caminante, de otro indeciso, otro débil como yo. Sí, débil de pensamiento y consciencia, débil de cuerpo y de alma, tan débil en su forma de mirar la vida que incluso recuerdo sus permanentes quejas, una frustrante convivencia de la vida y su existencia. Gabriel (su nombre) siempre se cuestionaba el cómo, el por qué, el cuándo y el dónde de todo, hasta de sus inicios vitales.”
Evidentemente ha habido ajustes de
redacción y forma en lo que fuese un intento de reflexión filosófica en un
personaje particular. Sería un escrito auténtico en una edad corriente de
descubrimiento permanente, incluso a día de hoy me sigo cuestionando todo como lo
hacía el personaje de nombre Gabriel, para entonces no había fuerza que le
diera poder a lo que el pensamiento sembraba tiempo después, cuando una segunda
parte fue escrita esperando modernizar la existencia de una idea vacía.
No hay imposibles para el universo y
cómo no, para la memoria. Las letras se pueden retomar y nuevamente limpiar la
energía con que fueron redactadas, esperar que la mente y el corazón permitan
un cruce de caminos sano, de nuevas intenciones y menos frustraciones, hoy
sería feliz que la profesora Liliana diera lectura a esto que fue un intento de
saltar al vacío.
Porque en las letras, están los
caminantes.
AV
No hay comentarios.:
Publicar un comentario