Imagen tomada de:
https://papers.co/desktop/bk17-art-cat-illust-minimal-simple/
Hoy amanecí cansado, con un ligero
dolor en las piernas como si hubiese corrido la media maratón de la ciudad.
Amanecí con el ánimo un poco quieto, con más preocupaciones que ocupaciones (y
eso ya es mucho decir), amanecí porque debo de continuar, tarde porque poca
voluntad tenía para iniciar la jornada pero tengo a tres bendiciones que alimentar
y claro, ellas no permitirían que me quede en cama cuando el plato está vacío.
Hay días que una voz de aliento es
algo clave para el devenir del trabajo pendiente, un breve saludo o un cortejo
de oficina (de esos que suman puntaje en el escalafón docente). Días en que
llegamos con la cabeza tan recargada que al momento de empezar a labrar no sabemos
con exactitud cuál es el primer ítem de tanto por cumplir.
Momentos que llenamos con dudas y
ansiedad, replicamos canciones a nuestro gusto y dejamos que su ritmo nos vaya
despojando de las cargas, pero entonces en la comodidad de un estribillo
retomamos ese pensamiento recurrente de asuntos pendientes. Es como si nos
gustara sufrir.
A los afanes de la vida siempre nos
llega una impresora que no funciona, un internet que no avanza o un tráfico
ejemplar que nos encierra en el trayecto.
Afanes que para poderlos sortear nos
comparten retos y tareas simples pero con detallitos específicos que nos van estrujando
en la ignorancia de la vida. En estos afanes llegan los lunes, con la
expectativa de poder dar al inicio de semana ese ritmo de trabajo deseado,
planificado, diseñado por nosotros mismos, con nuestro orden y desorden, con
nuestra fe y nuestra entrega.
Llega un lunes con el cansancio del
deportista de alto rendimiento, con el afán del desesperado que sufre en
remordimiento, con la sed músico que no llega a tiempo. Lunes que simplemente
juegan en el calendario lunar una fecha más, al igual que ayer o mañana, lo
pendiente, pendiente estará.
No es que existan días imposibles sino
que solo respondemos con nuestras capacidades a cada espectro de luz que nos va
dibujando el cansancio. A estos retos que vamos cargando en la espalda y que
esporádicamente van aumentando su peso, damos resistencia física y mental para
lograr llevarlos a su lugar de recogida, no solo es cuestión de actitud, porque
incluso con el desdén de la vida, hay que cumplir por igual.
Hoy amanecí cansado, con un ligero dolor en las piernas como si hubiese corrido la media maratón de la ciudad. Amanecí con muchos pensamientos reunidos conversando entre sí.
Ideas de futuros
mejores, señales de un presente sensible, canciones de un pasado que yo no pude
recuperar.
Hay días que una voz de aliento es
algo necesaria, o simplemente es eso: una voz.
2 comentarios:
Te envío mi también cansada voz de aliento... No sólo es cuestión de actitud.
Hay días, en que una voz te indica que eres un ser de mucha luz. Gracias por compartir tus memorias.
Simplemente, gracias.
Publicar un comentario