Cat Abstract Art Print by: Stonechatter
Vivimos el día a día con la
tranquilidad del deber cumplido, de saber que hemos actuado en sincronía con
todo aquello en lo que creemos y damos por correcto. Vamos andando entre tareas
y descuidos nuestros roles de la vida adulta, donde el pensar es un ejercicio
de supervivencia y el soñar un acto de rebeldía.
Vivimos como lo dice mi amigo el
profesor Salazar, ante el afán de cada segundo e incertidumbre de momento. Nos
exponemos al constante ritmo de la inmediatez, de la premura de un jefe que
quiere una información o la intensidad de un aprendiz que quiere una
oportunidad.
Estamos aquí observando la montaña
que nos recorre la ciudad, la percibimos tranquila, como un muro inmenso que
dialogando con el cielo se extraña de nuestro afán.
Nos acomodamos a cada tarea y su
acción pendiente, llegamos a casa en ánimo de descanso y olvido. Queremos estar
quietos, en silencio, en lo oscuro de una soledad amistosa que nos pide algo de
comer.
Se vive entonces porque de otro modo no tendríamos canciones o poemas que recordar en soledad.
Nos encontramos en la
memoria como una caja de resonancia que nos silba melodías de canciones que
habíamos dejado de escuchar hace mucho: “cruz de navajas por una mujer,
brillos mortales que despuntan al alba (…)”
Esa misma memoria que en un itinerario
de labores pendientes en el hogar nos atrapa en el aroma de un familiar que ya
no está. Lágrimas.
Intensidad que damos al vivir que en
la soledad encontramos un placer tan personal e inocuo que damos identidad a
sus lugares comunes. Se comienza a entender que no se trata de llenar espacios
vacíos sino, de construir la calma en donde antes había ansiedad.
Vivimos porque para eso hemos
nacido, nos reconocemos en el espejo cada mañana. Sonreímos y prometemos que
será un gran día. Bueno, en mi caso, vengo de una temporada de buenos días y
sus buenas tardes, agradecido siempre con el amor de El Buki y cada uno de sus
santos, porque en la soledad y el hambre aprendemos también a diferenciar a la
luz de la ilusión.
Sigue la música y sus letras “Sobre
Mario de bruces, tres cruces. Una en la frente, la que más dolió, otra en el
pecho, la que le mató (…)” y allí en el devenir de las frases de los
hermanos Cano y la voz de Ana, surge una idea feliz.
Vivimos porque los tiempos nos permiten
estar allí, acompañarnos y elegirnos unos a otros, convencernos que de la vida
estamos llenos por dentro y de sus deseos y frustraciones es que tejemos las
palabras, pero son nuestras, no de los demás.
Mis palabras quizás den aliento o
pesen en frustración, no es mejorar la intención o el verbo adecuado, es conocer
a fondo lo que desde el corazón se pueda delegar al corazón de quien nos
escucha.
Vivimos porque nos cansamos de persuadir
a las ideas en vacías estancias de la edad. Nos ahogamos en varias
oportunidades en insensatas reflexiones, como si estar enojados con lo que nos
rodea fuera un acto de necesaria rebeldía, y no.
Soñar es un acto de rebeldía.
Con la tranquilidad del deber cumplido
y saber que hemos actuado en sincronía con todo aquello en lo que creemos y
damos por correcto, compartimos esto que merecemos en vida y ya no nos pesa en
la insulsa reflexión del ayer.
Sentirnos vivos, con nombres propios.
1 comentario:
Desde que nos conocimos, sabía que en tu corazón habitaba algo más fuerte que la voluntad que tenías para enseñarnos sobre sociedad y política. Muy bello texto, por acá volveré a leer.
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