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A partir de la nostalgia
comenzamos a construir un nuevo mundo donde no caben ni los estereotipos
sociales de la buena educación ni mucho menos las exigencias de ley con que se
acostumbran a formar a los empresarios y ejecutivos del mañana. Las escuelas de
negocios (mal llamadas Administración de Empresas) comenzaron a cambiar el
modelo de enseñanza, los llamados clásicos siguieron siendo clásicos pero ahora
las teorías administrativas del mañana (realmente del ayer) comenzaron a
fijarse en temas propios de las ciencias humanas.
Preocupaciones como el discurso
gerencial, la apariencia física del personal, la identidad con los productos de
la compañía (y no con la empresa en sí), el cambio en las modalidades de
contratación (tercerización) y una fuerte desregularización del empleo invocando
al neo empleado a ser su propio jefe o emprendedor, han dado a que la
administración de negocios sea ahora un asunto cada día más propio de las
ciencias sociales y la estrategia y no de las ciencias de la organización.
Quizás
es una visión que recoge en gran medida las decisiones de urgencia que en la
década de los noventa se tomaron en gobiernos morosos en América Latina. La
esencia del endeudamiento pasó al discurso de lo cotidiano y se convirtió en un
ejercicio “snobista”, se lograría a llegar ser persona aquella que recibiese un
crédito financiero.
Preocupaciones que tienen más
de nostalgia que de revolución industrial. Es menester entender que tanto las
preocupaciones gerenciales como los cambios en la contratación y los asuntos
organizacionales dejaron de ser labores de la industria, pasaron a ser secciones
de jefaturas administrativos, luego a ser sectas de profesionales de la
psicología y por último pero no menos importante, son interpretaciones
culturales donde los Politólogos, Sociólogos y Antropólogos comienzan a definir
el perfil de las organizaciones transformadas. Cuestión de Gestión Humana que
llaman.
Es una nostalgia que pesa
además porque quienes están ahora en cargos ejecutivos y gerenciales son
precisamente aquellos que vivieron su infancia (real infancia) bajo el Ojo de
Thundera, bajo las ocurrencias de un conejo burlón como Bugs, bajo las acciones
violentas de grandes pensadores como Stallone, Willis, Schwarzenegger o modelos
ejemplares como Basinger, Kinski, Kelly Lebrock, Shiiffer, Fox o inclusive la
eterna Amparo. Se trata de una nostalgia que en la década de los 80s fue
marcada por la calidad de productos que hoy son ley del mercado. ¿Qué ha
ocurrido? Quienes toman las decisiones en el presente sabe que su poder adquisitivo
no es ajeno sino que les pertenece a tanto nivel que su egoísmo se convierte en
una política de consumo.
Tanto el desarrollo tecnológico
como el desarrollo de identidad deben de derivar en el individuo, su rol
individualista será premiado por el consumo popular y con ello el mercado
tendrá cada vez mayores segmentos o nichos de atención. Las legiones del cine,
las series de televisión, las marcas de ropa que ya no existe o modelos de
zapatería o estampados que no volvieron son tendencia en los últimos 5 años a
raíz de esas decisiones gerenciales. El teletrabajo que fue tendencia en la
década de los sesenta retoma ahora su lugar, porque es más importante la
independencia productiva del empleado que el gasto que genera su presencia en
una planta física.
El individualismo se toma las
mismas formas de realizar las transacciones comerciales y relaciones de
mercado. No hay tiempo para reunirnos, pensemos solos y aprobemos propuestas
por videollamada o chat. Si nos reunimos, que sea para firmar o para decir
adiós. ¿de dónde viene este modelo? ¿Suena algo familiar?
La urgencia de la guerra en el
cine y la televisión daba la representación rebelde que la música respaldó
desde finales de los setenta, las crisis económicas que no dieron a familias
funcionales un lugar al padre y la madre en la mesa del comedor sino, que el
televisor de la sala fue la base de la educación. Niños que odiaron el
ausentismo y ahora de adultos detestan las multitudes, porque reaccionan a la
ausencia con rechazo. Jóvenes que en el cine de terror, acción, ciencia ficción
y comedia desahogaron emociones y construyeron líderes, fanatismos, son los
coleccionistas del hoy, los productores de sus propios deseos.
El mercado debe de esperar,
porque cada vez menos colectiva será la manera de relacionarnos cuando los
jóvenes de ahora sean gerentes. O dicho de otro modo, los cargos gerenciales
serán removidos y solo tendremos sujetos con nombres propios. El discurso ampliará
sus explicaciones a las marcas y productos, no al sujeto que los diseña o
comercializa. No importará quien tome las decisiones o qué día habrá junta de
negocios.
Quizás la nostalgia es la base
de todo porque una sociedad que reprime su consumo es una sociedad que rechaza
con fervor las ideas “innovadoras”, pero en esa lucha de Innovación y Nostalgia
ambos extremos salen ganadores porque ambos comienzan a generar valor en la
comunidad, pero en el medio se queda el modelo gerencial estandarizado, el del
jefe, el del gerente, el de recursos humanos, el de los horarios de entrada y
salida, el de las prestaciones sociales. Ese modelo, terminará por asfixiar a
quienes temen por emprender (o desregularizarse), terminará por quebrar una
burbuja de relaciones comerciales (guetos), se someterá a nuevos mercados
intentando absorberlos sin darse cuenta que ya están sometidos.
Todavía existen empresas que
prometen ascensos.
Todavía existe la nostalgia.
AV
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