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Con la razón en pasos lentos e inseguros, el amor lejos, el juego como vicio, el cigarrillo como centinela, el agua como símbolo de vida, los sueños como narradores de cuentos, los hombres como guardias de las travesuras de una nación, las mujeres como fuerzas que cercan los deseos, esos empujones que me acercan a dios, a los sentimientos que ya rayan en la obsesión, en esas energías de fin de año, esa pólvora que no se ha quemado aun pero que ya huele a selva y adiós, a esas palabras sacadas de delitos y notarios, de escritos de prensa y acusaciones políticas, ese año que se va en doce pasos musicales.
Un año lleno agujeros en algunos aspectos emocionales, un diciembre que cuenta de manera regresiva lo ocurrido desde enero hasta noviembre, esos exámenes de supervivencia que la vida puso en mi escritorio, esas decisiones que asesinaron motivaciones y argumentos, esas miradas de traidores y caballeros, de salvajes y clérigos, esas sensaciones a las que no sabemos darle nombre pero que terminan transpirando en la piel, en la carne que no se ha sazonado.
Nada me permite entender ni concentrar, el desespero de lo que se siente a expensas de un vino que se bebe, esa figura oscura que nos da la pluma, la tinta que dibuja nubes y los corazones que amarran razones; volví a Cundinamarca, volvía la casa Grande, también regresé a ese tributo que le hicimos a GAIA en su momento, me vi caminando de manera veloz alrededor de ese reloj de arena que nos dio el motor para trabajar en campañas impunes, la fuerza que me da latidos en mensajes de texto y correos electrónicos procedentes de Lima, Buenos Aires, Montevideo y Salvador Bahía, esa geografía de recuerdos que me da canciones al estilo desconectado y que terminaron en Cultura Popular.
Maullidos de Julieta y Michelin, sentimientos de amigos que se fueron sin decir adiós, de notas de prensa que nos dieron orgullo o temor, esa confusión propia de los humanos, esa terquedad que nos dio lecciones y emociones, nos dio empujones de energía que nos quita la razón, nos tropieza en dudas y nos acorrala en negociaciones, durmiendo sin proponérmelo el insomnio fue esa bandera que me dio motivos para vivir, pero también fueron los sueños los que me ahogaron en esa habitación de ríos rojos, en ese mayo que pareció julio, de agosto azul que pinta para eterno, o en el mejor de los casos, de esa canción que se gritó en la plaza de toros.
Se acerca el final de eso que se nos va.
AV