24 de abril de 2023

Dioses (Abril)

 

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Mucha agua ha pasado por debajo del camino, sobre un viejo puente de madera observo su corriente y en ella el brillo de un día más que trasciende a la sombra. Comienzo a escribir estas líneas y en ellas, a retomar viejas palabras de aliento.

De recordar que los mismos dioses nos observan desde la faz de la tierra, en el iluminado cielo de los sueños. Que la humanidad misma se mezcla entre pasado y presente dejando en el trayecto sombras de distintas intencionalidades. Que la ortodoxa vida nos da ideas de lo que construimos con fe, mientras otros más revolucionarios construyeron con escepticismo esas ideas de cambio.

Que en un mismo punto de encuentro, como un péndulo que con pereza baila entre la esperanza y la frustración, se escribieron las mejores fábulas de lo inhumano.

Que el más miserable de los favores es aquel que abusa del tiempo del prójimo como si fuera un cero recién descubierto. Misterios de la humanidad, descuidos de los dioses, caminos que la vida ha trazado en variopintas telas para en ellas vestirse acorde a lo cotidiano.

Y es que aquí estoy, en la última semana de abril viendo cómo lo dicho desde febrero se quedó en un vacío sin títulos ni subtítulos. Porque a su nombre le dimos un universo mismo de expectativas, porque a mi nombre di los mejores favores a quien ahora es gerente de vagones de desechos. La última semana de abril como coincidencia de una primavera que aparece y un ciclo que empezó con la nobleza de marzo y las flores de febrero.

Hablamos de transformación en el tiempo pasado, de pausas y cambios, de mensajes entre líneas y confesiones de dolores sanados.

Que sentado sobre el borde del puente miro caer el sol en un rosado atardecer, con la corriente del agua arrullar la soledad y dejar en acto de reflexión, un ingenuo suspiro de transformación.

Que a los amigos los recuerdo con la misma bondad con que se sirve un plato en la mesa. Porque comulgar en familia no solo se trata de pedir perdón sino, de alimentar el alma con el consuelo de quien escucha y el amor de las palabras que alimentan.

Bien decía que le tenía fe al mes de abril porque marzo se había puesto caprichoso, pero qué gran lección ha sido aprender de los caprichos porque justo allí, donde la adversidad y las casualidades se hacen fuertes, es que nació el mes de abril.

Mes de piedras en el camino, de saludos y escritos formales, de informes y saturadas reuniones, como una rosa de los vientos que en la navegación desemboca en un norte recién inventado.

Hacía falta reflexionar, porque para pensar tiempo nos hemos llevado en la espalda, desde la crisis que narran los poetas, hasta las luchas que emprenden los obreros. Reflexiones que nos llevan a callar por no querer incomodar, plegarias que nacen urgentes dolores buscando en los dioses consuelo propio de humanos, grave error.

Que en cualquiera que sea el punto de encuentro, un péndulo baila con pereza entre la esperanza y la frustración, como una oración entre el pecador y su verdugo, cual diálogo de perdón que desemboca en reproches y especulaciones.

De lo humano y lo posible, los dioses nos observan y nosotros como humanos los construimos en otras ilustraciones.   De recordar que los mismos dioses nos observan desde la faz de la tierra, en el iluminado cielo de los sueños.

Que la humanidad misma se mezcla entre pasado y presente dejando en el trayecto sombras de distintas intencionalidades.

Sombras de un abril que transforma. 

AV.


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