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“Bee-witched” By: Debra Hall
Si bien no había sacado el momento
para escribir cuanto ha pasado por mis pensamientos, bastante se ha
reflexionado desde los últimos meses del año que terminó. Año de aprendizajes
como reiteran varios contertulios en sus redes sociales, tiempo de transformación
como bien se resaltó en este blog con las enseñanzas del profesor Salazar, el
piloto Hernández y el gran amigo Diego Alejandro.
Se cierra entonces un año 22 cargado
de fuertes lecciones. Más allá de las opacas situaciones que impactaron mi
estabilidad (e inteligencia) emocional al punto de derrumbarme en mis propias
lágrimas, fue un año que dividido en dos sucesos particulares me aventaron al
vacío sin consideración.
De una parte reintegrarme a la
sociedad como un ser ahora en solitaria vocación por buscar una vida mejor, con
muchas emociones que licuadas en llanto fueron simplemente un sendero de malas
decisiones, angustias e incluso rabietas. De otra, el menester ejercicio de querer
conservar lo que me sostenía en ese preciso sendero y de ahí la importancia de
las lecciones del gran amigo y piloto el señor Hernández: Cuidar el trabajo,
cuidar la salud y cuidar los sueños.
Ante mi ausentismo en
gran parte de los momentos clave que debí de dar atención terminé por cargar
una maleta muy pesada en esa triada llamada trabajo-salud-sueños.
Gracias al Buki no hubo repercusiones
en mi salud, pero sí enfrenté un incómodo suceso en el trabajo al punto mismo
de recordarme el abismo llamado amor, finalmente la lucha más grande fue en el
cuidado de los sueños, porque de los sueños es que nos construimos como seres
humanos, son los sueños o anhelos lo que precisamente nos dan energía para cada
mañana amanecer con ganas de salir.
En esto que llamaré “entre tiempo”
tuve a bien la oportunidad de conocer muchas personas y como buen idiota, tuve por
supuesto la insolente ración de ingratitud, en otros contextos puse a prueba mi
inteligencia dejando en evidencia su incompleta estructura para tomar algunas
decisiones. En otras situaciones logré sin sentido lógico salir adelante al
punto mismo de superar las expectativas de lo soñado, a la final, un sendero húmedo
con sabor a sal.
De este entre tiempo es que se
retoma el nubarrón de la nostalgia, una pizca de melancolía si le podemos denominar
así, repensando nombres, momentos, labores, incluso pendientes, en todo ello,
la notable ausencia de los que uno pensaba estarían allí pero no los juzgo, a
veces la gente piensa que alejarse es un favor.
Rabia.
Un cierre de año con tres meses que
se fueron en el más salvaje carro de balineras sobre una loma de incertidumbre
llamada vida. A una velocidad en la que los pensamientos tuvieron que
convertirse en instinto, ser obedientes con el plan de trabajo diseñado y con
mucha vocación de fe para su adecuado resultado.
Se sintió la ausencia, bastante,
casi como una inmensa sala de teatro con un solo asistente. Se sintió el
desapego hacia ciertos propósitos, porque cuando las cosas ya no nos pertenecen
terminamos por convertir en paisaje lo que para otros en un maravilloso logro
de vida.
A bien puedo señalar la oportunidad
de vivir, de darme cuenta lo mucho que tengo pendiente por terminar, de esos
sueños que estaban guardados en una gaveta sin fecha de caducidad y que debía de
retomar. De reconstruir mi esencia y mi nombre. Claro, hay que limpiar el
desorden y quitar las manchas que se dejaron en muchas personas porque está en
evidencia que cometí muchos errores, algunos a hoy día los sigo pagando, pero
también conocí a algunos ídolos, también estreché manos y di abrazos a personas
maravillosas que sin tener carga alguna me recibieron en su sonrisa.
Ternura.
Resaltar en ella el valor de la
familia, mi madre. De entender que estamos juntos en este plano y allí es lo
más importante a cuidar, los amigos aparecen cuando consideran es menester
hacerlo, pero a la soledad que fui sometido doy gracias al Buki el coraje y valía
de mi madre, una vez más su fuerte carácter lleno de amor logró de alguna manera,
sostener mi mano mientras hacía maromas en ese húmedo sendero del que les hablé
líneas arriba.
Sigo resolviendo asuntos personales
del 22, ahora hay nuevos retos en el 23 y cómo no, con ellos tendré que a
juicio de una buena planeación organizarme para retomar la esencia de quien
soy. Redescubrir a ese “Don Gato” que con mucha pasión construyó lo que casi
perece por la falta de luces en el camino. Retomar la escuela, aprender cosas
nuevas y ahora sí, intentar paso a paso, volver a conquistar el mundo soñado.
En este entre tiempo todos sufrimos,
a todos nos pasaron cuenta de cobro en errores y descuidos. Muchos nos dejaron,
otros tuvieron que partir de este plano y su ausencia es un vacío que merece un
brindis y una lágrima de corazón. Vivimos retos que no pensamos que serían así
de exigentes justo después de pasar dos años de pandemia y crisis social.
Hay que continuar y jamás olvidar lo
importante: Nuestro tiempo.
AV
2 comentarios:
(◍•ᴗ•◍)❤
😍
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