11 de mayo de 2009

Dulce Oportunidad



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¿Qué opinas si nos vamos a comer un helado, o algún coctel de frutas y leche condensada? Algún dulce lleno de vida que nos ponga a conversar quizás. No es necesaria la música, las palmas sobre la calle quinta permiten divisar en el cielo esas notas musicales con las que danza el viento.

No quiero pretender dejar canciones regadas por toda la calle, ni se te ocurra pensar que quiero prometer años y siglos de música, a duras penas se me permite sentir en la radio. Cerca o lejos, la sinceridad me va dando alas para acercarme, la sensatez con la que se burlan aquellos terceros es la que me permite abrazarte en mis triunfos personales, en esos silencios donde el sol solo sirve para dar vapor al sudor, aquellos cotejos de identidad en la que mezclo mis ilusiones con la realidad, seguramente en pasajes o caminatas de amor, pero no quiero intentar darle golpes al asfalto.

Quisiera inclusive ver un poco más allá de las pestañas de tu criterio, perderme en la esencia de esos ojos marrones. Reivindicarme en comidas y pensamientos, una chocolatina o algún dulce de guayaba untado de realidades y quesos. Una bolsa de maní dulce mientras paseamos por el centro cultural, detenernos para observar cuadros y exposiciones, entender esas fotografías urbanas de los almacenes, vitrinas que llaman. Darle la mano a las palomas en la plazoleta o comprar libros en la Athenas, caminar por andar, cantar para hablar, inclusive darle las gracias a algún vendedor ambulante, no sé, solo se me ocurre invitarte a tomar alientos de sábado en la ciudad.

Fijamente pienso en esos mensajes que las paredes de la calle imprimen en aerosol, pensar un poco en las materias y en los exámenes que se avecinan, darme la oportunidad de encontrarte en la universidad, cruzarte en mi camino de aposta, calentar el agua con suaves miradas de adolescente. Dar la mano para enseñar a vivir lejos del mar, al son de una cordillera o al ritmo de una limonada con jugo de lulo.

Ser inocente en mis expresiones, pensar en todo lo que se gustaría hacer aun en tu ausencia, cantar con la cumbia, sabores a gaita y tambores, tomar de la mano un fruto de mar, un seviche de raza pura, pescar en los albores de una ciudad que nació al son de la soledad, lejos de las olas, sin café en la frontera, solo caña de perlas y preciosuras en cuerpos locales.

Busquemos oportunidades para un café, no invito a fumar, solo a proponer juegos de seducción.

Fábricas de cotidianidad en fotografías virtuales, sonrisas con aromas a chontaduro, la miel va por la casa, el sabor se lleva a la sangre, la sangre va al corazón, el corazón llega a tus manos, mi vida se queda en los muros. Pensarse esa urbanidad que queremos es porque nos apostamos en lo rural de la ciudad, las zonas verdes que quieren bordear a una gran biblioteca, una pizza quizás para calmar el hambre, el agradecimiento lo lleva el vodka.

Bendiciones para vos, para todo lo que te representa, para todas las arterias que nos conectan en las afueras del hogar, esos metros cuadrados que imprimes cerca a la universidad, sonajeros infantiles, villancicos, baladas, inclusive alguna canción de Paulina Rubio si quieres, sólo déjalo salir, que se queme con el aroma a melcocha, el algodón de azúcar te da ese rosa que tu hermoso cabello resfría en mi elocuencia, de hecho los suspiros son fiados a la vida.

Variedad de flores para el nombre de un norte industrial, un centro con acento cultural, inclusive quizás el sur se escapa en bocadillos y buñuelos, rutas paralelas de sueños que te persiguen, mares que se sirven al sueño del río grande, de los nacimientos alrededor de los farallones. Una fauna que no perdona nuestras distancias, inquietudes cerca de la academia, noches con cruces alumbrando, avenidas que dejan de comer para abrirse paso al sabor del aguardiente. Yo solo quiero abrirme paso por entre tus caderas y dejarte ronronear, dejarte jugar con el alfabeto.

Ciudades fugaces para corazones renovados, aire de tango en el sur, sueños en hip hop en el norte, una cumbia que da independencia al canto nacional, sueños de carnavales multirraciales. Mujeres en canciones y poemas de acordeoneros y gaiteros, piraguas que se despiden del sol, rosados cielos que abrazan la cordillera que canta, vacíos del mar para empujar las olas.

Llenos de identidades y folclore, vivos de forma cultural. Caminamos por los pasillos de la academia y no nos identificamos, te observo en la cafetería, como quien cuida lo que no le pertenece. Si de algo sirve escribir es precisamente para esto, para dejarse ensordecer por las miles formas de vida que queremos preservar, miles de corazones que no nos pertenecen, solo las notas musicales del viento sobre la avenida principal.

¿Quieres salir a comer entonces un helado?

AV.


1 comentario:

Unknown dijo...

Por supuesto que si... quién podría negarse con semejante invitación?...
Excelente amigo Gato!