9 de mayo de 2009

Elemental



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Soy aire que viaja por el camino, me siento con la calma de los días. El sol quema desde lo alto ese arenoso espacio de reflexión, esos avistamientos de locura donde la edad no tiene significado alguno. Razones para creer en esos que están en nuestra memoria, esas discrepancias con el deber, nuestra familia escogida con el letargo de los caminos.

Esta es una temporada de silencio, un ciclo de respuestas sin pregunta, de conclusiones que en consonancia con el tiempo están dibujando sonrisas en amistades pasajeras, nuevos domingos y uno que otro Lunes de casualidad, ajenos al vecindario. Música para festejar goles en torneos importantes que transmiten por televisión, canciones de los años ochenta que se desconocen en el ipod del adolescente caleño.
En cartelera significo mis reflexiones y las escribo con el mismo animo con que me bebo una cerveza con tequila, la misma calma con la que la música deja existir con el paso de los años, los amigos que conversan con nuestros mensajes de texto, amores que no existen en mi mirada, sombras de alquiler que cambian con los pasos en el buses y peatones.

Soy Fuego que viaja por el camino, me siento con la inquietud de los días. La luna en su soledad enfría desde lo bajo de las aguas esas lagunas de reflexión, esos escondederos de cordura, donde el amor significa más que el pensamiento, esas dicotomías que suelen dejarse en la razón, esa familia que se escoge en la brisa de los caminos.

Esta es una temporada de gatos. Ciclos musicales que van ambientando la banda sonora de mi vida, esa primera persona que les escribe a veces en discursos de tercera personas, paredes que se pintan con el arte de un niño de cuatro años, cuentos que se suscriben a listas de calles y aromas urbanos, emociones que impregnamos en el perfume de una madrugada, en el aliento de un almuerzo bien acompañado, en la soledad de la escuela.
No hay ciudades en cartelera para querer visitarlas, ese turismo que le dejamos jugar a la mente en centros comerciales, imaginarios sociales que justifican actividades culturales, políticas locales para la réplica de problemáticas mundiales, gritando en voces de aliento para decirle a la vida que todo es mejor cantando, tranquilos que aquello que se está escribiendo pronto llegará a su final.

Soy agua que viaja por el camino, me siento con la ansiedad de los segundos. Soy de carne y hueso, observa mi aire suspirar las cenizas de tus reflejos, ese agüero que el tiempo nos ha heredado, esos juegos que tu delirio de intelectual y bohemio nos ha gastado, aburriendo nuestras noches de locura, hartando nuestras canciones y nuestras letras, dejando en la televisión las respuestas para los demás.
No hay vanidades que valgan más que lo escrito, argumentos que rebotan en el ego, el orgullo que compartimos como familia de amigos, el dolor que nos separa como seres humanos, la ignorancia de el silencio, el dolor del trabajo que no nos compete.

Soy Tierra que soporta el camino, me siento con la esperanza de cambio, el afán de los días que de la nada nos encierran en ciclos complejos, por ahora los cambios se sienten en la piel, en la conciencia esos cambios quizás tardarán más de lo previsto. Fotografías que rompen la cotidianidad, copas de vino tinto que se acorralan en mesones sin avisar. La inocencia brilla por su ausencia en hojas blancas, la ingenuidad por el contrario brilla por su presencia en los amarres de todos los dolores que suplican nuestro ropaje. Amigos para etiquetar.
No hay ideas sueltas sin dolor semanal, lo dejamos todo en manos de la ignorancia metódica, separamos nuestras labores en almas laborales y cuerpos dormilones, mascotas que justifican el cristal de nuestra ventana, ya cuando te sientes acorralada es que consideras importante la necesidad de gritar en desespero.

Soy Espíritu que viaja en rincones de ansiedad, solo el camino se vuelve real. Perdemos el control de las cosas en la carpa del tiempo libre, libros que reciclamos, cerraduras que abrimos, baños que lavamos, pantallas que colgamos, espejos que limpiamos, almohadas que renovamos, cepillos que reutilizamos, papeles que se quedan en el sobre de manila, como los bandidos que se escabullen con el primer silbido.
Demasiadas cosas a la vez terminan por desinformar, las ideas ahora no quieren escribir, de hecho es la estupidez y la malevolencia la que se pierde en esfuerzos innecesarios. Todo se comunica, todo se simplifica, todo se resfría, todos somos de tierras lejanas.

Vestigios de tiempos modernos.

AV

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