
Imagen tomada de: http://journal.elisehurst.com/wp-content/gallery/cats/cat-window1-s.jpg
Imagen tomada de: http://journal.elisehurst.com/wp-content/gallery/cats/cat-window1-s.jpg
Imagen Tomada de:
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhohYL2VPGSF3f_Am37nSMHwGYTze_w2ncAzt-cB6WmR4_ltNBAUlMOhOzytK9mNGQQVXIkXoqbrKbSer0BBfUmbAdzXYPSh9_yE1l0MBnu7nAaPi351Uzi559fFBVlo36U259M/s320/027+-+gato+rojo_02.jpg
Quiero aprender a tocarte, dejarme fingir por un impulso de honestidad y meterle cobardía a la autoestima. Prenderme de tu vestido y marcharme con sinfonías que quizás los demás ignoran o piensan que son solo notas de alquiler.
Me situaba en esa esquina donde los gatos murmuran entre sí, sabía perfectamente que la gaseosa no estaba fría y que nuestra cena no era nuestra, me quedaba de pie y protestaba en mis adentros por la falta de comida, por la falta de ritmo en nuestro constante cruce de miradas.
Me prohíben cometer adulterio, me insinúan las reglas del todopoderoso y me encierran en misterios que la fe no percibe, se me escapa la nostalgia con voces y cantos góticos que quizás el teatro municipal no recuerda. Me desvivo por escalar tus ojos, por ubicar suavemente mi nariz en tu piel y dejarme drogar con el olfato de una picardía, dejarme morder por el pecado de saber lo que se hace y dejar de creer en vos por un momento.
Mi guitarra suena sola, los acordes aparecen y desaparecen, el cuerpo se dibuja en trazos y mi gata duerme confiada de lo que sucede.
Un vaso de agua suda sobre la madera del mesón, un vestido largo se expone en la ventana y oculta nuestra inspiración en el vino que no se ha bebido. Sabemos a ciencia cierta que la fe se oculta en el ropaje de los nuevos hijos de dios, los actuales, los que tenemos mañas y mañanas, los que nos equivocamos de tarea simplemente nos aferramos a los oficios de nuestras amistades.
Algunas sonríen y ansían poder, otros se esconden para ahogarse en absurdos silencios, otra ronda por las calles de la confusión y se oculta en el bullicio de la ternura, otra le vende su alma al trabajo para no caer en la cuenta de las fallas del amor. Uno que otro cree que todo está bien, como yo, que sigo pensando en vos como un ser tierno e inofensivo.
Sin asumir roles musicales, dejo las notas musicales me transporten lejos de acá, que me encierren en el aire y me ahoguen con la soledad del placer, esa satisfacción donde sonríes a tus adentros sin importarte que te vean, como cuando compras un disco nuevo, cuando dejas que te sorprenda esas música por la que tantos idiomas has exiliado.
Lejos, en el sur de toda esta cotidianidad nos espera nuevas sinfonías, inconclusas en su totalidad, como los ángeles de la soledad, los amigos de la soberbia o los rituales de la lujuria.
Sigo sudando, sigo postergando palabras al vacío, con rosas y espinas, con hojas blancas y tinta negra, palabras adecuadas que se vacilan en brindis y homenajes.
Sigo cometiendo errores, sigo cometiendo pasiones para vivir, sigo contando silencios para vos.
AV
Imagen Tomada de:
http://farm4.static.flickr.com/3542/3282801241_1ff8bceb5d.jpg
Quería saludarte, recordarme en esa mentira que nos hace sentir cómodos, que nos calcula en un tiempo de zozobra, en la tranquilidad de la irresponsabilidad, en el dolor de ver a un amigo sufrir.
Sabes que me tienes como verdugo que cuida de su presa, que mi presencia siempre se cumple como el viento en marea, que te llevo constantemente en cada renglón de mis letras o mis olvidos, en esos desaciertos donde nos encontramos, quizás en la pasividad de tus decisiones, en el desespero de mis motivaciones, en nuestra comunión literaria y musical, esa oda a lo ridículo que nos pone a conversar y a reflexionar, esos diciembres que sirven de excusa para justificar ausencias.
Sellamos nuestra mente a la necesidad de darle al corazón protagonismo en temas que sólo le competen a la espalda, intentamos refugiarnos en comodidades distantes, hacer de cuenta que nada interesa o que nada nos afecta, ocuparnos al ritmo del vodka y agitarnos en la rutina, derrumbarnos en la soledad y ahogarnos en ese silencio que te amarra.
No quiero imaginarte ahí, prefiero saber que estás corriendo y gritando, que tu felicidad se resumen en canciones y en colores, que tu arcoíris es algo invisible, indivisible, inimaginable, inteligible. Prefiero pensarte y reírme de tus desgracias, no ser parte de ellas ni consolarte por culpa de alguna de ellas, sabes bien que soy hito a tu descuido, que me reservo muchos derechos de admiración y muchos desapegos.
Con el paso de las noches me siento un poco alejado, razón que me yuxtapone en otros asuntos alejados a la cotidianidad, esas distancias que se humedecen en cafeterías y no en los hogares, esas noches donde mi siento parte de la nada, como el cigarrillo que compartimos, el tequila que no bebes o el limón que se amarga en la mano, esas fantasías que nos dejan momentos para la memoria. Quiero reivindicarme conmigo mismo, no quiero escucharte callar como amenaza de muerte ni olvidar lo que sucede como mecanismo de defensa.
Cuando las fábulas nos identifican y a ritmo de aforismos vemos llover nuestras esperanzas estoy convencido es tu juicio el que decide y no tu vulnerable pasión, si te dedicas a esas desconexiones del día terminas bajo de batería para tus responsabilidades civiles, eres producto de GAIA y patente de recuerdos, eres el trofeo que se guarda en una vitrina para nunca más ser besado.
Sé que tu boca ha guardado demasiada basura que ha sido necesaria para tu supervivencia y bienestar social, también me consta que tus talentos están esparcidos por el aire como partículas de oxigeno sin dueño, que te enfrascas en dudas y absurdas melancolías, pero por eso es que somos humanos, porque nos identificamos en ocasiones con lo que más odiamos o más extrañamos. No confundas el vacío del cuerpo con el vacío del llanto.
Me recuerdo en esos versos que se encendieron con velas, esas luces que se perciben en llantos callados, en baladas que nos atan, esas pasiones que nos incitaban a carcajadas y pergaminos, te siento confuso como la noche y el eclipse, como ese mundo que se sumerge con el corazón desnudo, ignorando las medidas del tiempo, divisando las rutas en la tristeza, navegar en esas impacientes decisiones que se toman, esas apresuradas conversaciones de familia que se confunden con lo propio. No vaciles con tus miedos.
Si de algo sirven las confidencias es para enredarnos en cadenas de verdades, si de algo sirven mis palabras es para desamarrar tus reproches, tus oficios de poeta loco, tus elocuencias en mis desacuerdos.
No olvides que de un gran árbol siempre se halla una gran sombra.
AV
Han Pasado varios días desde mi último post, quizás producto de un distanciamiento sano y necesario, es probable que sea el resultado de un encuentro con el trabajo y el estudio, una mezcla de tiempos robados en la libertad de la producción, en el amor de la esclavitud, en el insomnio de la inspiración.
Ha pasado quizás cerca de un mes o tres semanas, cansado y con la espalda recuperada me siento a escribir de nuevo, duele hacerlo, es casi similar a la experiencia de mi primera vez, todo lleno de letras e ideas, pero de dolores y sensaciones, de ese querer decirlo todo y saber que no se puede, que no se está permitido aprehender, que no se debe soltar en un primer intento sino, en el último.
Escribir me ha retornado a esta vagancia que el tiempo me suscribe en temporadas bajas y altas, en esas semanas donde caminar es un acto de demencia, tiempos en los que me refriego y me quejo, miro a mi alrededor y silenciosamente se que estamos en marzo, se que estamos en otro tiempo y en otro espacio pero se del mismo modo lo que somos capaces. No logro ubicarme, camino y camino, dejo mis trayectos a la voluntad del lazarillo, dejo todo en notas de prensa o en pie de páginas, en escrituras intrascendentes o en apoyos morales innecesarios.
La academia va llegando poco a su fin, pero no a ese fin basado en conclusiones y ciclos cerrados, por el contrario se dibuja un escenario de aprendizaje continuo y de gran proyección, donde el cansancio no se adhiere ni se enoja, esa academia donde los horarios no se escriben con códigos o articulaciones de oficina. Es un cambio al que se aspira todo se permita honrar, pero no al que se busca alardear, no quiero llegar a viejo sin sentirme joven aun, sigo cuestionando ciertas conductas de la humanidad, me sigo quejando de ciertas normas y manuales de convivencia, sigo escribiendo en franca rebeldía, sigo huyéndole a la academia.
Marzo, mes de aspiraciones, posterior a febrero es que notando mi ausencia re leo mis escritos, comparto esos sentimientos del pasado con los presentes de cada recuerdo, darle vida a los momentos ficticios, darle nombre a esas sonrisas que se nos pegan en la mirada, esas canciones que no son propias de la cotidianidad, que viven atrapadas en bafles callejeros, que se nos asimilan a la esperanza de huir de eso que nos estorba.
Mezclar sentimientos con miedos, mezclar limón con azúcar, mezclar agua con sudor, mezclas que saben perfecto a la puerta que abrimos ante nosotros en este honesto mes, de estas crónicas que poco a poco se empiezan a empoderar de todo y nos callan de manera sensual, de estas letras que se exponen en pliegos de experiencia, en paseos de integración, en publicaciones de anónimos, en vinilos que no pintan, de esos lienzos que sabemos no sirven para nada.
Este recorrido que retomo, ahora con gracia y un poco de sal, lo publico en el blog como muestra de que los gatos nunca se van, solo salen a merodear trayectos varios y regresan con amigos únicos. Publico en este blog a destiempo, con puestas en escena que se vivieron en otras obras o con otros obreros, personajes que sabemos existen en nuestra esperanza de cambiar el mundo. Si me preguntas para donde voy, bien sabes que te diré todo lo contrario a la verdad.
Ahora viendo de perfil al mundo es que sabemos sigue todo en orden, quizás un poco cerrado para mí, quizás un poco ausente. El mundo desde mis letras y mis pupilas se entrelaza en las fronteras de lo musical y lo narrativo.
A veces necesitamos retirarnos para poder volver
AV