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Cat Sunshine
19" x 19" ;
Watercolor
Steve Emery Gallery
En un tornasol suena el eco de un mundo oriental, mil ideas que se evaden en el salón, flores que se humedecen en el florero de la entrada. Vivir al ritmo del juego, escucharse en palabras de noches y cerveza, inventar fantasías en el juego del ego, dejar a la mujer amada poemas que se volaron en el tiempo de los afortunados.
Ilusiones en Violeta, mujer que se conoció sobre la colina y se dejó besar en una ocasión lateral. Niños que se fugaron del rosa de la canción infantil, que se inventaron fantasías sobre baldosas amarillas, jóvenes que se burlaron de los libros del tiempo, que se quedaron conversando en el zaguán sobre sus aptitudes como herramientas de pesca. Nuestro mundo se deja caer en espionajes y miles de fantasías, en esos seres voladores que nos ayudaron a llegar al oráculo del sur, esas noches donde nos escondimos de los adversarios, donde dibujamos puertas de tiza sobre muros de casas viejas, princesas que se quedaron esperando sobre el tocador, miles de ocasiones para hablar a la inversa.
Un amigo volador nos habla de sus películas clásicas, el silencio que a veces es intolerante se apodera del juego de miradas, arrienda palabras y se posesiona de los nervios que causa el recién encontrado amor. El juego en espacios de callejones es similar al estallido de niños en llanto sobre parques estudiantiles. Los tiempos vienen cambiando, la ropa deja su textura y su color, los libros envejecen y envenenan a las ideas nuevas.
El artista de moda se compone de acciones sociales, se ha olvidado de cantar. Recuerdo el deseo irrefutable de querer viajar, divagar en brazos ajenos, sumarme en la piel de quien no cesa de callar, de quien le importa poco el peso del silencio o la distancia del recuerdo, del miedo de las alturas o la estupidez de la moral, igual da, todo se resume en melodías ochenteras y canciones casuales, poemas férreos de duro calibre, de mensajes fuertes y de un ácido fuerte que no respeta fronteras, de un mundo paralelo inventado por el cine, de una malla de fuerza unificadora de valores, de gatos corriendo detrás de la luna.
A veces, y solo a veces, dejando los cursos de aprendizaje a un lado miro a mí alrededor tratando de justificar mi pensamiento occidental y veo en esa urbanidad calcinada un sueño frustrado que se ha saltado ya a dos generaciones. Veo en sus calles agujeros del tiempo que reclaman justicia, en sus bibliotecas se oyen voces de protesta y en la revolución de los estudiantes se siente la impotencia de la escuela, de la madre historia que no nos quiere reivindicar con el error, nos deja atónitos ante su legado y para mayor desaire nos deja sumidos en un desastre apocalíptico que al mejor estilo de los medios de comunicación, se deja permear por la subjetividad de lo cotidiano.
No venimos a transformar a otros, hemos llegado a dejarnos formar y con ello lograr avanzar, aun con el mundo a nuestra merced sabemos bien que todo sigue polarizado al mejor estilo de un dulce de barra. Tácticas de seducción que imploran ser mas soeces, juegos de bares que aun recuerdan las viejas costumbres de las calles amarillas, de dragones voladores, de duendes nocturnos y viejos comedores de piedra.
En donde reside el saber un gran silencio habita, en ese silencio un fuerte ambiente a soledad husmea por los alrededores, en sus predios un gran miedo se percibe en la llanura, en la llanura el tiempo se juega la dignidad con libros e hilos de humo.
En mi tornasol suena el eco del mundo oriental, suenan las calles de Oz.
AV
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