Guitar Cat by: kraftzarco
Imagen Tomada de: http://fc01.deviantart.net/fs71/i/2011/046/7/8/guitar_cat_by_kraftzarco-d39lw27.jpg
El año
1992 tuvo la particularidad de lanzarnos al mercado el disco “¿Dónde jugarán
los niños?” de la agrupación mexicana Maná. Si, lo sé, comenzamos mal con este
texto, de hecho, con el blog o hasta quizás, con el año, pero se deberá
entender compañeros y lectores que en esta oportunidad la referencia se debe a
un caso particular.
Prosigamos,
Maná es de esas agrupaciones musicales del Pop Rock latinoamericano que para
gusto o disgusto de muchos (incluyéndome) ha marcado una historia musical,
hasta ha ganado el título de leyenda en algunos países o programas de televisión,
su proceso ha sido interesante, porque al igual que en su momento Soda Stereo,
Maná se perfilaba para grandes cosa, se retaba a sí misma, desafiaba a pocos
con su estilo taciturno, pero a la final es el tiempo el gran ganador porque su
existencia ahora es pues, una parodia de sí misma.
Lo
particular volviendo el tiempo atrás, es que en aquel año noventa y dos Maná
logró tocar el cielo con sus manos, dirigirse a la audiencia con un disco que
logró debutar con gran agrado, romper marcas y premios. Si bien “¿Dónde jugarán
los niños?” fue su tercer disco, logro con ese en particular marcar a una
generación entera, servir de puente entre grandes y chicos, propiamente hoy a
más de veinte años de su lanzamiento, son las canciones de ese disco en
particular las que siguen gustando, las que nos llevan a recordar anécdotas, y
por qué no decirlo, las que siguen sonando en cuanta fiesta uno se imagina (e
indigna).
El
álbum comienza con “De pies a Cabeza”, canción que se hizo de más al realizarse
en Colombia un seriado de televisión con el mismo nombre y con el cabezote
musicalizado con la mentada canción. Marcó años en los domingos, inclusive, se
volvió referente más de personajes que la banda musical en cuestión. La
siguiente canción titula “Oye mi Amor” y aquí comenzamos a encontrarnos en esos
lugares comunes, canción que fue muy exitosa en la radio noventera pero que a
hoy día ya suena en fiestas y despedidas, mejor pasar la página.
Me
Vale, tercera canción (en su orden) del álbum no requiere presentación alguna y
es que quizás a ello se deba su éxito, fue una canción a la que se explotó en
exceso su cuestión comercial, ícono inflado de la rebeldía adolescente del
momento, descuido de la memoria, pero infaltable lugar común de cualquier
referente.
Aquí
comienza lo interesante porque quizás es lo que realmente me lleva a escribir
sobre estos personajes, y es que la cuarta canción lleva por nombre “Huele a
Tristeza” y con ella se abre un telón que es mejor recordar a diferencia de sus
predecesoras, porque es en las baladas donde Maná logra realmente mostrar el
gran grupo musical que fue, o mejor decirlo de otro modo, el gran acierto
musical que tuvo en su longeva carrera. “Como
te Deseo” es una de las canciones más famosas del disco, su ritmo pop hace que
la nostalgia acuda a ella cada vez que se habla de la música de los noventa. La sexta canción del álbum es “El desierto”,
poco conocida para algunos, de interés para otros.
“Como
Diablos” es una de mis canciones favoritas, saben bien amigos lectores que mi
marca Registrada de Inviabilidad no escatima en gastos, y esa canción es parte
de esa esencia. “Vivir Sin Aire” “Te
Lloré un Río” “Dónde Jugarán los niños” y “Cachito”, en ese orden, son las
canciones que completan el listado y cada una se hace especial al ser
precisamente baladas que llegaron con buena letra y ritmo, son de esas cosas
que hacen especial algo que no tiene por qué serlo.
Cierro
en este orden la descripción del disco como objeto musical, ahora hablemos del
disco como objeto de lo emocional. Nos resulta vergonzante escuchar Maná en
estos tiempos donde la música ha evolucionado y se ha diversificado de la misma
manera, con la claridad además de que la calidad de tal agrupación musical ha
venido en decadencia, inclusive ganándose mi odio y repulsión ¿la razón? La
versión que hicieron de “Hasta que te Conocí”, una de las baladas más
delirantes y espectaculares del divo Juan Gabriel.
No
acostumbramos a identificarnos en la música sino, en lo que la música conlleva,
sean recuerdos, personas, sentimientos, sueños. Es en este caso particular que
se trata de mi infancia, porque aquel mágico año noventa y dos hubo dos discos
que se quedaron tatuados en mi memoria: El que nos convoca en el presente
escrito y, “Cuenta conmigo” de Jerry Rivera. Ambos fueron la banda sonora de
muchas actividades de mis vacaciones y relaciones interpersonales en aquel año
y durante los siguientes, era quizás, la marca registra de los noventas, mis
noventas.
A todos
nos ocurre pues que se nos atraviesa en la vida algún cantante o agrupación
musical que de manera vergonzosa, conservamos en secreto el gusto por sus
canciones, en mi caso ocurre lo contrario, de manera secreta conservo mi gusto
musical digamos, “Fino”, de manera pública e irresponsable hago saber de mi
inviable y adquirido mal gusto musical. Me considero de cierta manera un
analista del consumo cultural, a nivel intelectual (y laboral) disfruto de la
antropología como ciencia que me respalda cada estudio y análisis, entender a
la sociedad a partir de su consumo es algo delirante en mi vida académica, pero
al traer esos asuntos a lo personal, caigo en la cuenta de que soy un objeto
cultural no identificado, como la memoria, que se nos escapa con los años.
Disculparán
la incomodidad que nos trae estos temas cuando de gustos se trata, ahora muchos
con la bandera del deber ser sugieren lo que se debe escuchar y no escuchar en
la radio, Maná y Ricardo Arjona son quizás ese par de ejemplos que en redes
sociales se acostumbra censurar, como si fuese del todo vergonzoso ser
consumidor de sus productos establecidos.
Me es
mejor cerrar el asunto con muchas otras canciones, discos, historias, pero la
cotidianidad es una musa que vive de la nostalgia, un callejón oscuro que se ilumina de los
desaciertos de otros, de mi proceder personal ante la mirada de un mundo que
cada día va más rápido, un mundo que se consume con más premura, de seguro a
todos nos viene a la mente algún suceso en particular con cada una de las
canciones mencionadas en esta entrada, desde la ya fastidiosa “Me Vale” hasta
la nostálgica “De pies a Cabeza” y es que señoras y señores, en medio todo,
estamos ante uno de los tesoros más valiosos de la historia de la música
latinoamericana porque este álbum en particular se convirtió en un clásico.
Justo
es pues aprender a referirnos a nosotros mismos por canciones y menciones,
también darle lugar a cada historia musical que merezca referencia histórica,
injusto es negarnos esos placeres culposos de aquellos años noventa, porque
fuimos niños en su entrada y hombres a la salida.
Donde
jugaron los niños del ayer.
AV
1 comentario:
Ese disco en esencia lo conocí del todo en el año 1997 y fue un gran compañero en una aventura de corte marcial que no viene al caso. Pero desde entonces cada canción de esa álbum comporta toda una aventura de recuerdos y melancolías. Aquel cúmulo de nostalgia, de recuerdos y pasados, no es otra cosa que el sustrato de la contemporaneidad que nos vuelve viejos a ojos propios, que en la reflexión nos da una idea del porvenir escudado en la historia y en las enseñanzas y la sabiduría propia de quien al haber sido hoy todavía es. Estas viejo gato, eso es todo. Viejo e inviable.
Publicar un comentario