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Tomada de: http://www.cartwheelart.com/site/wp-content/uploads/2012/11/london-street-art-tour-daniel-rolnik-girl-kissing-cat.jpg
Bueno, he
terminado de jugar una larga tanda de Candy Crush y ahora prosigo como espero,
sea habitual, a escribir mi post diario en este, su blog. ¿En qué habíamos
quedado? Ah, sí, habíamos quedado en el asunto del mapache, que animal tan
bonito, tímido, pero con seguridad en sí mismo, de mirada astuta, locuaz,
jovial, ¡hasta emprendedor debe de ser ese animalito!
Esta
temporada ha estado marcada por el tema de las relaciones (inexistentes) entre
los EEUU y Cuba, no pretendo por supuesto politizar el tema en este espacio de
reflexión, poco suelo hacerlo en este Blog que más bien se esfuerza por hacer
de lo cotidiano, un encanto floral.
Cuba es
ese sueño que de jóvenes muchos (me incluyo) alguna vez consideramos como
destino turístico, atractivo lugar para ir a turistear, tomar ron y fumar un
habano. Hablar de la revolución, dejarse impactar por el ayer y el hoy
mezclados en música y arquitectura, en imaginarios de latinoamerica, a la
final, eso es Cuba, un imaginario no de la revolución socialista, sino, un
imaginario de los latinoamericanos: Mezcla de Bohemia, Hedonismo y resistencia.
Las cubanas
son unos personajes únicos, exóticos. Desde su belleza de la cual se habla en
muchas obras literarias y plásticas, hasta su intencionalidad. La cocina cubana
es de las mejores, además, de mis preferidas pues no acude al pescado o
similares para hacer de la mesa un punto de encuentro, por el contrario, se
delita uno con granos, variedad en arroz y el adorado chancho. De este modo,
retomando el punto anterior, las cubanas son personajes más de ficción que de
admiración, no porque se hable mal de ellas, sino, porque ellas mismas se
hablan a mal.
Grandes
mujeres, de carácter fuerte, con fuerza en sus palabras y su modo de
administrar el corazón, herederas de la huella antillana, dueñas del presente y
conocedoras del futuro, inclusive, fabricantes de cuentos y de historias.
Cuba algún
día será tema de conversación por sus paisajes y no por sus pasajes políticos, sin
embargo, en “La Nueva Habana”, ese esquinero centro de Miami que bordea la
Calle 8 se discute a diario sobre la salud de Fidel, sobre el bienestar de los
presos políticos, sobre la ausencia del poder o el exceso de poder, qué más da,
se discute y se delibera, se construye y se reconstruye la tradición, se legitima
y se desestima. Como todo, los cubanos pensantes viven más pendientes de la
revolución que “fracasó” en Camagüey, a lo que realmente fracasó en Hialeah, en
esa Florida dónde toman café a cambio de dólares.
Y es
que como se pregunta mi tío, ¿qué será de la vida de los cubanos de La Nueva
Habana cuándo se muera Fidel? ¿De qué van a conversar? Imagino, de la vida y
obra de Fidel, de lo que hizo y no estaba bien, de lo que dejó de hacer, de lo
que hubiera pasada si, o mejor no, así, como todo, su prosaica arremeterá como
fusil americano, al nuevo sistema.
A
propósito del posible restablecimiento de relaciones entre el Norte y el Caribe
– tema en el que no ahondaré – es costumbre hallar en los cubanos republicanos
de Miami un rechazo rotundo a tal escenario, no porque desconfíen de un nuevo
amanecer en la isla caribeña, o porque el gobierno de Obama haya puesto sus
ojos en el “Castro-Chavismo” como salida a la crisis interna, la respuesta es
más sencilla e igual que desconcertante. Al terminar “el conflicto” entre ambas
naciones, termina por igual circunstancia la financiación externa de ONGs
cubanas que tienen como razón social la lucha contra establecimiento de los
hermanos castro.
El amor
por cuba se cubre pues de dinero y mucha nostalgia, muchas historias que
desaparecieron con el año nuevo del 59, o de esos inmensos cultivos que fueron
desapareciendo desde la guerra de los siete años, o quizás, desde la
inspiración misma que a bohemios y poetas, cantantes y pintores ha inspirado en
su rol de musa. A sus mujeres, que desde el carácter y la belleza hasta la
dominación y olvido han permeado muchas páginas con nombres y apellidos
impronunciables, a una Cuba que desde su rol de víctima ha dado más perdedores
que historiadores al mundo, porque se reinventa en la misma hoja, no se deja
reescribir, no se permite escapar en las letras, o en algún óleo que sueña con
Paris.
Nos es
más sencillo hablar de La Nueva Habana en Miami, o de los guetos en Nueva York,
desatendernos de la política para intentar en la literatura y las artes escapar
del costumbrismo de una revolución que no revolucionó al mundo, o de unos
misiles que jamás se dejaron ver.
A Cuba,
mi amor, pero más que mi amor, su rencor.
AV
1 comentario:
¿En serio un post por día? ¿será capaz de tal hazaña? Sintonicenlo para seguir con este asunto.
Qué buena reflexión, quedará en mi la idea de estos pensamientos pasados por tabaco, ron y odio. Alguna vez pensé que no es el amor el motor que mueve al mundo, es la envidia, pero ciertamente esta se aceita por el siempre interesante odio.
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