Cats Love Bubble Gum / Deidre Wicks
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Todos
tenemos una historia para contar, nos llenamos de información que compartimos
con amigos y familiares, anécdotas y recuerdos, sentimientos que se nos escapan
o por el contrario, fantasmas que se nos encierran en el armario.
La vida
es de oportunidades y con ellas de grandes aprendizajes, siempre es grato en
cada aprendizaje dejarnos sorprender por cada decisión tomada o evadida y entre
esas, cada encuentro asumido. Ayer tuve la fortuna de reunirme con dos amigas a
las que aprecio en demasía y a quienes ya tenía tiempo de no ver, nos sentamos
como los viejos amigos que somos y nos conversamos al caer de la tarde, cada
una con su Té de limón para el calor, yo un poco más conservador opté por una
cerveza fría, siempre comenzar es difícil y más cuando el querer hablar hace de
cada tema algo importante o incómodo, como las verdades o las atenciones.
MariaPaula es quizás la más oportuna de las dos en cuanto a romper silencios, Inés Elvira - que por cierto nunca me mandó el escrito para
#Proyecto31 - es la más joven y tímida,
ya con los años ha dado de sí misma para afrontar algunas ironías de la vida,
para otras continúa siendo esa pequeña niña que observa al mundo, prefiriendo
no emitir juicio u opinión alguna.
Iniciamos
nuestra jornada recordando viejas historias, porque eso es lo que hacen los
amigos, vivencias de unos y de otros, giramos luego al tema de las reflexiones
de la vida, de conectarnos, entendernos y ser empáticos con cada declaración,
ser amigos a pesar del tiempo y la distancia que nos ha marcado.
Cada uno
trae tras su espalda una historia de amor y dolor, cada uno cuenta en su haber
grandes derrotas y expectativas con el año que inicia y desde allí es que nos
encomendamos a lo cotidiano de unas simples palabras para tener una historia
para contar, para sumergirnos en la mente del otro, ser espectadores de los
dolores y afanes, del extremo ejercicio de la contemplación, de la madurez de
una migraña.
Una
historia para contar es tan simple como se quiera escuchar, o mejor aún, como
el que la quiera contar, es hacer de cada palabra un detalle artístico o un
mero ejercicio de prosaica, es darle vida a eso que necesitamos confrontar por
medio de terceros, y claro, como cada historia siempre nos confundimos con los
principios hasta llegar a los finales, porque se nos convierte en un juego
cíclico donde cada tema, como silla musical, va girando a esperar su turno, y
el miedo de todo, es incomodarse en la palabra, tal vez por ello es que con María
Paula e Inés disfrutamos de tal memoria, porque no nos incomoda en lo absoluto
cada tema o silencio, porque con los amigos, también hay que aprender a callar.
Hablamos
de nuestros pesares, nos dimos aliento pero también nos tomamos en distancias
prudenciales, porque siempre hay temas o personajes que es mejor no mentar,
como las espinas de una rosa.
Hoy
tengo la oportunidad de reunirme con un grupo especial de amigos, a cada uno su
historia y con ella, su aprendizaje. Con ellos también haya lecciones
aprendidas y monotonías asumidas, es esa estética de lo cotidiano lo que nos va
enlazando en cada diáspora del universo, con sus canciones, sus películas, sus
revistas e imágenes.
A cada
personaje su realidad y con ella, el inventario de sus culpas, a cada amigo, su
realidad y con ella, los fantasmas en el armario. A cada silencio, mis
historias y con ellas, los cadáveres debajo de la cama.
Es un
nuevo año y como todo, son muchas las expectativas, bueno, yo he decidido
aterrizarlas a los hábitos, aprender a ser disciplinado con la cotidianidad y
sensato con este blog, porque cada día trae sus noticias, sus elocuentes e
impredecibles menciones.
Su estética.
AV
2 comentarios:
Esperemos, pues, las historias que poblarán nuestros andares y caminos este 2015 y que serán motivo de los silencios y sabidurías del 2016.
Aunque claro, todo se diluye...
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