Imagen tomada de: https://www.etsy.com/shop/MichaelDavidSorensen
"Waiting for the Milkman" By: Michael David Sorensen
Paró el taxi
en frente del jardín, unas cortinas de velo adornaban el marco de cada ventana,
junto a ellas un banco de madera y unas escalinatas con hojas seca recibían
a Mario quien llegaba con su guitarra al
hombro, como una carga de viejas historias.
Lucía
observaba desde la ventana, sin inmutar palabra alguna lo seguía con la mirada,
como si sintiese en su retina el peso de cada pisada sobre las escalinatas, lo
observaba y juzgaba, le generaba malestar su presencia.
Al sonar el timbre de
la puerta, en vez de abrirla se retiró dejando un gemido de desaprobación en el
aire, de un grito llamó a su hermana para que bajar y atendiera a la visita que
llegaba.
Salió
corriendo como una colegiala en la hora del descanso hasta llegar a la puerta
de la casa, se miró contra el reflejo de la ventana y no halló ningún
imperfecto en su vestir, se llenó de valor y abrió la puerta más con deseo que
con cordura, a pesar de todo, algunas cosas quedan y entre ellas, la memoria de
los momentos vividos.
- Hola Mario,
has llegado más que a tiempo. Pasa, hay café recién preparado, pasa por favor,
para que conversemos y podamos tener espacio para almorzar –
Mirándola de
pies a cabeza y sin más en qué pensar, declamó a sus adentros la perfección
divina que rodeaba a la presencia de María. Sentía que la amaba y que cada uno
de los momentos vividos seguían allí como recuerdos , en lo profundo del alma.
- Hola María, estás muy bella – murmuró – Espero no ser inoportuno, sé que la hora de llegada
era a mediodía, pero el tren ha llegado a tal punto que creo, es mejor estar a
media mañana – Sonrió temerosamente, mientras apretaba con sus dedos las
amarras del forro de la guitarra.
- No te
preocupes, pasa por favor, pasa –
Cerró la
puerta y dejando seguir al que en el ayer fue su pareja lo observó de pies a
cabeza, lo requisaba con la mirada, lo escudriñaba con el olfato. Sabía a sus
adentros que llevaba quizás varias noches sin dormir bien y quién sabe, sin
disciplina con la comida o el aseo personal.
- Nada puede
hacernos olvidar que hemos recorrido el mismo camino, ¿no te parece? – Preguntó
María mientras lanzaba un comentario sin profundidad.
- ¿Ah? ¡Si
claro! – No comprendía qué pretendía decir, pero su sentido de supervivencia le
llevaba a responder que si. Pensaba en el ayer, en cada una de las cosas que juntos
habían vivido y hecho, del modo tan confuso pero bendito en que estaban ahora de
nuevo en el mismo lugar.
- Agradezco
que me hayas dejado venir – dijo Mario, abriendo con ello el tan elaborado
discurso que tenía rondando en su mente desde el día anterior, desde las horas
sin dormir que cargó en su silencio y, sin saberlo bien, desde las tres horas
de tren en las que durmió como un cachorro, pero que recitaba palabra por
palabra lo que pretendía exponer a la mujer de la que aun permanecía enamorado.
- No te
preocupes, creo que sobreviviremos a un día más, espero valga la pena –
respondió María Isabel.
- ¡Claro que
así será! – Mario comenzaba a motivarse, de alguna manera sentía en María la
total disposición por arreglar las cosas, o por lo menos, era la impresión que
se llevaba en la sala de esa casa. – Como te decía, a pesar de los errores, defectos
e inclusive, las virtudes – sonrió tímidamente – aun conservo en mi mente cada
uno de los momentos vividos, siguen aquí guardados, en lo profundo de mi alma –
Mario se
señalaba el pecho en forma de cruz, como si fuera su centro más débil o puro
del cuerpo. María lo observaba, quería sonreír, pero su valor le decía que
debía de ser distante y limitarse a escuchar lo que este personaje tuviese para
decir.
- Me parece
bien Mario, se evidenciaba en la insistencia tuya por venir a conversar,
espero, no sean esas las palabras que querías decirme –
- Oh, claro
que no María, como decía, quiero que resolvamos las diferencias, no se puede
olvidar lo vivido, inclusive el desorden de mi casa te extraña, cada pintura,
cada partitura lloran tu ausencia –
María sonrió,
no lo pudo evitar.
- Sé que
estuvimos suficiente tiempo separados, inclusive en más de una ocasión pasamos
temporadas lejos uno del otro por asuntos de trabajo. Las giras con los chicos
de la banda o tus reuniones en la agencia –
- Si Mario, no
lo he olvidado, quizás porque aún seguimos separados –Dijo la palabra que no
quería decir: Separados. Sin embargo, intentó omitir el descuido y siguió
hablando lo más natural que se le diese – Sentimos lo mismo en cualquier
momento, somos humanos Mario, eso no lo podemos dejar de lado, pero si bien
nada puede hacernos olvidar lo vivido o cada una de las vivencias que tuvimos,
somos ahora dos personas diferentes, con modos de vida cambiantes y metas que
se alejan mutuamente –
- No María, somos
como el Sol y el cielo, nos comprendemos perfectamente. Puedes pensar que somos
como el Blanco y el Negro, pero no, nos complementamos, somos vibraciones de
vida que se retroalimentan, no podemos negarlo –
- No creo
Mario, no creo sencillamente porque no lo siento en mi corazón – Sabía que
mentía, pero debía hacerlo para poder dejar atrás todo lo que se le revolvía en
el pecho.
- María –
replicó Mario – No te compliques por favor, siempre hay motivos; debemos de
tratar de estar mejor cada vez, no de desmejorar, debemos de retroalimentarnos
día a día, crecer, perfeccionar cada una de nuestras virtudes y defectos –
María lo
miraba con sensatez. Sentía cada palabra que Mario dictaba y en el fondo
comprendía todo lo que lo quería, daba la razón a la distancia, sabía que había
sido un remedio temporal útil y esclarecedor.
- No lo sé
Mario. No lo sé. Voy por el café, ya vengo – Se retiró rumbo a la cocina,
miraba para el suelo y trataba de hallar argumentos que favorecieran su ruptura,
quería demasiado a ese muchacho, pero se quería más a ella misma.
Lucía caminaba
dentro de la cocina de lado a lado como una pantera enjaulada, al ver entrar a
María quiso salir pero entendió que era mejor acompañar a su pequeña hermana,
de más no estaba un consejo de mitad de tiempo.
- ¿Cómo van
las cosas? – Preguntó Lucía.
***
De la Serie: Canciones de
Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Tratar
de Estar Mejor (1994) [Tratar de Estar Mejor]
Compositores: Diego Antonio Caccia Torres, Gerardo Horacio (Cachorro)
López Von Linden.
AV
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