Imagen tomada de: https://co.pinterest.com/alainsoulet59/sherry-shipley/
Original Cat Painting By: Sherry Shipley
Juntas se
sentaron en el mesón de la cocina, esperaron a que el Café terminara de colar y
sirvieron tres tazas, una para cada comensal. Siguieron conversando casi en
susurros sobre la pertinencia o no de querer dar a Mario una segunda (o tercera
quizás) oportunidad, de dar a la vida una explicación de lo que vendría e
inclusive, de darse a sí mismas, una nueva treta para justificar las decisiones
a tomar.
Lucía observaba
a María Isabel en un silencio casi cómplice, trataba de estar mejor haciendo
pausas en medio de los susurros, como queriendo callar.
- Trato de
entenderte María, y espero que sepas que cuentas conmigo. Lo juro –
- Gracias,
eres mi hermana bella –
Siguieron
camino hasta la sala donde Mario esperaba sentado con las piernas cruzadas,
había sacado la guitarra y la revisaba para verificar que no tuviese daños o
golpes producto del viaje.
Aun no comprendía
por qué se la había llevado hasta allá.
- Mira, ten cuidado
que está recién colado así que debe de quemar de lo lindo –
- Gracias
María, sigues siendo muy especial – Respondió Mario mientras recibía la taza de
café.
- Espero no te
acostumbres de a mucho, solo vamos a conversar –
Lucía los observaba
desde la cocina, no quería que su hermana tomara una mala decisión, pero
tampoco quería verla sufrir si las cosas no se daban como ella las esperaba.
Decidió hacerse a un lado y retirarse de la casa, consideraba mejor dar el
espacio para los jóvenes para que conversaran, ella por su parte, no le
sentaría mal salir a caminar a algún lado de la ciudad.
- Voy a ir a comprar el almuerzo. ¿Les provoca
algo en especial? –
- Gracias
hermanita, no, lo que tú quieras –
- Por mí no
hay problema, cualquier cosa que traigas está bien – Respondió Mario.
- Muy Bien.
¿Les parece bien si traigo un Pollo asado con arepa? –
- ¡Si! –
- ¡Claro que sí!
Lucía se
retiró de casa, ahora todo el espacio estaba para María Isabel y Mario.
- Lo juro
María, todo lo que te digo es de corazón –
- Pueda que
así sea Mario, pero es que la relación contigo siempre fue adivinar todo lo que
decías o no decías, cada historia que traías a casa era como si la tuvieras que
inventar. ¿Por qué habrás cambiado así? –
- Lo siento
María, lo juro. No quiero ser así –
- No quiero
ser quien tenga que dudar de ti Mario –
- Lo sé María.
¿Me perdonas? –
- No Mario. ¿Por
qué? ¿ah? ¿Por qué me dices solamente mentiras? –
- No María,
así no son las cosas. Lo juro –
- Mario – lo miro
con las cejas levantadas. – Me enamoré de tu sinceridad, de tu nobleza y claro,
de tu talento para cantar y escribir cuanta locura te salga en esa guitarra,
pero se ve que ya no existe más ese joven bohemio –
- Pero María…
-
- No Mario –
espetó María con un tono más elevado en su voz – Necesito que me hagas sentir
de nuevo que puedo creer en ti, si no es así definitivamente entonces no
podremos continuar ni siquiera como amigos –
- No quiero
jugar con tus sentimientos María, no quiero perderte ni fallarte como hombre o
como amigo, lo juro –
María
observaba sentada mientras jugaba con la cuchara dentro de la taza de café.
Dejaba mezclar
sus emociones dentro del café, sin beberlo, solo revolverlo como un cronometro
que pone a prueba la agilidad de un deportista.
- ¿Quieres
azúcar para ese café? – Preguntó María esperando que Mario saliera de ese
enredo mental en el que se había metido.
- Sí, gracias
-
Mario
observaba en silencio, se aferraba a su guitarra y esperaba que todo fuera
solamente un pequeño malentendido, pero en el fondo comprendía que sus fallas
eran mayores que su inteligencia para asuntos del amor.
Ser bohemio
traía sus desventajas.
***
De la Serie: Canciones de
Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Mentiras
(1983) [Daniela Romo]
Compositor: Danilo Vaona.
AV
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