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No habían transcurrido ya los días y sus semanas cuando la
nostalgia atacaba de nuevo, sentía un poco de revés en la conciencia con la
decisión tomada, pero sabía en el fondo de su corazón que era lo mejor para los
dos.
Estaba radiante, bella, con una sensualidad que ni
proponiéndoselo la obtendría en una sala de belleza. Se sentía plena (y
culpable), perfecta, viva entre el cielo y el suelo.
Se había mudado a casa de su hermana. La habitación de
televisión pasó a ser una vez más, una habitación de huéspedes sin fecha de
retiro, era una relación mutilada por el tiempo pero fiel a la tradición
familiar.
Se sentaron las hermanas en la antigua sala de televisión a
tomar algo de café mientras se organizaba la ropa pendiente. Se hablaba con
claridad, se entendía a ciencia cierta que todo concluye y a la final nadie ni
nada puede escapar del escabroso ardor de los amores fallidos.
Todo tiene un final y se hace necesario el poder comprender que
ni la vida misma (aunque sea eterna) ni el llanto puede opacar la risa, o
viceversa, da igual, así es el amor, al principio se cree que no tiene medida,
luego se deja de querer.
- O se consigue
otra mujer - le increpó su
hermana.
Le miró con
cara de reproche pero sabía que tenía razón así que no le refutó el
comentario. Siguió doblando ropa y dejó caer sobre la cama sus más sinceras
palabras desde aquella tarde de domingo en que se marchó: - Todo me demuestra que al final de cada día, y al siguiente
(inclusive), de nada me sirve creer en el mañana, pues termino fracasando” – se
limpió una lágrima que intentó salir por el ojo derecho - además – agregó - ¿de que vale ganar, si después perderé? –
Su hermana le
observaba taciturna, sabía que sufría por dentro, que olvidar era un proceso de
largos pasos y de mucha paciencia, virtud de la que carecía su pequeña huésped.
– Pueda que lo que hayas comenzado no sea
ahora eterno, pero debes de reconocer que hay mucho por vivir en este nuevo
día, en el presente – fue lo único que se le ocurrió responder.
-
¿El Presente y
nada más? –
-
Si, nada más –
-
Bueno, al
final de cuentas termino cada día y empiezo cada día creyendo que todo fracasó.
¿Será ese mi modelo de presente? ¿Mi condena? –
-
Por supuesto
que no –
Suena el timbre
de un teléfono móvil, una llamada interrumpe a las hermanas en su más vaga
reflexión.
-
¡Cuánta verdad
hay en vivir solamente el momento en que estás!, ¿eh? – Replicó mientras
miraba el remitente en pantalla.
***
De la Serie: Canciones de
Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Presente
(1970) [Cuero Caliente]
Compositor: Ricardo Soulé.
AV
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