8 de julio de 2017

Otro Día (Después de la Mañana)





Estaba ansioso desde su conversación con María Isabel, caminaba de un lado a otro en su apartamento, de una habitación a otra, iba de la cama a la sala, de la puerta de entrada a la ventana que vigilaba la calle.

La ansiedad lo dominaba tanto como sus miedos, saberse culpable de un error y llenarse de coraje para ir a confrontarlo era lo que más le preocupaba, verse en el reflejo de los azules ojos de María o por qué no, en el asfalto junto a la sombra de ella; le gestaba temor, le movía el piso como a un adolescente.

Comenzó a planificar  el viaje, si bien es un viaje de una ciudad a otra, son regiones vecinas en las que el trayecto puede  tomar entre una y tres horas dependiendo del medio de transporte, sea pues bus inter-municipal, tren o vehículo propio, en los tres casos la rutina es la misma en una carretera recta y tediosa.

No podía dejar que se le quemase la ilusión y menos, al finalizar el día, de alguna manera era lo que le sostenía de pie en medio de tanta ansiedad y temor. Se juraba a sí mismo que corregiría sus errores frecuentes, sin importar dónde los ubicase la vida, inclusive, si ello le tomase recorrer mil caminos pues a la final sabía que todo ello le permitiría continuar.

Mientras recordaba y planificaba, mientras caminaba en su cuarto y se perdía en su mundo de sueños y esperanzas, una lágrima se deslizaba por su piel, solo pensaba a sus adentros: “no voy a permitir que esto vuelva a suceder, por mi parte cambiaré” una y otra vez se lo decía, al principio como un pensamiento, luego como un murmullo.

Terminó por hablar en voz alta como si diese un elocuente discurso presidencial, se juraba a sí mismo que cambiaría, que recorrería todos los caminos que fuesen necesarios pues aún tenían a su favor el sol de la mañana. 

Reconocía cada ventana de su apartamento como una ruta de escape, como punto de encuentro entre el sol de madrugada y los recuerdos de la noche. Ruta de escape donde nada ni nadie se cruzaría en sus caminos.

Comenzó a prometerse a sí mismo encontrar un lugar idóneo para su verborrea, un escenario fiel a su ansiedad y allí despotricar del vacío que le sacudía el estómago. 

Volviendo en sí fijó la mirada a la ventana nuevamente, caía la tarde y el camino del día siguiente era largo, más si no se tenía en claro aún en qué medio de transporte viajaría.

Solo quería llegar donde la que alguna vez fue su novia y poderle llevar a algún lugar especial donde sus almas se pudieran perder sin querer, en sus cuerpos olvidados, sin dejar que se les quemase la ilusión.

Terminó de volver en sí y recogió paso a paso el desorden que tenía en su cuarto. Tiró a la basura las mil y un partituras de canciones llenas de tristeza, recogió cajas y botes de pintura, periódicos sucios y manchados, ropa sin lavar y hasta pares de medias de días pasados.

Comenzó a organizar su apartamento, sabía que si volvía victorioso del viaje de mañana, sería con ella de su lado.

Saldría temprano en la mañana.


***
De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: De Madrugada (1995) [Amor Bilingüe]
Compositores: Alejandro Ochoa,  Felipe Martínez, Fernando Tobon, José David Lopera, José Fernando Uribe, Juan Esteban Aristizabal (Ekhymosis).


AV


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