18 de agosto de 2008

Conversaciones con Agosto

Noches nubladas, algunas con frío. Brisas que se pierden en el diccionario, que estancan procesos con dinámicas aleatorias, noches de frío en brazos prestados, cambios climáticos en hojas blancas y recuerdos revividos por encima del bien y del mal.

Sobreviviendo a las necesidades de la soledad he logrado definir ciertos miedos y darles total identidad, reflejarlos en las hermosas palabras de una mujer, darles de comer en esas escazas miradas de pueblo, dejarme seducir por sus labios pequeños, encubrir excusas en miradas inconclusas, venderme en un tiquete sin regreso. Agosto, mes de cuentas regresivas, noches de cambios, amaneceres en compañía, nombres que se estampan en mi ciclo emocional, como si les importase un poco mi dolor o mi valor.

Agosto de emociones, de recuerdos, mes de decisiones a tomar y tomadas, de aprender a dirigir recuerdos en escenarios reales, en notas de músicos sin éxito, en exámenes de vida a partir de gestos literarios abandonados. Mes de Misión Cundinamarca, mes de cambios y reflexiones, mes de discusiones y enseñanzas, mes de páginas olvidadas y conversadas.

Aquellos soliloquios de la locura han dictaminado en un vaivén de agosto que las brisas han traído consigo ciertas frases interesantes que ni el Horóscopo pudo delegar, un concierto de emociones que me dejaron en forzosas bebidas los días del pasado atrapados en preguntas y respuestas. Me ha confesado que mi sombra ha regresado en las noches, ha decidió volar sólo en el almuerzo, que la comida de campo ha regresado a la ciudad, que el olvido es cosa de locos, no de ingratos.

Seguramente me entretengo con las marcas que la literatura ha parido en mi, me dibujo y me sonrojo con la belleza de esa musa que volvió a mi vida, a esa que llamamos recuerdo, a esa que me besa en la distancia y en la memoria. Si bien es cierto que ahora es agosto el que vacila en nuestra mesa, es agosto el mismo el que me cuestiona de mi interés y me recuerda que no estoy solo, de hecho me encuentro en excesos de compañías, en una multitud de pensamientos que no deben de importarme. Me habla de cerca, me consuela, me besa, me invita a su morada.

Sentarme de nuevo en el Blog y prepararme para esas partes duras de la vida que se vienen en mi anecdotario, en mi imagen fría y sola, como esa fotografía sin marco y sin éxtasis, ese calor que no entra en la ventana, que se desnuda en las ceremonias, que se emerge en el infinito, en la memoria de los ignorados, en esas palabras que se vuelven vida y mes, que llegan con la brisa y con el tiempo, que se escapan y me señalan, esas que duermen bajo la luz del sol, que suplican amor a cambio de monedas y vicios, palabras que se ahogaron con vino y se amarran a mis necesidades, a eso que se fue y espero no regrese.

Mes a mes me identifico con estas conversaciones, algunas para decir adiós, otras para regresar.

AV

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