Imagen tomada de: https://images.app.goo.gl/o7fyTr639wBNFnEb6
A SMURF CAT WALKING IN THE FOREST
Muchas veces caemos en pensamientos producto de la saturación, nos alejamos de ese momento de paz para cuestionar cada acción, para poner en duda cada situación que vivimos.
Se nos hace exagerado notar cómo lo que teníamos en calma se nos va desestabilizando de la manera más absurda posible. Recuerdo a mi gran amigo Julio César, quien caminando en un descuido, dejó caer el teléfono móvil en un volcán, perdiendo toda comunicación, fuera del país.
Un genio, a decir verdad.
Situaciones coloquiales como perder el autobús o dejar caer un billete de alta denominación sin darnos cuenta. Alguna vez, producto de la irresponsabilidad y el júbilo de la edad, dejé caer una alta suma de dinero, mucha, para darme cuenta de la pérdida tres días después.
Un hombre astuto, a decir verdad.
Nos preocupamos mucho a decir
verdad, preciso caso por andar en ocupaciones innecesarias. En otra ocasión, fui
a visitar a un viejo compañero en el otro extremo de la ciudad, al llegar al
recinto entré en cálida armonía a saludar a la familia, todos reunidos en la
sala, conversando, sorprendidos por mi llegada. Amablemente me recibieron y se
presentaron.
Mi amigo, hombre valeroso y
honrado, me llamó con un susurro tierno, dejando notar en su mirada que yo
estaba dentro del apartamento equivocado.
Detalles.
Estas distracciones nos van encerrando en malos pensamientos, porque nos sentimos derrotados, avergonzados. Nos caemos en el pozo de la tristeza, la desesperación nos engaña con maldiciones o plagas de mala suerte. Es que no es natural perder dinero o sufrir el daño de equipos en un periodo de tiempo corto, como si la vida quisiera vernos caer, como si la derrota fuera en esencia, una temporada y no un concepto.
Nos abrazamos en silencio, perdemos
la tranquilidad y en auxilio corremos tomando decisiones a veces, desacertadas.
Nos pasamos noches en insomnio, involuntario por supuesto, pero incluso las
noches tienen su coqueto proceder para robarnos la calma.
En soledad y con las paredes como testigos abrimos la mente a deidades de toda índole, esperando que alguna de estas traiga la calma y el milagro que nos excusa.
No se trata por demás pretender caer en el fanatismo de una actitud positiva fáctica. No siempre la vida es rosa o se mejora con una intensión de ánimo, no siempre los problemas se sobrellevan con gratas compañías o una taza de Té de frutos rojos.
A veces, los genios y astutos ciudadanos, requerimos de un abrazo, pero detrás de aquel abrazo se necesita también dinero, trabajo, comida, sustento, porque los problemas son pequeños demonios malcriados que hay que alimentar para que desaparezcan.
No se trata de inventarnos escenarios de tranquilidad, incluso, los malos pensamientos son ramificaciones de un árbol más complejo, un árbol que en sus frutos brinda veneno, brinda salud. Brinda, de acuerdo a la temporada, el sustento que la vida debe (debería) de soportar.
Somos seres que colapsamos fácilmente, pero podemos apoyarnos en el silencio de quien con su afecto, nos espera, nos acompaña, nos aconseja, nos alimenta, de ese sujeto que abre su vida para abrazarnos aun cuando el deseo de estar solos es inmarcesible.
Mis mejores deseos, mis palabras para un mundo distinto, a quienes sufren hoy de estas temporadas de derrotas y retos, mis palabras de aliento.
Una calma que se pueda recuperar.
AV
1 comentario:
Hoy me vi una peli que se llama "La maravillosa vida de Walter Mitty", y ahora que te leo, algunas de las imágenes que haces aquí, producto del descuido, me recuerdan a Walter, que al final de la película, consigue ver cuán importante es él en la vida de las personas, pero se estaba perdiendo de eso por andar elevado. Un abrazo, no se eleve tanto.
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