10 de enero de 2008

Breviario


Aquí les dejo un fragmento de lo que es la Bitácora de mi viaje a Argentina el año 2006, este fragmento en particular lo dejo a ustedes debido al simbolismo que manejan tantos escenarios y momentos cruzados.



Olvídala.


como hago compañero pa' decirle
que no he podido olvidarla
que por mas que lo intente sus
recuerdos siempre habitan en mi mente
que no puedo pasar si quiera un
dia sin verla asi sea desde lejos

que siento enloquecer al verla
alegre, sonreir y no es conmigo

yo se que le falte a su amor
tal ves porque a mi otra ilusion me sonreia

y no pense que sin ella
en mi vida se me acabaria el mundo

Así es.
Tanto el Tango como el Vallenato unen pasiones y destrozan a veces corazones con melodías propias de una cultura, una cultura que mitifica su historia en cotidianidades de amores y odios, o en letras de etiqueta que sucumben ante la nostalgia de un amor perdido. Tanto para Juan de Dios Filiberto, o para Gardel cuando entonó el caminito en el Teatro Colón de Buenos Aires, o para el Binomio de Oro de América cuando compuso y vivió el despecho al ritmo de cajas y acordeones retomaron la esencia del latino, del amante callejero y sin vergüenza.


No es casualidad que estos dos temas se entrecrucen en estas letras, en la cotidianidad de un turista o en la merced de una cerveza, por el contrario las calles de caminito mientras me guiaban al garaje donde el ómnibus esperaba mi retorno me dibujaron bares con caballeros sin camisa y sudor por doquier que, con una Quilmes recordaban al amor perdido, a la mujer que algún día les enseño amar o simplemente, aprovecharon la melodía para amenizar una tarde de verano en un bar popular.

Tanto el acordeón Gaucho como el acordeón costeño vibran en momentos inesperados y no se trata de rendir tributo al vallenato, pues no soy amante de ese ritmo tropical, pero, al caminar y escuchar a todo volumen esa canción recordé la esencia de ser colombiano, la esencia de ser latino, la esencia de ser quien soy independientemente de la situación o merced de quien lea este momento, esta bitácora de un taciturno felino, lleno de curiosos momentos e inesperados caminos.


Esto es Buenos Aires, impredecible, humilde y oscuro ante los ojos de muchos turistas que desconocen la razón de ser del tango o cualquier ritmo casual.

Son las cinco y veinte minutos, el tour ha finalizado.

2 comentarios:

Iván R. Sánchez dijo...

Vaya, por cierto, recordar no es vivir; es envejecer.

HannaLuna dijo...

Y bueno ya habia venido por aqui a dejar un comentario pero tal parece q se borró =(...

Veo que esta vez de alguna forma nos sincronizamos , justo pensaba en la Argentina....

Q bonito viaje el tuyo...
Q bonito irse a cualquier lugar de la memoria donde se sintió bien...
Por eso creo q coincidimos esta vez. Una sincronización de recuerdos. No se si ya viste mi ultimo post.

Un beso.