26 de enero de 2008

Venenos de la Memoria

Con los recuerdos rodando por las escaleras, un muro a derribar en estado de espera, con ansiedad y sin sombrilla. Bajo un lunes lleno de febrero, donde el amor se cuestiona más que a la misma religión, donde la soledad se acurruca en el fondo de la habitación, desesperada, asoleada, ignorada y necesitada, acurrucada en su rincón con todos los sueños rotos y en vísperas de varias dosis de orgullo.

Víctimas de la indecisión nos sumergimos en palabras prestadas, nos damos cuenta que todo ha pasado y que cuando nos llega el turno de empezar ya hace rato que habíamos acabado, pensamos que el resentimiento y el rencor son conjuciones de un remordimiento bien aliñado, sin embargo y en otro orden de ideas nos ponemos en el rol de cazadores hambrientos, abusamos del débil y lo amordazamos en una estratagema propia de sabios, pero que en nuestra conciencia sabemos que no tiene nada de orgullo ni nada de valor esa hazaña, sencillamente porque no era una hazaña. Era una imagen mental de nuestra infancia.

Jugamos con el estado del tiempo y humedecemos palabras en un momento de soledad en el baño, consideramos perdido el tiempo cuando aquella carta de clausura nos llega, o cuando esa llamada de retiro nos confirma las sospechas, o cuando esa mirada penetra más allá de la piel y se incrusta es en el recuerdo, nos escudriña la memoria y nos arranca el dolor para luego materializarlo en una despedida, nos envuelve en una distante familia, nos reune en una acalorada discución y nos hipnotiza con la adicción, esa perdición eterna sin resplandor.

Hablar en el discurso depresivo de fin de año, de inicio de año, de mitad de año, etc etc etc pero que sabemos dura todo el año no es más que un deporte sin condición física. Maduramos el lexico y perfeccionamos el vocabulario que nos heredaron, comenzamos a implementar palabras y sinónimos que en ocasiones son innecesarios pero que impactan al transeunte que se detiene a escucharnos, que se deja comprar con una picada de carne o con una gaseosa de muchos litros. Así se juega a ganar, así se divide el ombligo para atarnos a dos mundos, cabeza de león y piernas de dragón, lengua de serpiente, mirada de castor, ego de gato.

Indiscriminamos en una hermosa manera de escribir palabras y frases lindas o raras para tramar al lector, pero sabemos en el fondo que todo puede resumirse a dos líneas de cohesión fonética o gramatical. Insinuamos experiencia en medio de tantas cosas que no vemos a causa de las manías y el exceso de sueño, defraudamos al mundo entero y no nos importa, simplemente lo defraudamos a cambio de nuestra paciencia, en ocasiones decidimos morir en un poema o en una canción, como si no fuera suficiente nos vemos en la necesidad de inventarnos el fútbol, y si ello no permite soledad, es porque no tenemos a quien venderle ese deporte de principios de siglo.

Acusamos de humanitarios a los que en las feas ven un punto de partida, acusamos de guerrilleros a los que en el licor embellecen senos y muerden anzuelos, acusamos de hipócritas a aquellos que en el amor construyen un camino para huírle a la vida. Jodemos y mortificamos al que en la sabiduria del hogar ignora las beldades de la calle o los riesgos del asfalto hecho selva y que prefiere encerrarse en un mediático instrumento de cuatro lados.

Quizás con ese exceso de dolor y sangre, de vino y queso, de letras y papel, de café y Coca-Cola, de cerveza y pornografía, de aquello y lo otro, de todo y nada, etc es que nos sometemos a un discurso frívolo y en ocasiones viceral que permite abrir los oídos a un ruído extraño que se asimila a la voz de nuestros progenitores.

Aquel que se someta a un espejo e identifique cinco diferencias consigo mismo será aquel que está llamado a identificar los defectos de la humanidad sin necesidad de mirarla, de resto seguirá buscando identidad en latas de cerveza o en tapas de gaseosa.

Mientras exista un discurso unitario y un modelo minorista seremos la mayoría de incrédulos en un frasco de confundidos. Si el amor es para vivir en paz, que la paz sea para encontrar el amor. No mas discursos rosados en muros de concreto, ni mandamientos en uniformes privados, instituciones y monumentos que en su historia solo han dejado veneno a la distancia y la moral.


AV


2 comentarios:

HannaLuna dijo...

Mucho corazón y sentido común-
Eso le falta a este "patriotismo" flojo que se queda en stand by mientras se nos muere.

Lindo muy lindo tu post..
Viceral.

Elisa Montt dijo...

Letras con fuerza y coraje....letras nocturnas como las mias.

Te dejo un abrazo.