1 de septiembre de 2008

Silencio Para Contar



En la noche del pasado sábado, dormía profundamente, me incomodaba con la insensatez de un dolor producido por el cianuro de la cobardía, me quedaba mirando gotas en la memoria y me usurpaba en frases filosóficas, cuando en medio de un fuerte e indomable sueño recordé eso que no había ignorado en estado de letargo.

Soñé que caminaba por un largo pasillo de madera, la baranda de rejas blancas estaba débil como el silbido de un cachorro, en el otro extremo estaba la puerta del baño abierta, en su interior un lavamanos azul oscuro se dejaba palpar por gotas de agua que se desperdiciaban en el lavado, junto al espejo estaba la ventana, siendo tarde en la noche las estrellas se alcanzaban a colar por el interior de la Casa Grande.

Fue en ese momento donde recordé lo que debía sentarme hacer: Escribir.

Había olvidado lo que este mes de agosto me heredaba, un mes lleno de emociones, quizás el mes que más sentimientos he tenido mezclados en mi vida, es decir, pasar de la extrema felicidad a la extrema tristeza, de la compañía angelical a la maldita soledad, de la farsa de los amigos a la humildad de los enemigos, de los placeres de la victoria a los ácidos sabores de la derrota, de la serenidad del hogar a la revolución de las palabras, de la hermosura de una literatura expuesta a ustedes, a la intimidad de las letras muertas en cama. Del amor en sábanas al sexo en el piso, un mes de Julio a Septiembre, treinta y un días de razones para vivir o huir.

Esa noche de sábado mientras dormía junto a mi gata reviví el dolor de la muerte en persona, esta vez fue sin desearlo o sin invocarlo. Me encontraba bajando las escaleras con calma, abajo voces de desconsuelo me esperaban, nervioso y sin entender que ocurría me dejaba deslizar con suavidad recostado en un pared azul datada de años y décadas atrás. En el primer peldaño un mujer delgada entrada en años me esperaba, era la tía Charito.

Agosto se comportó como el hijo no deseado, me dejó ansioso y deprimido, me dio emociones fuertes en escenarios fuertes. Me dejó con vida en tierras de nadie, me dio placeres y fluidos en lugares poco convencionales pero ricos en adrenalina y sexo. Nombres sin interés o con gran nivel de importancia se estancaron en mis manos, algunos se quedaron, otros siguen rotando con los vaivenes del universo.

Tomado de la mano de Charito imágenes del tío Diego regresaban de inmediato, voces de niños que buscaban a sus padres me acorralaban, el cuello me presionaba y la soledad de una Casa Grande me declaraba la guerra, las noches se me envolvían ene l manto de un mujer que dio su vida por una familia y que fue ahora exiliada a los olvidos de otros apellidos. Vestigios de un patio trasero se quedaban por fuera de la ventana mientras el sonido de una nevera jugaba con el silencio sepulcral de la noche, allí el aroma a Frutiño se escapaba buscando el segundo piso, mis pasos empezaban a dejarse atrapar en vacíos de una casa vacía.

Con el peso de las lágrimas y el miedo en la planta de los pies desperté sudando y preocupado, había soñado la muerte de la hermana de mi abuela Olga, de la Tía Charito.


AV

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantan las fotos que usa en cada uno de sus posts. Me pregunto si son todas suyas. Supongo que lo son, ya que si no lo fueran pondría los créditos respectivos a sus autores.

Carolina Moreno dijo...

Retrato de una muerte que mira a los ojos perdidos de un recuerdo de infancia y vejez. Da frìo cerrar los ojos empapados de llando infantil cuando se piensa en lo posible de una mano frìa, que llega tardía a nuestro lado para pretender darnos un poco de calor.
El paso de los días y sobre todo de los meses suelen dejarnos grandes inscripciones en la piel, humedades, sabores, olores, orgamos, sexo, pudores...pieles, manos, caricias y sombras. Pero donde estamos nosotros en medio de este collage de formas?
Encantador tiquete de viaje para remontarse al pasado con las sensaciones del presente. Gracias.
Carolina.