27 de marzo de 2010

Objeto de Conciencia


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Es interesante ver cómo nos engañaron en este nuevo milenio con el discurso del periodismo ciudadano, nos mintieron con el oscuro ataúd de la reportería ciudadana. Si bien cualquier individuo con una cámara fotográfica o un Celular con dicho gadget puedo incursionar en el campo del periodismo ciudadano, no tiene ni el respaldo, ni la protección ni la conciencia de ofrecer una nota periodística confiable. Bien puede ofrecer denuncias y demostrar gráficamente errores o crímenes civiles o políticos, darle a la justicia una evidencia de lo que ocurre y terminar en ello su labor, pero de periodismo ciudadano, no, eso no nos han ofrecido ni los más sabios escritores.


Trabajando en el sector político tradicional se puede dibujar en lienzo puro el perfil del que puede ser el heredero del trono. La política se descubre ante las ansiosas experiencias de ciudadanos inconformes con un mandatario, se intoxica con las caminatas de nuevos delfines y grandes barones que llenando bolsillos de harina y moneda han construido un nuevo modelo de Gobernanza, distinto por supuesto al que hemos rezado sea profesado en los palacios de mandato.

Pedir un poco más de lo que la televisión nos intoxica sirve para arrancar corazones en restaurantes vegetarianos. Somos profetas deportivos, evaluamos campañas completas de equipos de fútbol y les diagnosticamos resultados acordes a nuestra racionalidad, inclusive en la más abierta y árida de las disputas se puede medir el nivel de exigencia de dicho deporte.
Cenar sin hambre y sentirnos culpables de aquello que le robamos a la educación, es quizás lo que para muchos defensores de derechos humanos no es un artilugio constitucional, sólo una anécdota liberal de aquella educación superior que fugamos en bares y tableros sin tiza.


Incalculables los daños que damos a la conciencia materna cuando comenzamos a pensar en racionamientos básicos del mercado, terminamos la legendaria palabra del poeta, nos enmarcamos en números y banderines políticos, en laberintos de espejos rotos aparecemos caminando, en barrios de los que no podemos salir, de los que queremos pedir más y más, buscando intoxicarnos en ese mismo escenario donde se arrancan corazones antes del final.

Crecemos para volvernos adultos, cruzamos cielos azules en nubes grises, con la melancolía de la política damos al pragmatismo una comodidad asombrosa que nos ayuda a llegar lejos en la vida.


Es interesante ver cómo nos engañaron en este nuevo milenio. Trabajando en el sector político tradicional se puede pedir un poco más de lo que la televisión nos intoxica, incalculables los daños que damos a la conciencia.


Al despertar, miramos el techo con fuerza, nos aferramos a su estilo monógamo de vida y le pedimos nos proteja de esas nubes grises, nos confesamos en un par de oraciones y muchas intensiones, nos preocupamos con las noticias ciudadanas y cambiamos las banderas por camisetas verdes. La fe se recupera aun en los laberintos, nos volvemos serios y pragmáticos, aprendemos a decirle “no se” a la vida.


Un mal sueño puede durar toda la vida.


AV

3 comentarios:

Iván R. Sánchez dijo...

O simplemente durar lo que dura un pestañeo, pero me siento identificado con el hurto al conocimiento y con la desaforada usurpación de roles y conciencias, parece que cada vez más personas no son ellas mismas si no hasta que logran ser otros (o como otros).

AV dijo...

Que bien tener tu regreso en el mismo sentido en que hemos dejado a otros ser. Si, compartiendo contigo esa fuga, como objeto de conciencia. Quizas los roles no esten del todo definidos amigo mio.

Iván R. Sánchez dijo...

Eso me suena a excusa, cada cual verá como se define, pero que lo haga, ¿no?