22 de septiembre de 2008

Silencio para Escribir

Y me sentaba a escribir, a decir lo que hace mucho no decía, a murmurarme en la pared de al lado de la cama, a sentarme frente a la ventana y fumarme oraciones que no fueron ofrendadas, a escaparme de mis silencios y sentarlos en la esquina. Me miraba en el pasado como el vagabundo que extraña la comida recién servida, como el cocinero que extraña el sazón del hogar materno, como el poeta que no muere sino que se reinventa en cuentos y reseñas, como las aves que dejan al mar en sus costas para embarcarse en veranos repetitivos.

Y me sentaba a escribir, no para pensar en ella, ni en ellos, ni en esas ocasiones de desprecio furtivo y de odio contra el sistema que los rebeldes llaman leviatán, no me siento a escribir por capricho ni por necesidad, solo por cobardía, por dejar servido el plato frío del orgullo y envolverlo con papel aluminio.

Me siento es para leerme en líneas blancas, no para pesarme en la balanza de la cordura y la conciencia, no para envejecer en la intelectualidad de la escuela, no para retar al olvido y escudriñar en ventanas cerradas, ni para violar mensajes y sugerencias. Me siento por capricho, para contradecirme y contrariarme, para dejarme en esa redundancia que nos suplica de más y más.

Sentarse a escribir, no encuentro otra opción. Conversar, hablar, charlar, mendigar, pensar, caminar, en este orden de ideas todo lo anterior se resume a nada, se cierra en un breve lapso de tiempo desperdiciado, la hora de escribir se asemeja a la hora de sueño, donde cerramos los ciclos y abrimos la correspondencia que nos llega en suspiros.

Estuve cerca a una temporada de reflexión, una temporada de gatos abierta a nuevas experiencias, a olvidarme de los problemas de siempre y tratar de enmendarme en una dosis doble de identidad, de asegurarme en otros espacios y quizás con otros actores, cerrando puertas a un lado, abriendo puertas al otro, escuchando propuestas musicales en un lado, oyendo ruidos por el otro, caminando de cerca a las amistades, viviendo con cambios significativos y bla bla bla.


Se bien que me espera afuera, allá, al otro lado, donde la experiencia no cuenta y los pensamientos tienden a ser redundantes, miro el Facebook un rato, leo el correo con afán, miro mi agenda y empiezo a pensar en esa cuenta regresiva que me depara noviembre, en fin, todo se cuela en ritmos y esperanzas, en constantes palabras de aliento que para este entonces son pocos los mortales que como yo podrán darme consejo o concejo alguno, ni para escucharlo, ni para reunirlo. Soy un gato raro, sí, raro.


Ahora me levanto a leer, y es ahí cuando comienzo realmente a caminar.

AV

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hace mucho solia escribir mucho aunque dudo que alguna vez haya llegado a algo al nivel de ti(ustedes)...pero igual me trae nostalgia y por alguna razon soy adicto a la nostalgia.

=)

Jum?! dijo...

"no me siento a escribir por capricho ni por necesidad, solo por cobardía"?
Por qué cobardía? Por qué describirlo de esa manera? AV, no sé si es ignorancia de mi parte, pero me llamó la atención y me gustaría saber.