Imagen tomada de: http://www.fotos.org/galeria/data/548/medium/gato-entre-lineas.jpg
Instantes en los que nos acomodamos y nos dejamos llevar por esos deseos de tranquilidad y reconciliación, de amargura y preocupación, quizás de placer y seducción, en algunos casos de temor y remordimiento, de rencores y sonidos aleatorios. Somos en este plano una materia que ocupa un espacio determinado con una función indeterminada, aire que nos rodea y nos excita, que nos camufla de frases y lectores, de canciones y animales que nos imitan o representan, nos enseñan a vivir y a divertirnos con sus ecos y sus profundidades; Planos en los que caminamos y definimos sentimientos, emociones, fluidos y aromas, lamentos o suspiros, observadores que se ensimisman en su reflexión, espías que se asombran de su traición.
Nos balanceamos en instantes, disfrutamos esa necesidad de corrompernos, de mudarnos de piel, excluirnos del vacío social que denominan economía. Nos balanceamos en instantes, suplicamos deseos en artistas que suplican sentimientos, el propósito varía según el andar, esos ropajes que nos defienden de la casualidad, nos amarran en la corta cotidianidad, esos espectadores que no piensan, que no se balancean, no se sumergen, no suplican, no caminan, sólo cambian de piel.
Para el poeta una canción, para el pintor un poema, para el músico una pintura, para el fotógrafo una mujer, para las mujeres un artista, para nosotros una musa, para las musas un motivo.
Instantes disfrazados de sueños que permiten comprender realidades paralelas, sentimientos cruzados o encontrados, esos instantes que para los mortales significan esperanzas y deseos de continuar mientras que para los insensibles inmortales son sinónimo de frustración y cotidianidad, no permite la continuidad de repetición, ni la redundancia de la canción, esos juegos de letras que terminan en conquistas, en vanidades y paisajismos.
Ser niño de nuevo para morir con tranquilidad, aprender como los ancianos para caminar con seguridad y pasión, aventurarse en las profundas alegrías prestadas y envolverlas en sentimientos propios, tomarse de carnaval esas rutinas pesadas de la historia y guardarlas en una nota musical, en la cintura de esa musa justificada.
Dibujemos una caricatura que nos recuerde ese año desanimado, que nos permita olvidar esas canciones que nos marcaron, ese placer con el que olvidamos a nuestros padres cuando estamos fuera de casa, o el dolor mismo cuando los olvidamos dentro del hogar, ese derecho a ser humanos que nos reprime en el primer beso, nos vuelve tímidos en un callejón de oportunidades, una cajita feliz para compartir.
Al final de la historia logramos perdernos en un beso, logramos hallar el significado del universo en una mirada casual, logramos fallarle al tiempo cuando miramos al sol desde el otro lado de la ventana, vivimos de lo que nos dan, no damos para vivir, damos para existir.
Para el poeta una canción, para las musas vanidades y agradecimientos.
AV.
1 comentario:
AV 1, Theraq 0 ???
Tal vez entienda que no quiero dar, que no quiero solo vivir por un sublime final; sin embargo esa conciencia del dar es engañosa, no la comparto, me refugio en Benedetti: "La generosidad es el único egoísmo legítimo."
El poeta se queja, la poesía respira hondo y le da una bofetada...
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