30 de marzo de 2010

Demasiado Cotidiano



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La cotidianidad se desborda en espacios y ejemplos de madurez. Aprender a aceptar las cosas por su rol rutinario y no por su utilidad es acto de grandeza. Conocemos personajes que se sienten importantes en reuniones de corbata, otros que quizás con un poco de esfuerzo logran pasar inadvertidos en serias discusiones, los pocos que se juegan la vida en el rol de espectadores no deciden comprometerse a nada, solo comentan y analizan, estudian ciencias del conocimiento y dicen ser humildes. A esos es a los que rechazo mi gratitud.

Cuando empezamos a encontrarle más defectos que virtudes, es cuando en el corazón comienzan a fallar las cosas, las punzadas en el pecho se sincronizan con las noticias de prensa, las cosas han cambiado. Titulares en negrilla, emisoras a alto volumen, revistas imprimiendo portadas con sucesos horripilantes, transportadores susurrando al ritmo de violines en la ciudad, ancianos asombrados asomados en sus ventanales discutiendo entre sí, niños curiosos paseándose por los semáforos, blogger´s consternados. El mundo puede cambiar, no se asombren, el mundo puede evolucionar e inclusive puede llegar a su final sin importar las consecuencias.

Las relaciones humanas son de los más adverso que podemos entender en nuestro diario vivir, son rituales de interacción en el que nos transportamos a mundos diferentes, algunos permitidos para soñar y otros censurados a la luz, señales de discusiones y amistades se concentran en la manera como entregamos el saludo a nuestro interlocutor, le damos validez en un ambiente tan polarizado que hasta la sociedad ha preferido resquebrajarse y acabarse que escucharse. A eso es a lo que rechazo la gratitud.

Es difícil comprender el pensar de nuestros seres queridos, pero más complejo el aceptar que algunos dejan de ser queridos y ahora asumen el rol de seres corrientes, ya no son príncipes o reinas en grandes nubes y pedestales, ya no son estrellas o intelectuales de gran conocimiento quienes nos hablan sino, pobres seres llevados hasta la locura por su propio afán y egoísmo. Cómo detesto a los egoístas, a aquellos que prefieren morir en silencio que pedir ayuda, eso es propio de un despiadado monstruo egoísta. Cómo me incomodan aquellos que no se comprometen en proposiciones varias pero sí están presentes para ayudar iniciativas que no le son convexas, es difícil asimilar un lugar en el mundo para los que no nos gustan.

Las relaciones humanas a veces son intermediadas por mecanismos virtuales o espirituales, oramos para solicitar bendición y éxito a los que adoramos, escribimos y posteamos para que los que nos importan lean y sepan lo que se piensa. Chateamos con los que huyen a su rol y en rivalidades inexistentes nos dan su amistad; vivimos en casa visitando a los que cada sábado inventan una nueva semana y se escabullen en su tintorería de confianza. Como los cuentos de hadas, sabemos cuando el final feliz sólo es de una vía, cuando las canciones dejan en sus violines las escenas de persecución, cuando las bibliotecas en sus góndolas guardan las memorias de los no mencionados.

Es difícil asimilar un lugar en el mundo para los que no nos gustan, es difícil hablar con la verdad cuando al que tenemos en frente es el representante de nuestras mentiras, quizás naufragar en relaciones bilaterales sea el sinónimo a cambiar el mundo sin importar las consecuencias. Queremos darle afecto a todo lo que nos rodea, queremos reflexionar en estas letras la condición humana de re-vivir a consta de otros, de aceptar a los que nos rodean inclusive con conocimiento de causa de sus miedos y defectos, de aprehender de ellos los peores valores y devolverlos en frases célebre de noches de navidad.

Las relaciones humanas pueden ser complejas, pueden extinguirnos de nuestro entusiasta rol de artista o escritor, de poeta o rey, de amante o cacique. Cada mención de vida nos enseña la manera para atragantar frases convexas, para envidiar a los que se marcharon, enredarnos con los que se quedan y dar en las manos calor humano al recién relegado.

Es Hora de Tomarse un Buen Vino.

AV

1 comentario:

Unknown dijo...

Mue buen Post Armando, a veces las personas son tan complejas y diversas que relacionarse con los demás es complicado...