6 de septiembre de 2010

Laberintos de la Conciencia


Imagen Tomada de: http://www.davidicke.com/forum/showthread.php?p=765609

Cat walks across a railway track

Photo: Jean-Philippe Ksiazek

Al mejor estilo de una novela rockera o lo que algunos poetas españoles han denominado como “Ópera Rock” la vida se va recogiendo en un largo trayecto de hilos de diversos colores, en tejidos de distintos retazos, en historias que superan la vida. Amistades que se sumergen al cliché de un tema de conversación, enemigos que se cultivan con el mismo amor con que se endeuda el corazón, estrategias que se arruinan por un diminuto instante de soledad.

Todos nos enfocamos en un reguero de argumentos, en palabras que desdibujan la memoria, le embriagan en intermitentes recesos de intelectualidad, la encierran en momentos de frialdad, se le da la espalda a aquello que un breve homenaje pueda fusilar. Se le regala besos a todo lo que pueda sostenernos la mirada mientras dormimos.

Con la Nostalgia en la cocina de la casa, la escuela rondando en mi cabeza, con sede política en la resaca, silencios en mi futuro y una bella máquina de coser emociones al servicio de la modernidad. Un millón de instantes desperdiciados en luchas innecesarias.

Horas de sueño compartidas en besos muertos por el frío, en canciones puestas al espejo en baños de agua tibia, años de cordura, momentos de angustia, caminos de la vida con membretes de mares lejanos. Amigos de la piel, forasteros de un cancionero sin anónimo, minutos de canciones conocidas, amores de libros abandonados, diosas sin ser coronadas, inquilinos sin médicos que atender, enfermedades sin lugares para estrellarse, fallecidos sin infierno para visitar, amigos sin discursos para reinventar. Páginas para re-leer en días de normalidad.

No somos sueños compartidos, no somos futuros inventados, no somos letras en prensa nacional, no son soledades compartidas, no somos valientes de tierras y llanuras. Somos solitarios de vocación, amantes de oficio, enemigos por cortesía, heridas de otras ganancias, tarjetas de pequeñas anuencias.

No hay canciones que se puedan negar, no hay burlas que se puedan esquivar, no hay tatuajes que se puedan endosar, no hay pensiones que se puedan aplazar ni batallas que funcionen sin luz, no hay metas sin puntos de partida, no hay jugadores sin egoísmos, no hay amores sin caminos.

Cromosomas y crucigramas, soledades y analfabetas, agallas y poetas, juego de letras y palabras de honor. Miles de combinaciones, miles de vidas, miles de huellas en la arena, miles de contextos sin pretextos, miles de momentos sin presupuesto, miles de relojes en cada pared. Todo lo desperdiciamos, todo lo amargamos, todo lo endulzamos, todo lo contradecimos y lo bendecimos, lo juramos y lo empolvamos.

La vida nos da por venganza la misericordia de quienes no nos comprenden, nos regala el egoísmo de los desafortunados, la sabiduría de los rechazados, las heridas de los homenajeados, el tiempo de los cansados, el premio de la cordura.

Todo, inclusive lo que no dejamos de entender se nos escapa en una lluvia de sal, en una vida de camaleones que quieren ir y volver, todo se nos muere en batallones de victorias pasadas, en calendarios de otras edades, en páginas de otras deidades, en otros lunares que el amo no puede soportar.

En letras que la cotidianidad no puede ocultar.

AV

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