II.
Marcelo inició sus estudios de
ingeniería en la Universidad Industrial de Santander, logró el grado de honor
llevándole a estudiar una maestría en ingeniería eléctrica e informática en la Texas
State University, una experiencia difícil por demás, ser tan joven en una época
en que el mundo estaba en desarrollo de la informática y sin tantos datos de
acceso como hoy día fueron para sí un reto de alto nivel.
Logró graduarse con honores, hizo
mérito para una beca en el último año lo que le redujo el estrés económico que
a cualquier latinoamericano le puede a bien fraguar. Un viejo compañero de
clase, Thomas J. Van Arsdale, de origen
holandés le recomendó aplicar a una beca allá en su país, la industria
aeronáutica estaba en furor y Marcelo podría ser quizás un buen candidato.
Aceptó la invitación y aplicó por
correspondencia, tiempo después recibió la invitación a presentar un examen de
admisión, difícil, especificaron. Requerían medir sus conocimientos en física,
química, matemáticas avanzadas y por supuesto, el dominio del idioma.
Viajó un 04 de noviembre, desde San
Marcos en Texas, hasta Roterdam.
Adaptarse al cambio de ciudad no
era un reto para Marcelo, después de vivir en Bucaramanga, pasó a Estados
Unidos y de allí a Europa, más allá de las inclemencias del clima, el reto real
era el idioma, así que empezó a prepararse como pudiese y su amigo, Thomas era
más que un aliado, un hermano del camino.
Aprobó los exámenes académicos,
pero no el del idioma.
La frustración invadió su cuerpo
al punto de obligarle a sentarse en un parque a consolar sus lágrimas con el
frío viento del río. Thomas que le acompañaba le invitó a despejar las
preocupaciones del no futuro, así que lo llevó a un bar cerca, cerca de la vía
Corrie Hartonglaan.
Allí conversaron recordando los
méritos y experiencias vividas en Texas, de cómo superaron juntos las crisis
económicas, desde almorzar comida que sobraba del restaurante local hasta las
noches de frío donde tenían que cubrirse con abrigos poco aptos. Hablaron
además de los viejos amores, de cómo un colombiano pudo enamorar a una de las
mujeres más bellas del campus sin dominar el idioma en su totalidad, aquel
primer año fue por demás gracioso y retador.
Marcelo agradeció el gesto de su
compañero, con algo de esfuerzo intentó seguir la noche con un neerlandés
regular, Thomas le corregía o le enseñaba técnicas para dominar poco a poco el
idioma.
Al día siguiente se presentó en la
facultad, en la universidad de Delft, explicó que tenía buen promedio con los
exámenes de admisión pero tenía desaprobada la evaluación del idioma, situación
evidente al tener que expresarse en inglés.
Una joven atendía la ventanilla y
con una sonrisa de aquellas que son propias para el amor eterno, le sugirió, en
un perfecto inglés, que realizara una carta de solicitud de admisión con el
compromiso de aprobar el examen del idioma en el año siguiente, incluso, le
ayudó a redactar la carta para que fuera más convincente.
Marcelo quedó enamorado de los
ojos color miel de aquella funcionaria, ella, atraída por el físico poco
convencional que tiene un latino en Europa, le sugirió si iban a almorzar
juntos.
Sin dudar aceptó y se enamoró de
Elin Bakker mientras almorzaba con ella. Una mujer de estatura alta por su genética
europea, una piel tan blanca que se volvía roja con el calor o el frío y por
supuesto, un cabello amarillo que podría verse blanco en ocasiones.
Salieron varias semanas a
almorzar, del almuerzo iban por un café o terminaban en el parque hablando en
un perfecto inglés. Al finalizar el mes Marcelo recibió la carta de admisión al
programa Doctoral y la correspondiente beca de apoyo. La condición de aprobar
el examen de dominio del idioma era exigente y solicitaba que se presentara en
el primer trimestre del año siguiente.
Elin con el cariño de una dama
enamorada dio todo el apoyo a Marcelo, además de brindar la sensatez de su
corazón, le guio en el aprendizaje continuo.
Todas las tardes, al finalizar la
jornada de atención al público, Elin se dirigía a la biblioteca a acompañar a
su enamorado en sus estudios, algunos días lo encontraba intentando memorizar
palabras sin sentido, en otras ocasiones le veía leyendo libros de física, por
supuesto en inglés. Aquel día Elin abrazó a Marcelo y dando un beso en la
mejilla le saludó, sugirió que practicaran un poco el idioma para el examen,
pues no quería verle triste por perder una oportunidad tan valiosa por culpa de
un simple examen.
Marcelo la abrazó y sentados en
una mesa en el centro de la biblioteca, comenzaron a practicar frases varias. Giró
su mirada a una venta al fondo, observando que el cielo estaba totalmente
negro, sin estrellas y sin nubes, unos vistos rojos, como pinceladas de color
se notaban en medio de la oscuridad.
Avisó a Elin y señaló la ventana,
ella ignorando qué ocurría notó que toda la biblioteca estaba desocupada, algo
poco común para esa época del año. Ambos se levantaron y caminando en dirección
a un ventanal inmenso se encontraron con la ciudad desaparecida, no estaba el
campus universitario ni las edificaciones adyacentes, todo era negro, un
universo cubriendo a la biblioteca como una especie de bóveda.
Una voz distorsionada comenzó a llamar a Elin por su
nombre, como si se tratase de una orden mientras Marcelo observaba al cielo negro,
aquella voz comenzó a sonar más fuerte absorbiendo la luz de las bombillas
fluorescentes del techo.
Elin caminando en dirección a la ventana tenía su
mirada fijada en la nada, Marcelo se acercó un poco a ella y con pasos
dubitativos asomó su mirada queriendo encontrar explicaciones.
Un relámpago brillante cegó la mirada de ambos, Marcelo
se cubrió el rostro con los brazos, sintió una descarga eléctrica por todo su
cuerpo, se levantó y mirando a todas partes encontró a la biblioteca nuevamente
en su estado normal, todas las mesas estaban ocupadas por estudiantes o
profesores, una señora que hacía aseo trapeaba al fondo de un pasillo.
La mesa estaba intacta con los libros de Marcelo y la
cartera de Elin, sin entender nada miró su reloj y vio que ya eran las seis con
seis minutos de la tarde.
Elin no estaba por ninguna parte.
AV.




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