13 de julio de 2017

Hay Veces (Antes)






Mr Bojangles.
Original cat painting By: Sarah Taylor

Cada viaje trae consigo una carga de emociones que son en su mayoría, expectativas de la travesía que comienza. Para Mario tal travesía era más bien la continuidad de una ansiosa búsqueda de redención y perdón.

Hay veces en que no se quiere ver a nadie, a nada, ocasiones en que el alma solo quiere soledad y extremo silencio. Sabía que había cometido un error fatal, que María estaba molesta y casi que con el corazón listo para abdicar toda posibilidad de hacer real ese mundo que alguna vez juntos soñaron. De hacer ¡zas! esa ensoñación que habían reservado para el futuro.

Hay ocasiones en que la mente no quiere ni tocar el cuerpo de quien se ama, momentos en que solo se desea ahogar el alma en un grito para poder olvidar (o aliviar el dolor).

El tren comenzó a tomar rumbo al sur, sentado al costado izquierdo del pasillo, en silla de ventana, comenzó a observar el paisaje gris de una ciudad que comenzaba a volverse verde y azul, se sentía triste, pero así como el sol hacía desaparecer la neblina, sus emociones se desvanecían acorde se acercaba el tren a la ciudad de destino.

Quería olvidar por un momento la imagen sonriente de María en su mente, pero no se atrevía por la sencilla razón de que aún le soñaba, a diario. Le deseaba, le dejaba amarse en su inconsciente, como un segundo volumen de la memoria.

Le acariciaba en su mente. 

Recorría los verdes campos del valle por la ventana observando el azul del cielo golpear los cultivos de arroz y caña de azúcar; la acariciaba lentamente dejándose guiar por el deseo, la acariciaba hasta sentirse impotente.

Deseaba morir con ella, poder olvidarse del mundo entero y encerrarse con ella en un universo paralelo, morir si fuese justo, juntos por supuesto, olvidar todo ser vivo y materia, olvidar todo pasado y recorrer las estrellas como un único ente de amor.

Sonaba lindo en su mente, sin embargo, era de no atreverse a tales deseos, de alguna manera por más poeta que fuera, su interacción con el mundo real le daba golpes al pecho, como esa señal egoísta de querer vivir en el hedonismo de la poesía y la urbanidad.

Mientras recorría los campos del valle en tren, comenzaba a reflexionar (quizás a  angustiarse levemente) sobre lo que fue su relación, los errores cometidos, los anhelos extintos; pensaba, que habían ocasiones en que a pesar de no saber qué le ocurría, algo se movía a sus adentros.

Ocasiones en que le era imposible saber qué es lo que pasa adentro de sí (todo el tiempo), se sentía vulnerable, como la niebla que cedía ante el poderoso sol de la mañana.

“Somos gatos en celo” se dijo a sí mismo. 

Jugaba con las llaves golpeándolas contra la ventana, jugaba con la figura de las gotas de agua y el vidrio empañado por el calor interno (intenso). Sentía comportarse como un felino rebelde, como un ente sin rumbo, una célula que explota ante toda presión.

Sentía que ya nada podía detenerlo. Iba camino a casa de Lucía a buscar a la que jura, es el amor de su vida.

El tren directo al sur proseguía su camino con más calma que la que se sintiese en el corazón de un poeta despechado.

Quería escribir alguna canción que le inspirase el trayecto, pero nada le surgía, quizás, porque se sentía vacío, como queriendo ahogarse en un grito, como queriendo olvidarse del mundo mismo, o de ella, de María.

O quizás, era simplemente esa ansiedad que le llevaba a no saber qué es lo que pasa adentro de sí.


***
De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: La célula que explota (1990) [Vol. 2]
Compositor: Saúl Alfonso Hernández Estrada.


AV

12 de julio de 2017

Buenos Días Señor Sol (Para Vos)




Sunrise. By: Nicole Wong


Se había despertado desde hace ya mucho rato, temprano en el amanecer había visto al sol salir como una ligera línea de luz entrar en su ventana entre la cortina y la pared. Estaba acostada boca arriba con la ansiedad sobre el pecho, era el día en que se vería de nuevo con Mario después de una semana de haber roto la relación, relación que ella había acabado en defensa de su honor y dignidad.

No estaba muy segura de si era una buena idea haber aceptado la visita de Mario a casa de su hermana, en especial, porque su hermana no parecía verse bien de ánimo, quizás por la situación, quizás por la soledad que le abarca día tras día, o quizás por el tema de tener que volver a empezar en su vida.

Acostada observaba la ventana, se dejaba inundar de pensamientos, se llevaba a donde le llevasen las ideas o la nostalgia, lo que primero avanzara.

Como un golpe letal entró el sol por la ventana, como si le hubiese roto el cristal hasta más no poder. 

Al menos la mañana venía bien, quizás con ella la rutina pudiese cambiar, sin embargo, era su ansiedad la que le hacía entender el mundo de ese color.

Se sentó sobre la cama y como quien suplica al creador del cielo y de la tierra observó por la ventana las ligeras luces del amanecer. Quería, deseaba, que el dios mismo de la vida buscase a Mario y le diera la fuerza para  encender de nuevo su voz, porque en el fondo, todos amamos la vida a pesar de que nadie tenga el valor de hacerse un lado por amor. Qué ironía, pensaba sentada en su cama.

Un silencio incómodo recorría la casa. Parecía más como si un fantasma recorriese el mundo entero con el deseo infame de asustar a todos, pero pobre de sí, preciso este día era un día donde no habría a quien asustar.

Sintió los pasos de Lucía en la casa, de seguro también estaba despierta desde temprano, miró el reloj y ya eran casi las siete de la mañana; No había dioses a quiénes acudir, Mario vendría ya en camino o por lo menos, alistándose para salir rumbo a la casa, sentía perder en el fondo la voluntad de querer vivir o amar de nuevo, como si llevase en una mano el oro y en la otra la mediocridad y tuviese que decidirse, como si fuese un tesoro publicitario.

Se puso en pie y sin quitar la vista en la ventana vio cómo los rayos de luz comenzaba a llegar al borde de la cama – Calienta ya mi cama señor Sol – murmuró mientras se imaginaba cabalgar en una de las estelas de luz hacia un mundo perfecto, - Nunca se sabe cuándo dejarás de darle al planeta luz y calor – Sonrío para sus adentros y comenzó a organizar la cama, coqueteaba con el frágil deseo de una infancia vivida muchos años atrás en esa casa.

En definitiva, todos amamos a alguien y necesitamos de alguien y ello lo tenía muy claro María Isabel. Su hermana, Lucía, también sabía con certeza que no debíamos de andar solos por este mundo, quizás de allí su desgano en una bella mañana soleada.

Terminó de organizar la cama y en ese instante Lucía entró a la habitación.

- ¿María? –

- ¡Hola! Hace un bonito día, al menos la mañana viene bien –

- No pensé que estarías despierta tan temprano –

- Yo tampoco, pero supongo, es un buen día para escuchar Rock´n Roll – Sonrió.

- Supongo – respondió Lucía.

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De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Va Por Vos, Para Vos (1982) [Zas]
Compositor: Miguel Ángel Mateos Sorrentino.


AV

11 de julio de 2017

Al Comenzar la Mañana (Mucho por Andar)



"Going to Work" By: Joy Campbell.


Pasa la vida y el tiempo no se queda quieto, llega el silencio y consigo trae el frío y la soledad. 

Es una mañana nublada, con poca luz y mucha niebla. Lucía ha madrugado a causa de un mal sueño, se acomoda en la entrada de la casa a ver el sol salir y suspira un poco en coquetería con el frío viento que llega del norte, se sumerge en un juguetón piropo con la soledad.

Se cuestiona sueños viejos y nuevos, deja caer una bocanada de nostalgia y observando el valle se pregunta a sí misma: “¿Y en qué lugar anidare mis sueños nuevos?”, suspira nuevamente y se sirve una taza de café recién colado. Se queda de pie junto a la entrada de la casa, pensando una y otra vez, “¿quién me dará una mano al despertar?” Se sentía frágil.

Quizás el saber de la pronta llegada de Mario le daba malestar, o el imaginar la posibilidad de  una vida feliz para su hermana María le diera más envidia que dicha, de seguro de allí radicaría su amargura, o su exacerbada nostalgia.

Volver a empezar es importante para todos, en especial cuando el juego de la vida sigue en curso, no dejar apagar el fuego que se consume dentro del alma, ni dejar que el alma se convierta en un adorno más de la casa. Lucía tenía claro que debía de continuar sonriente, ser consciente que cada mañana es un nuevo día bajo el sol del valle y que allí precisamente, es donde reza eso que llama hogar.

Sentía un poco de aburrimiento en su estar, no era claro si se tratase de María y su situación sentimental con Mario, o si se tratase más bien de una nostalgia que ha comido de las galletas del pasado abriendo heridas donde antes hubo anhelos.

Se fueron los aplausos de un pasado festivo y algunos recuerdos de Lucía solían viajar en el eco de la gloria. De esa bulliciosa emoción de crecimiento profesional.

Con toda la claridad del día que comenzaba, se detuvo a ver el valle iluminarse lentamente con el sol que despejaba la niebla, pensó en lo joven que es su hermana María y se dijo a sí misma como un murmullo que suplica perdón: “Yo seguiré adelante atravesando miedos mientras ella seguirá en pie construyendo sus miedos propios”, suspiró, para luego cerrar: “Sabrá Dios cuándo sea el momento para volver a empezar”.

Si se tratase pues de volver a empezar, bien tendría entonces que salir de casa y dar esos pasos hasta las calles de su ciudad, dejarse recorrer el alma en un juego que aun sigue en curso y encender la feroz llama de su alma, ahora bien, Lucía no era precisamente ese tipo de mujeres fuertes que sirven de musa a los intelectuales y bohemios de la nación, quizás de allí su malestar con la relación de su hermana María Isabel y Mario.

Queda mucho por andar en los caminos de la vida, mucho pasado por corregir y mucha verborrea  por distribuir en reuniones familiares, lo más importante, organizar la casa para la llegada de Mario, quién sabrá qué clase de huracán será su presencia en el andar de María.

Mañana será un nuevo día bajo el sol, eso está claro para Lucía, pero el hoy es hoy y el sol apenas se asoma por el valle, así que entró a la casa dejando su taza de café en la mesa de comedor, se dirigiría a despertar a María para comenzar a arreglar casa y cocina.

“Son casi las siete de la mañana y queda mucho por andar” Se dijo a sí misma, no había nada más que refutarse, “Sabrá Dios cuándo sea el momento para volver a empezar” susurraba mientras caminaba al cuarto de televisión a despertar a María Isabel.

¿Qué le pasaba a Lucía?


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De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Volver a Empezar (1997) [Volver a Empezar]
Compositor: Alejandro Lerner.


AV

10 de julio de 2017

Emprender el Viaje (Ángeles Caídos)





Art of Lowell Herrero

Cada mañana trae su afán. Mario comenzaba desesperadamente a organizar sus pertenencias y artículos de valor en una mochila mientras contaba una y otra vez su lista de accesorios para llevar. Sería un viaje inicial de dos a tres horas en Bus, si estaba de suerte, conseguiría pasaje en el tren.

Salió con la puntualidad que su ansiedad le permitió abordar, llegó a la estación de buses al otro lado de la ciudad y encontró que solo había pasaje para viajar dentro de una hora y media. No le era conveniente si seguía en mente con el plan de llegar a almorzar con María.

La estación de trenes estaba cerca, alrededor de veinte minutos tomando un taxi, por la cercanía el valor sería de una carrera mínima y quizás con suerte llegaría para tomar un puesto. 

Comenzaba a recordar pasajes de su vida, especialmente de su niñez, de sus tiempos de viajar en Tren rumbo a las vacaciones en casa paterna, pero sabía que el tiempo no le era favorable y ante ello decidió, como un acto de amor, al mundo hacerle frente.

Tomó camino a la estación de trenes, por cada tropiezo o caída sentía en su profundo corazón que debía de seguir, de hacerle frente, como un hechizo cotidiano, como un afán súper humano.

Sabía que no abandonaría nunca su deseo por estar con María, que jamás dejaría de lado ese sentimiento tan profundo que le empujaba a buscarle, como si fuese un mundo exclusivo para ángeles caídos.

Sabía en su interior además, que el amor mismo que sentía le llevase a recibir, de parte de ella, algo tan valioso que dejara mudos a los mismos ángeles del camino, que le ayudase a recuperar el tiempo perdido y por qué no, que le diese los frutos suficientes para llenar su vacía alma, su agotado espectro.

Mario tenía la esperanza (muy vaga por cierto) de encontrar en casa de Lucía, la hermana de María Isabel, una fiesta grande y pintoresca, una fiesta soñada donde pudiesen conversar y bailar, donde pudiese decirle a ella, a María, que por amor es que uno hace lo que siente, y que por ese mismo deseo, el del amor, es que se pueden con el corazón llegar a observar ángeles caídos al costado del camino.

Poder expresarle en palabras sinceras, y no en canciones, que por amor es que seguiría el camino de buscarle, el camino de entregarle su alma si fuese justo y necesario y cómo no, poder, por amor (o en nombre del amor, quizás) seguir sin importar el costo de la vida.

En realidad eran más las expectativas que el principio de realidad que adornaba la mente de Mario, su deseo por estar de nuevo con María le llevaba, incluso, a inventar caminos y canciones, a encontrar ángeles caídos donde solo hay vacíos en el pavimento, a escuchar el susurro del mundo y a levantarse siempre, por cada caída que tuviese.

Llegó a la estación de trenes y tarareando una melodía ("Uh uh uh... Mírame... Uh uh uh") miraba la hora en su reloj de mano, eran las siete de la mañana y el tablero en la estación informaba que el próximo tren partía a las siete y treinta minutos.

El tiempo justo para comenzar a viajar al Sur.


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De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Es por Amor (1986) [GIT Volumen 3]
Compositores: Pablo Guyot, Willy Iturri, Alfredo Toth.


AV

9 de julio de 2017

Al final de la Tarde (María)




Princess Moe


La llamada no había sido la más oportuna, después de todo sabía que en su corazón había vida suficiente para seguirla llenando de amor, se molestó profundamente con su hermana, sentía como un acto de traición el que le hubiese pasado la llamada en vez de negarla, como esperaba que lo hiciera.

Su hermana por supuesto, si bien no estaba de acuerdo de la relación de María Isabel con Mario, era de las que pensaba que las relaciones debían de cerrarse y la mejor manera de hacerlo era hablando, no huyendo. No quiso dar explicación alguna y prefirió hacer silencio a los reclamos que recibía.

María Isabel salió molesta de la casa de su hermana, a una velocidad que le era inmarcesible a la memoria. Pensaba en  las palabras de Mario, pensaba en su relación, como si hubiese sido una especie de Amor Bilingüe o de malabar emocional.

Mientras caminaba recordaba de todo un poco, sentía que la brisa de la tarde que iniciaba era justa para su andar, sentía un poco de pena por la ciudad, quería recorrer las calles dejando que su mente le llevase por la memoria de los besos negados, el recuerdo de aquellos besos en la oscuridad del pasado.

Se le nublaba la vista, le dolía recordar aquellos besos que Mario le brindaba, le dolía pensar en que ese amor que alguna vez fue puro ahora estaba manchado, un amor de besos negados que ahora nunca más regresarían, o por lo menos, eso deseaba en su corazón.

Caminaba pensando en su pasado, en las palabras de Mario y en la cita que tendrían al día siguiente. Algo extraño podría ocurrir, quizás volver a sentir en sus labios el frío de los besos, o sentir quizás los labios de Mario de una manera que sabía, jamás les volvería a sentir.

Caminó toda la tarde, en momentos se sentaba a reflexionar sobre la ciudad, en recordar un poco de su vida en familia o de su infancia inocente, pero siempre terminaba dando vuelta a la memoria y recordaba las palabras de Mario, de lo que se habían dicho telefónicamente y de cómo se llegaba a sentir traicionada por su  hermana.

Eran sus penas las que deambulaban por las calles, bajo un farol comenzó a suspirar en el pasado, como si le robara besos a todo aquel que caminara por su lado, como si le robara vida a cada ser que le acompañase en su andar. 

Mientras yacía en un callejón, reflexionaba, se castigaba, se culpaba, se afligía a mordiscos  del pasado, como si se fuera infiel a sí misma por aceptar la cita con su ex pareja, o su pareja, no sabía ahora distinguir el trato.

María Isabel caminaba, como una mujer bonita sin lienzo, como una flor marchita que solo quiere  reflexionar, como si le perteneciera a la noche que recién comenzaba a susurrar bajo la luna muda.

Como si se tratase de otra María.

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De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: María (1992) [Café Tacvba]
Compositor: José Alfredo Rangel Arroyo (Joselo).


AV

8 de julio de 2017

Otro Día (Después de la Mañana)





Estaba ansioso desde su conversación con María Isabel, caminaba de un lado a otro en su apartamento, de una habitación a otra, iba de la cama a la sala, de la puerta de entrada a la ventana que vigilaba la calle.

La ansiedad lo dominaba tanto como sus miedos, saberse culpable de un error y llenarse de coraje para ir a confrontarlo era lo que más le preocupaba, verse en el reflejo de los azules ojos de María o por qué no, en el asfalto junto a la sombra de ella; le gestaba temor, le movía el piso como a un adolescente.

Comenzó a planificar  el viaje, si bien es un viaje de una ciudad a otra, son regiones vecinas en las que el trayecto puede  tomar entre una y tres horas dependiendo del medio de transporte, sea pues bus inter-municipal, tren o vehículo propio, en los tres casos la rutina es la misma en una carretera recta y tediosa.

No podía dejar que se le quemase la ilusión y menos, al finalizar el día, de alguna manera era lo que le sostenía de pie en medio de tanta ansiedad y temor. Se juraba a sí mismo que corregiría sus errores frecuentes, sin importar dónde los ubicase la vida, inclusive, si ello le tomase recorrer mil caminos pues a la final sabía que todo ello le permitiría continuar.

Mientras recordaba y planificaba, mientras caminaba en su cuarto y se perdía en su mundo de sueños y esperanzas, una lágrima se deslizaba por su piel, solo pensaba a sus adentros: “no voy a permitir que esto vuelva a suceder, por mi parte cambiaré” una y otra vez se lo decía, al principio como un pensamiento, luego como un murmullo.

Terminó por hablar en voz alta como si diese un elocuente discurso presidencial, se juraba a sí mismo que cambiaría, que recorrería todos los caminos que fuesen necesarios pues aún tenían a su favor el sol de la mañana. 

Reconocía cada ventana de su apartamento como una ruta de escape, como punto de encuentro entre el sol de madrugada y los recuerdos de la noche. Ruta de escape donde nada ni nadie se cruzaría en sus caminos.

Comenzó a prometerse a sí mismo encontrar un lugar idóneo para su verborrea, un escenario fiel a su ansiedad y allí despotricar del vacío que le sacudía el estómago. 

Volviendo en sí fijó la mirada a la ventana nuevamente, caía la tarde y el camino del día siguiente era largo, más si no se tenía en claro aún en qué medio de transporte viajaría.

Solo quería llegar donde la que alguna vez fue su novia y poderle llevar a algún lugar especial donde sus almas se pudieran perder sin querer, en sus cuerpos olvidados, sin dejar que se les quemase la ilusión.

Terminó de volver en sí y recogió paso a paso el desorden que tenía en su cuarto. Tiró a la basura las mil y un partituras de canciones llenas de tristeza, recogió cajas y botes de pintura, periódicos sucios y manchados, ropa sin lavar y hasta pares de medias de días pasados.

Comenzó a organizar su apartamento, sabía que si volvía victorioso del viaje de mañana, sería con ella de su lado.

Saldría temprano en la mañana.


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De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: De Madrugada (1995) [Amor Bilingüe]
Compositores: Alejandro Ochoa,  Felipe Martínez, Fernando Tobon, José David Lopera, José Fernando Uribe, Juan Esteban Aristizabal (Ekhymosis).


AV


7 de julio de 2017

Esta Pena en mi Corazón (Yo Tampoco)





Imagen tomada de: https://lorrainerimmelin.wordpress.com/2016/01/12/a-study-of-cats-eyes-in-watercolor/
   


-  ¡No Cuelgues! - gritó.

- ¿Qué te pasa? ¡No me grites!, ¡Miserable! – refutó ella con toda la ausencia de decoro posible. Él sin dejarse amedrentar levantó nuevamente la voz, pero ya no para exigir sino, para brindar.

- Lo siento, de verdad, lo siento. Pero no me cuelgues por favor, no quiero enloquecer aquí pensando en lo poco o nada que me puedas escuchar –

- ajá –

- En serio, no quiero morir en el mundo hoy. De verdad no quiero verte tan triste, ni saber qué tanto has hecho en estos días que hemos estado distanciado – No quería utilizar la palabra “Separados” porque sabría que era como clavarse una daga a sí mismo, - no quiero esta pena en mi corazón -

- Sabes bien Mario que no pienso volver contigo – Recalcó ella con bastante precisión en su acento.
Observando la ventana, vio pasar la desolación de su vida, la calle desierta y todos las casas de enfrente con puertas y ventanas cerradas, como si la ciudad misma estuviese cerrada del todo.

- ¿Será que nuestra gente está muerta? –

- ¿Perdón? – Replicó ella nuevamente, ahora con más ahínco en sus palabras.

- Lo siento, fue un beat de desolación que surgió de la nada. Lo siento de verdad, me fui. Por favor María, no dejes que muera este amor, no quiero que seamos como esas parejas que andan por la vida llenos de grasa sin saber qué pasa a su alrededor. Por favor, quiero más bien, seamos de esos sonrientes que superan juntos todos los problemas que la vida les encima – no fue el mejor discurso dado, pero era la carta que tenía a la mano. Seguía observando la calle desde su ventana mientras esperaba que ella diera respuesta alguna a su demanda.

- Mira Mario, yo no quiero meterme en problemas, ni asuntos que queman el corazón, no quiero que me tomes por rebelde o contestataria, ni vivir como tu consideres así deba  de vivir. Creo de verdad, es momento de que dejemos hasta acá, es suficientemente clara mi distancia, ¿no te parece? – Señaló.

- María por favor – sonaba de fondo un Tango, o un Rock, no era audible pero algo surgía de la radio en la habitación. Caminó dos pasos hasta la cama y le apagó mientras se sentaba a observar al mundo por la ventana, le tenía hipnotizado la calle desierta, pareciese pues, como si el mundo mismo estuviese ausente por irse de fiesta.

- Se que estamos en ciudades diferentes, pero no imposibles. Puedo ir hasta allá y vernos para arreglar las cosas de manera presencial. A distancia siento que es infame, me siento como esos tontos a los que vivir tanto les cuesta. Quiero bailar, vivir, soñar, pero contigo amor –

- No Mario, no quiero que vengas. Puede sonar paranoico, pero no quiero seguir sintiendo esta depresión, por el contrario, me quiero sentir viva. No me importa si piensas que soy una bandida, o que te tiré como un pedazo de basura en un callejón, no me importa. ¡Me cansé Mario, me cansé! –
- Te entiendo –

- No, no me entiendes. Me cansé de amarte y que sea siempre una locura no encontrarte donde te necesito –

- María por favor, No quiero verte tan triste, no quiero saber qué tanto ha pasado en tus días y noches últimamente, de hecho, no quiero esta pena en nuestros corazones. Por favor, déjame hablar contigo, mañana mismo estoy en casa de tu hermana si así lo prefieres – Su insistencia era rebelde, era una persistencia inhumana inclusive, como si fueran plegarias al dios mismo.

- Yo tampoco quiero esta pena en mi corazón – respondió María, con un poco de serenidad en la voz - no te prometo que solucionemos nada, pero podemos intentar hablar –

- Claro que sí. Mañana mismo estaré allá, trataré de llegar antes de medio día –

- Prométeme que no te vestirás de rojo, Mario –

- Prometido, María –

Al finalizar la llamada Mario colgó el teléfono y mirando por la ventana sabía que era una pequeña oportunidad la que la vida le daba, una entre pocas, como si fuera cosa de brujas.


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De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Yo No Quiero Volverme tan Loco (1982) [Yendo de la Cama al Living]
Compositor: Carlos Alberto García Moreno (Charly).


AV

6 de julio de 2017

Sin Título (Mario)


Amsterdam cat with telephone


Como un cuero caliente reventaba su mejilla en el teléfono, las manos exasperaban al ambiente con su olor a pintura, al desastre de partituras, ropa sucia y latas de cerveza, se sumaba ahora pinceles, periódicos y envases de témpera regados por doquier. Parecía un Circo, pero era su morada.

Ansioso por la llamada esperaba el repique del teléfono al otro lado del auricular, no sabría por dónde comenzar la conversación o de qué manera suplicar para que le comunicaran con su amor fallido, algo debía de inventar, algo sencillo, simple, que le llevase a un diálogo mágico, como antaño.

- ¿Si, bueno? – Contestaron la llamada. Mario lleno de expectativa y ansiedad tomó un respiro de esos que llenan de oxigeno hasta la planta de los pies y dejó socavar un tímido saludo de amistad.

- ¿Camila?, ¡Hola!, te saluda Mario, espero no interrumpir nada importante –

- Hola Mario, ya sabía que eras tú, de alguna manera ya tenía en mente que ibas a llamar. Supongo no llamas precisamente a saludarme o darme noticias de arte o música popular.

- Claro que no Camila, en ello tienes razón, sé que es algo complejo, pero quería saber si tu hermana se encontraba contigo, me encantaría hablar con ella.

Camila giró su cabeza hacia su hermana, estaba sentada en la cama doblando la ropa que hacía falta, la taza de café estaba en la mesa del televisor y el vacío de la discusión previa estaba cortado en un halo de ingenuidad absoluta, la llamada además de interrumpir una conversación de hermanas, había lanzado una alerta de desastre que nadie esperaba.

Le hizo una mueca con la nariz y aceptó pasar al teléfono, esperaba que fuera una conversación breve pero su corazón le advertía del desastre que podría avecinar en breves.

- ¿Si? – Preguntó despectivamente. Sabía que Mario detestaba ese trato tan parco.

- Hola. Sé que no es el momento más oportuno, pero llevo días sin saber de ti, supuse que estarías en casa de tu hermana, así que me atreví a llamar. Necesito hablar contigo –

- Lo siento poeta, no quiero hablar contigo nunca más, siento que ya fue suficiente para nosotros –

- No, por favor, déjame hablar. Es importante lo que tengo para decir – Replicó Mario, con más llanto que calma.

- Sé breve, por favor – Sugirió Ella a sabiendas además, de que era una bomba de presión lo que estaba por estallar en esa llamada.

- Me haces mucha falta, solo quiero abrazarte, que me abraces, sin palabras, sin excusas o reclamos. Solo quiero sentir un abrazo tuyo de nuevo –

- Lo siento, esos tiempos ya pasaron –

- ¡No!, en serio. Necesito que dejemos de lado esta apariencia de barro que tenemos, que no vivamos de recuerdos que nos contaminan. Que podamos hablar por encima de los prejuicios y los miedos –

- ¿De esos abrazos que llegan hasta los huesos y nos hagan despertar? – Preguntó ella con más ironía que interés por el tema en sí.

- ¡Claro! – respondió Mario con ansiedad, su voz quebrada parecía cobrar ahora vigor. – Si es necesario, que me despiertes lejos de esta torpe selva a fin de siglo, que me ayudes a ser mejor persona para ti, para los dos –

- ¿Qué quieres? –

- Por favor, No preguntes qué es lo que pasa, no traigo heridas, solo el deseo de sentirte en casa de nuevo, saber lo cierta que es la vida cuando estoy contigo –

- No Mario, ya las cosas no son así – Insistió, más con el deseo de colgar la llamada que en profundizar en los argumentos.

- Se que tu silencio es de inconformidad, pero necesito de ese silencio que me da calma, de regresar a esas noches en que todo transcurría despacio, como la nieve, que pudiésemos juntar nuestros cuerpos en una canción, en un poema, en esas sonrisas que nos despertaban a fines del tiempo mismo – declaró casi que entregando su dignidad en esa llamada.

- No Mario, no insistas. No sé realmente qué es lo que quieres o necesitas, pero más allá de los miedos o prejuicios que dices dejar de lado, sí necesito que me dejes en paz, que no me preguntes nada, ni que me busques, no quiero tus abrazos ni tu calma. ¡Me desesperas de hecho!. Por favor no vuelvas a llamar, en serio –

- Pero… - replicó Mario.

- Lo siento, tengo que colgar – Dijo ella.

***
De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Hoy Necesito (1999) [Cousas de meigas]
Compositores: José Teodomiro Cardalda (Teo), Juan María Montes Gonzalo, María Isabel Monsonis Díaz.

AV