12 de julio de 2017

Buenos Días Señor Sol (Para Vos)




Sunrise. By: Nicole Wong


Se había despertado desde hace ya mucho rato, temprano en el amanecer había visto al sol salir como una ligera línea de luz entrar en su ventana entre la cortina y la pared. Estaba acostada boca arriba con la ansiedad sobre el pecho, era el día en que se vería de nuevo con Mario después de una semana de haber roto la relación, relación que ella había acabado en defensa de su honor y dignidad.

No estaba muy segura de si era una buena idea haber aceptado la visita de Mario a casa de su hermana, en especial, porque su hermana no parecía verse bien de ánimo, quizás por la situación, quizás por la soledad que le abarca día tras día, o quizás por el tema de tener que volver a empezar en su vida.

Acostada observaba la ventana, se dejaba inundar de pensamientos, se llevaba a donde le llevasen las ideas o la nostalgia, lo que primero avanzara.

Como un golpe letal entró el sol por la ventana, como si le hubiese roto el cristal hasta más no poder. 

Al menos la mañana venía bien, quizás con ella la rutina pudiese cambiar, sin embargo, era su ansiedad la que le hacía entender el mundo de ese color.

Se sentó sobre la cama y como quien suplica al creador del cielo y de la tierra observó por la ventana las ligeras luces del amanecer. Quería, deseaba, que el dios mismo de la vida buscase a Mario y le diera la fuerza para  encender de nuevo su voz, porque en el fondo, todos amamos la vida a pesar de que nadie tenga el valor de hacerse un lado por amor. Qué ironía, pensaba sentada en su cama.

Un silencio incómodo recorría la casa. Parecía más como si un fantasma recorriese el mundo entero con el deseo infame de asustar a todos, pero pobre de sí, preciso este día era un día donde no habría a quien asustar.

Sintió los pasos de Lucía en la casa, de seguro también estaba despierta desde temprano, miró el reloj y ya eran casi las siete de la mañana; No había dioses a quiénes acudir, Mario vendría ya en camino o por lo menos, alistándose para salir rumbo a la casa, sentía perder en el fondo la voluntad de querer vivir o amar de nuevo, como si llevase en una mano el oro y en la otra la mediocridad y tuviese que decidirse, como si fuese un tesoro publicitario.

Se puso en pie y sin quitar la vista en la ventana vio cómo los rayos de luz comenzaba a llegar al borde de la cama – Calienta ya mi cama señor Sol – murmuró mientras se imaginaba cabalgar en una de las estelas de luz hacia un mundo perfecto, - Nunca se sabe cuándo dejarás de darle al planeta luz y calor – Sonrío para sus adentros y comenzó a organizar la cama, coqueteaba con el frágil deseo de una infancia vivida muchos años atrás en esa casa.

En definitiva, todos amamos a alguien y necesitamos de alguien y ello lo tenía muy claro María Isabel. Su hermana, Lucía, también sabía con certeza que no debíamos de andar solos por este mundo, quizás de allí su desgano en una bella mañana soleada.

Terminó de organizar la cama y en ese instante Lucía entró a la habitación.

- ¿María? –

- ¡Hola! Hace un bonito día, al menos la mañana viene bien –

- No pensé que estarías despierta tan temprano –

- Yo tampoco, pero supongo, es un buen día para escuchar Rock´n Roll – Sonrió.

- Supongo – respondió Lucía.

***
De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Va Por Vos, Para Vos (1982) [Zas]
Compositor: Miguel Ángel Mateos Sorrentino.


AV

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