17 de julio de 2017

Diálogos (¿Por qué?)



Original Cat Painting By: Sherry Shipley

Juntas se sentaron en el mesón de la cocina, esperaron a que el Café terminara de colar y sirvieron tres tazas, una para cada comensal. Siguieron conversando casi en susurros sobre la pertinencia o no de querer dar a Mario una segunda (o tercera quizás) oportunidad, de dar a la vida una explicación de lo que vendría e inclusive, de darse a sí mismas, una nueva treta para justificar las decisiones a tomar.

Lucía observaba a María Isabel en un silencio casi cómplice, trataba de estar mejor haciendo pausas en medio de los susurros, como queriendo callar.

- Trato de entenderte María, y espero que sepas que cuentas conmigo. Lo juro –

- Gracias, eres mi hermana bella –

Siguieron camino hasta la sala donde Mario esperaba sentado con las piernas cruzadas, había sacado la guitarra y la revisaba para verificar que no tuviese daños o golpes producto del viaje.

Aun no comprendía por qué se la había llevado hasta allá.

- Mira, ten cuidado que está recién colado así que debe de quemar de lo lindo –

- Gracias María, sigues siendo muy especial – Respondió Mario mientras recibía la taza de café.

- Espero no te acostumbres de a mucho, solo vamos a conversar –

Lucía los observaba desde la cocina, no quería que su hermana tomara una mala decisión, pero tampoco quería verla sufrir si las cosas no se daban como ella las esperaba. 

Decidió hacerse a un lado y retirarse de la casa, consideraba mejor dar el espacio para los jóvenes para que conversaran, ella por su parte, no le sentaría mal salir a caminar a algún lado de la ciudad.

-  Voy a ir a comprar el almuerzo. ¿Les provoca algo en especial? –

- Gracias hermanita, no, lo que tú quieras –

- Por mí no hay problema, cualquier cosa que traigas está bien – Respondió Mario.

- Muy Bien. ¿Les parece bien si traigo un Pollo asado con arepa? –

- ¡Si! –

- ¡Claro que sí!

Lucía se retiró de casa, ahora todo el espacio estaba para María Isabel y Mario.

- Lo juro María, todo lo que te digo es de corazón –

- Pueda que así sea Mario, pero es que la relación contigo siempre fue adivinar todo lo que decías o no decías, cada historia que traías a casa era como si la tuvieras que inventar. ¿Por qué habrás cambiado así? –

- Lo siento María, lo juro. No quiero ser así –

- No quiero ser quien tenga que dudar de ti Mario –

- Lo sé María. ¿Me perdonas? –

- No Mario. ¿Por qué? ¿ah? ¿Por qué me dices solamente mentiras? –

- No María, así no son las cosas. Lo juro –

- Mario – lo miro con las cejas levantadas. – Me enamoré de tu sinceridad, de tu nobleza y claro, de tu talento para cantar y escribir cuanta locura te salga en esa guitarra, pero se ve que ya no existe más ese joven bohemio –

- Pero María… -

- No Mario – espetó María con un tono más elevado en su voz – Necesito que me hagas sentir de nuevo que puedo creer en ti, si no es así definitivamente entonces no podremos continuar ni siquiera como amigos –

- No quiero jugar con tus sentimientos María, no quiero perderte ni fallarte como hombre o como amigo, lo juro –

María observaba sentada mientras jugaba con la cuchara dentro de la taza de café.

Dejaba mezclar sus emociones dentro del café, sin beberlo, solo revolverlo como un cronometro que pone a prueba la agilidad de un deportista.

- ¿Quieres azúcar para ese café? – Preguntó María esperando que Mario saliera de ese enredo mental en el que se había metido.

- Sí, gracias -

Mario observaba en silencio, se aferraba a su guitarra y esperaba que todo fuera solamente un pequeño malentendido, pero en el fondo comprendía que sus fallas eran mayores que su inteligencia para asuntos del amor.

Ser bohemio traía sus desventajas.


***
De la Serie: Canciones de Amor y Otros Demonios.
Adaptación Libre de la obra: Mentiras (1983) [Daniela Romo]
Compositor: Danilo Vaona.

AV


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