11 de marzo de 2009

Confidencias Tuyas para Vos

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Quería saludarte, recordarme en esa mentira que nos hace sentir cómodos, que nos calcula en un tiempo de zozobra, en la tranquilidad de la irresponsabilidad, en el dolor de ver a un amigo sufrir.


Sabes que me tienes como verdugo que cuida de su presa, que mi presencia siempre se cumple como el viento en marea, que te llevo constantemente en cada renglón de mis letras o mis olvidos, en esos desaciertos donde nos encontramos, quizás en la pasividad de tus decisiones, en el desespero de mis motivaciones, en nuestra comunión literaria y musical, esa oda a lo ridículo que nos pone a conversar y a reflexionar, esos diciembres que sirven de excusa para justificar ausencias.


Sellamos nuestra mente a la necesidad de darle al corazón protagonismo en temas que sólo le competen a la espalda, intentamos refugiarnos en comodidades distantes, hacer de cuenta que nada interesa o que nada nos afecta, ocuparnos al ritmo del vodka y agitarnos en la rutina, derrumbarnos en la soledad y ahogarnos en ese silencio que te amarra.


No quiero imaginarte ahí, prefiero saber que estás corriendo y gritando, que tu felicidad se resumen en canciones y en colores, que tu arcoíris es algo invisible, indivisible, inimaginable, inteligible. Prefiero pensarte y reírme de tus desgracias, no ser parte de ellas ni consolarte por culpa de alguna de ellas, sabes bien que soy hito a tu descuido, que me reservo muchos derechos de admiración y muchos desapegos.


Con el paso de las noches me siento un poco alejado, razón que me yuxtapone en otros asuntos alejados a la cotidianidad, esas distancias que se humedecen en cafeterías y no en los hogares, esas noches donde mi siento parte de la nada, como el cigarrillo que compartimos, el tequila que no bebes o el limón que se amarga en la mano, esas fantasías que nos dejan momentos para la memoria. Quiero reivindicarme conmigo mismo, no quiero escucharte callar como amenaza de muerte ni olvidar lo que sucede como mecanismo de defensa.


Cuando las fábulas nos identifican y a ritmo de aforismos vemos llover nuestras esperanzas estoy convencido es tu juicio el que decide y no tu vulnerable pasión, si te dedicas a esas desconexiones del día terminas bajo de batería para tus responsabilidades civiles, eres producto de GAIA y patente de recuerdos, eres el trofeo que se guarda en una vitrina para nunca más ser besado.


Sé que tu boca ha guardado demasiada basura que ha sido necesaria para tu supervivencia y bienestar social, también me consta que tus talentos están esparcidos por el aire como partículas de oxigeno sin dueño, que te enfrascas en dudas y absurdas melancolías, pero por eso es que somos humanos, porque nos identificamos en ocasiones con lo que más odiamos o más extrañamos. No confundas el vacío del cuerpo con el vacío del llanto.


Me recuerdo en esos versos que se encendieron con velas, esas luces que se perciben en llantos callados, en baladas que nos atan, esas pasiones que nos incitaban a carcajadas y pergaminos, te siento confuso como la noche y el eclipse, como ese mundo que se sumerge con el corazón desnudo, ignorando las medidas del tiempo, divisando las rutas en la tristeza, navegar en esas impacientes decisiones que se toman, esas apresuradas conversaciones de familia que se confunden con lo propio. No vaciles con tus miedos.


Si de algo sirven las confidencias es para enredarnos en cadenas de verdades, si de algo sirven mis palabras es para desamarrar tus reproches, tus oficios de poeta loco, tus elocuencias en mis desacuerdos.


No olvides que de un gran árbol siempre se halla una gran sombra.


AV

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me guto batante