18 de mayo de 2009

Escrito Para El Atardecer


Imagen Tomada de: http://www.catsmuseum.com/ENGLISH/ENG/NEWS/festival/cat_4.jpg

Es extraño, siempre es una canción en particular la que despierta ese deseo de escribir, con sus notas y voces guía las letras de esto que va surgiendo en el paso del noticiero. Miro fijamente la semana que terminó, pensando en la que va a iniciar las motivaciones están en la entrada de la puerta.
Tener la oportunidad de compartir con las personas que te agradan, ver a la persona que te hace feliz, salir en un día a cumplir con los deberes académicos sin preocupación social alguno, discutir con algún amigo y decirle un número de verdades en el papel, escuchar música en la calle, tomar un café, manejar la locura y despedirnos de las noches de insomnio.

Mayo se ha comportado como le ha dado la gana. Se ha logrado recuperar esa energía vital personal, increíblemente también he viajado en el tiempo de lo inconcluso y he aprehendido teléfonos y experiencia de los artistas del ayer. La gloria de Cali me ha permitido observarle detrás del lienzo que le da esa autonomía intelectual, en el calor de unas cuantas cervezas y un cielo despejado me he permitido saber lo que la ciudad no nos quiso contar de su pasado.

Como gato en tejado duermo sin preocuparme por lo que dejen de hacer mis amigos. Mis proyectos y preocupaciones se cantan en versiones acústicas, se danzan al ritmo de un helado que se derrite, se escapan con el humo de un café recién preparado, me juego las casualidades en un sándwich que ha soportado el paso del tiempo y el ridículo. Con distintas ofertas de clima decido en mi habitación resguardar mis energías para esas canciones callejeras que nos incitan a salir.

Ritmos tropicales adornan sensaciones del pasado. Dormir como acto ilícito del deber me permite transportarme a situaciones o experiencias de otros, a extrañas sensaciones de vida en lúgubres paisajes y ciudades. Esa extraña sensación de estar en descontrol del alma y el cuerpo, con las ganas cubiertas de sed en un mundo paralelo, un mundo de olvidos y descuidos, hojas que se enfrentan al viento se elevan sobre el vacío, el alma cae como pluma sobre agua dulce.

Limito los caminos a los planes concebidos en la intimidad de un hogar tercermundista. El aliento de la vida me recuerda que se debe cumplir con todo antes de pensar en el algo que da sentido a la vida, a ese proyecto personal de seguir el paso de los grandes para caer en los sueños de los pequeños. Se vienen meses de arduo trabajo, de sueños elevados al cielo, de canciones desesperadas en conciertos anónimos, de octubre hecho palabra.

Perplejo por la vocación del artista, resumo en ventanas empañadas la huella de mi mano izquierda como promesa de continuación, despedirnos de ese amigo que ya no nos pertenece, de ese amor que no conocemos, de esa mujer que nos hace perder el tiempo en el aliento de la distancia, resumir viajes en caminatas, beber café para pensar, seguir para volver.

Canciones que me elevan, sueños que me acorralan. El camino se lee en cuentos infantiles de siglos ajenos a esa cultura popular que le demandan, a esa intranquilidad de la literatura.

Benedetti ha muerto, nosotros lo queremos para vivir. La literatura nos quiere juntos.

AV

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