19 de julio de 2010

El Museo de la Memoria




Imagen tomada de:
http://cuteandcuter.tumblr.com/ "Famous Men Who Love Cats"

Dejar que el tiempo pase con calma, sentarnos a escuchar la canción que nos gusta, darle vida a los recuerdos y que en ella cada acorde de señales de vida y de amores, que se estremece con la lluvia que golpea en la ventana. Que la distancia es larga y la casa está vacía, que el calor no llega más arriba de las rodillas, que los pecados de una década pasada se viven en la memoria de los presentes. Saberse de memoria todos los cuentos de los hermanos Grimm, re-leerse las fábulas de Esopo, colorear los libros de pluto o aprender a leer con nacho.

Si de algo se ha caracterizado este blog ha sido precisamente de creyente y dependiente de la musa de la memoria, de darle a la cotidianidad unos tintes de pasado, darle sepia al color de los recuerdos y convertirse en testigo literario de muchos cuentos del pasado, de vivencias extrañas que se aparean en promesas de un mundo mejor o que quizás se sientan a comer helado en una esquina singular de un rincón casual. También se le ha dado banda sonora a la narración primera persona, en caso de terceros ha sido más el asombro gráfico que musical, siempre correspondiendo a los honores de un buen lector.

El museo de la memoria es el palacio sagrado de nuestra redención, escenario perfecto para descifrar enigmas o dudas, encontrar señales, perseguir fantasmas y guardar en vitrinas los días y los sentimientos que cada uno de estos lleva consigo. Un escenario físico al interior de la cabeza de cada lector, una cotidianidad similar que se plasma en letras y obligaciones, un ejercicio mágico de darle oficio a los sentimientos y abstraerlos a una realidad emocional imposible de calcular, ser callejeros en asuntos que jamás han visto la luz del sol.

Cada misión en la vida lleva detrás un presente generoso para con el misionero, explicaciones a transeúntes que observan su esencia en espejos desgastados por tanto uso, miradas de interés en titulares de prensa, oídos sordos a melodías del pasado, programas radiales que no prosperaron en el concierto nacional, caminantes que llevaron en sus bolsos marcas de artistas y perdedores, de libros y asesorías, de tiempos llevaderos.

Los Gritos del Tiempo se escucharon en aquella década de los 90s, una década que le tendió la mano a la exigente juventud de los 80s, de los inspirados poetas de obituarios y epitafios de la prensa nacional, donde la sangre se derramó sin vigilantes en escena. Las Sombras del Tiempo se observaron en la década del 00s, pobre de aquellos que naufragaron en la juventud de los 90s, no encontraron una mano que recibir, sólo estigmas sociales y tráfico de emociones, etiquetas y acusaciones heredadas.

Ese vacío generacional hace parte de los lugares donde el sol no llega ni por invocación, donde los nacimientos se esfuman con silbidos y se marchan con el viento gritando que no quieren volver, donde las identidades se mezclan en intimidades prestadas, en lágrimas compartidas por la redención y la culpa, por la inocencia de algo que no se sospechó, por algo que la generación antecesora no creyó necesario conservar.

Dejar que el tiempo pase con calma, sentarnos a escuchar la canción que nos gusta, darle vida a los recuerdos y que en ella cada acorde de señales de vida y de amores, que se estremece con la lluvia que golpea en la ventana. Dejar que las virtudes de cada generación tengan un espacio para ser recordadas y mentadas en el paso del tiempo, en el estilo acelerado de una excitante generación de incautos conectados a un par de audífonos, de seres de luz que no salen a la calle a escuchar el tráfico sino, a escapar de su encierro.

El museo de la memoria no debe servir únicamente para recordar y exhibir los más preciados y extraños sucesos de nuestra existencia, debe servir para dar justicia a lo que los sentidos dieron importancia en algún agujero del pasado, darle control a la inerte esencia de lo cotidiano.
Seamos sensatos con el papel en blanco de la memoria, con el acetato de la creación, con las intenciones de los años, los amores que se roban recuerdos, los corazones que se quedan esperando, los años que se quedan sin solución.

Las musas que vuelven al blog.

AV

3 comentarios:

Iván R. Sánchez dijo...

Ojala y fuera tan fácil; A mi la memoria para poco me ha servido, sin embargo ahí está.

Anónimo dijo...

y yo que pensé, que el día de mañana era tan predecible....
Como cual linea de horizonte!!

MAREÑA dijo...

LOs recuerdos son bellos si se saben saborear, si traes los malos recuerdos es mejor enterrarlos, que nunca salgan, aunque algunos de ellos terminaron en buenos recuerdos. Recuerdos que son sólo de uno, nadie los puede robar, nadie los puede falsificar.