30 de diciembre de 2010

Espíritu Americano (I)



Imagen Tomada de: http://www.wallcoo.net/ Funny Cat Painting by Lowell Herrero

En muchas ocasiones he recorrido diversos lugares del mundo y ha sido la música la que precisamente ha logrado llamar mi atención. Quizás se trate de canciones sin profundidad alguna o producto de un excelente trabajo en el departamento de mercadeo, en todo caso, la música siempre logra causar impresiones en nosotros y esas impresiones terminan siempre en un hermoso proceso neurológico de apreciación de nuestros sentidos y nuestra memoria. Esa mezcla de deseos, satisfacciones, recuerdos bellos, recuerdos llenos de nostalgia o de sentimientos tan puros como el amor, el miedo o el odio mismo.

A la música debemos mucho en la vida, desde lo más trivial del caso hasta lo más cultural de la ciencia; desde el aspecto antropológico e histórico es la música la que en sus diversas notas musicales e instrumentos, cada uno en su respectivo proceso de evolución, marcan un sentido lógico de las cosas. Sea para alarmar o advertir, los diversos ruidos dieron identidad con el tiempo al espíritu de la seguridad y la confianza. En el desarrollo de la guerra a partir de las que fueron llamadas las Guerras Totales y sus posteriores Guerras de Tercer Tipo, la música se convirtió en el mejor instrumento para humillar y someter al contrincante.

El espíritu de guerra y la entonación de himnos y cánticos de guerra es lo que con el paso de las batallas y los inicios del siglo XIX terminarían en los Himnos, la construcción de identidades y los denominados nacionalismos que, por supuesto, se adornaría de Banderas, escudos e historiadores.

Ahora ubiquémonos en pleno siglo XXI y retomemos el discurso de las identidades y los nacionalismos. Evidentemente en plena era de la información y las nuevas tecnologías, el despertar de las industrias culturales y el fracaso de la administración cultural, todos los factores se van al piso y se someten más a una libertad de culto a ciertas culturas y procesos musicales ajenos a nuestra nación. El espíritu americano, aplicando a este caso en particular muy bien retrata todo ello, es pues, un espíritu de libertad y anclaje, donde el mestizaje cultural ya no es racial sino, identitario, en el que se puede construir cualquier imaginario y ser aplaudido por su mejor bandera: el mercadeo y la globalización.

Algunos momentos en particular me gestaron esa sensación de estar en tierras americanas más que antes. Cuando aterrizó el avión en el aeropuerto internacional de Miami la coincidencia del misterioso universo del Pop se alineó hacia mí (no sé si a mi favor o a mi desgracia) y en el auricular del reproductor musical (que estaba en modo aleatorio) que llevaba en el avión comenzó a sonar Lady Gaga – Poker face, por supuesto que la canción duró todo el trayecto que demoró el avión en ubicarse en su estación de parqueo.

Cuando hacía la fila en el departamento de Inmigración, la remodelación del aeropuerto me dejó atónito, un bello e inmenso hall quedó como escenario de espera mientras se cruza para ser atendido por algún oficial de los EEUU, en ese inmenso recinto, a pesar del murmullo que se escuchaba en la fila de miles de latinos y viajeros cansados, sólo una cosa se me pasaba por la mente mientras admiraba los inmensos ventanales: Jurassic Park.

La maldita canción o banda sonora de dicho filme no se podía despegar de mi mente y ver además el inmenso lugar de entrada me hacía sentir en la entrada de dicha isla famosa de los años 90s. Un poco del espíritu americano quizás, un poco de todo.

En algún Mall en particular, mientras almorzaba a las seis de la tarde (después de casi media hora de indecisión) llamó mi atención en medio del descuido dejarme sorprender por un televisor inmenso en medio de la plazoleta de comidas, allí, estaba el maestro, rey de reyes, el grande amado y odiado. Michael Jackson.

Curioso comer algo mientras a todo volumen se escucha Billie jean y todos como de costumbre disfrutan su cena sin prestar atención a algo que para mí como turista es algo fuera de lo común. A eso súmele una hamburguesa doble carne con queso y mucha tocineta. Ese es el espíritu americano.

Acompañando a mi madre en sus diligencias, en varios almacenes y locales comerciales al entrar siempre había algo de música para amenizar la estancia en el recinto. Lo mejor fue escuchar a Lady Gaga o Madonna en almacenes como Guess, Armani, Victorias Secret, Dior. Mucha variedad de artículos para comprar, pero una sola identidad para ofrecer.

Escuchar Bon Jovi en una licorera mientras se pide unos cigarrillos o beber una cerveza con REM son cosas que pueden ocurrir en cualquier momento o lugar, pero por supuesto, pocos damos importancia a esos momentos sencillos, a esas nimiedades de la vida que en nuestra cotidianidad debemos mentar y recalcar con orgullo patrio. Con orgullo latino (plop!)

Lo interesante de los viajes es pues, reconocer aquellos sucesos ambulantes que nos permiten ser parte de un descuido del universo Pop. Nos guste o nos disguste, somos hijos de una generación de inconformes que si bien no somos similares a los cánticos del siglo XIX bien sabemos iniciar identidades con las excusas del siglo XVIII.

Este, es el espíritu americano.

AV

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