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tomada de:
Esta semana el canal de Documentales por TV “History
Channel” en convenio con algunas empresas y medios de comunicación Colombianos
dio a conocer el resultado de un concurso que viene realizando alrededor del
hemisferio Occidental denominado “El Gran
(Ubique aquí la Nacionalidad del caso)”. Para la ocasión, se trató del resultado del
concurso On line para elegir al que
los votantes del website consideraran, entre múltiples opciones, cuál de todas
era su mejor opción para ser elegida como “El
Gran Colombiano”, título que se le otorgaría a ese personaje histórico que
representara los sentimientos patrios y nacionales de los votantes, sin
importar si se tratase de un personaje de la farándula, del sector cultural,
algún deportista consagrado, Políticos, Juristas o representantes de la
Iglesia. Sin importar si se tratase de un personaje vivo o muerto.
El resultado de dicho concurso a manera de
documental, dio como ganador al Ex presidente de la República de Colombia (2002
– 2010) señor Álvaro Uribe Vélez, siendo así reconocido pues como “El Gran
Colombiano”. A partir de este resultado las redes sociales y los espacios de
opinión comenzaron a colapsar con argumentos a favor y en contra de dicho
resultado, al mejor estilo de un reinado de belleza, en el que muchos
asegurarían que les robaron el premio y otros por su parte lo considerarían
justo y muy merecido.
Tantas opiniones surgen alrededor de un personaje
tan polémico como el concurso en sí, en primera medida porque el concurso si
bien es libre de convocar a quienes lo desee y para los fines que se proponga,
no significa que represente la cultura y tradición de una sociedad o un
escenario real, por el contrario, es una fotografía instantánea de un momento
de opinión en un significativo número poblacional. De igual manera, la polémica
sobre el personaje en cuestión sobrepasa los límites de la ficción que un
concurso pueda brindar y se asienta en la polarizada y costumbrista opinión pública
colombiana, en la que los amores y los odios se encuentran con frecuencia en
redes sociales, cafeterías, pasillos y transporte público.
Frente a lo anterior, revisemos por partes cada
una de las situaciones, ejerciendo nuestro libre derecho de analizar, opinar y
observar sea ya desde las vísceras o desde la ignorancia metódica. Primero
hablemos del ganador, el señor ExPresidente de la República de Colombia, a
quien sin importar mis opiniones o percepciones sobre su persona o legado
político, debo de reconocerle su labor como figura mediática. Aquí el primer
análisis al respecto:
Álvaro Uribe además de su rol como Presidente de
los colombianos por 8 años consecutivos, ha logrado permanecer en el escenario
de opinión constantemente, sea pues para generar opiniones favorables o
desfavorables sobre los temas de la agenda pública, su constancia y en
ocasiones, intensa actividad mediática hace que su nombre (Personal Branding) siga vigente en el imaginario cultural de los
que son sus espectadores.
Otro asunto a considerar influyente es la
generación a la que se ha logrado influenciar y es pues, que gran parte de los
jóvenes en el rango de los 15 años del año 2002, hasta el día de hoy sólo han
conocido un Presidente de la República y en se mismo orden de ideas, han podido
identificar lo que es la política ya con la madurez de la edad, es decir que su
criterio a favor o en contra de Uribe Vélez es basado exponencialmente en una
única experiencia política, y la generación siguiente, es decir los
quinceañeros del 2006 hasta nuestra fecha han servido como refuerzo de esa escuela
dogmática a favor o en contra del ExPresidente, ahora tenemos una población que
además de polarizada, está de alguna manera sesgada con lo que serían conceptos
y preceptos históricos, políticos, culturales y hasta Ideológicos, pero claro,
son meras especulaciones pues en cierto sentido es difícil dimensionar de todo
este segmento poblacional cuál ha participado y de qué manera en este proceso
de influencia mediática del señor ExPresidente, sea ya para apoyar o rechazar
al personaje en cuestión.
Luego viene como otro aspecto a considerar el
asunto del concurso. “El Gran Colombiano” surge como una iniciativa de algunos medios de comunicación con el propósito de
“generar debate y reflexión sobre los
protagonistas más sobresalientes de la historia del país elegidos por nuestra
audiencia, con el fin de que el público saque sus propias conclusiones”. Lo
primero a considerar en este tipo de concursos es la población participante, es
decir, el votante, el que tiene el poder de decisión e influencia sobre los
resultados a esperar.
Quienes participaron de esta convocatoria con su
voto son ciudadanos con acceso a las TICs y servicio de internet, una población
más pequeña con acceso al servicio de televisión por cable para ver saber del
contenido del Canal “History Channel” y claro, de esa población, surge otro
número más pequeño con capacidad de análisis y formación educativa / cultural
para decidir entre múltiples opciones, cuál es su personaje a elegir.
Desconocemos la edad de los votantes al igual que su condición social, pues es
un concurso que deja abierta la puerta del voto a muchos menores de edad, la
real población activa del universo 2.0 o Internet.
El concurso deja abierto el resultado a la
voluntad de quienes participan con su voto, sometiendo personajes de toda
índole al parecer de quién vota. No hay
justicia por la sencilla razón de que no hay campaña electoral ni reglas de
participación para los candidatos, por el contrario, tanto fallecidos como
vivos compiten en una desigualdad histórica: Quien tenga más “Fans / Amigos”
logrará hacerse ganador, pues vivimos ahora en una actividad comercial /
cultural en la que todos los premios y méritos en Redes Sociales y Páginas Web
se logran no por el mérito del participante sino, por la cantidad de amigos y
fans que logre convocar para que le apoyen con un voto, un Like, un Fav o un
sencillo RT, entre múltiples opciones que cada web ofrece. Aquí se premia a
quien tenga más tiempo de generar influencia y convocatoria para juntar votos,
no a quien represente los valores de una nación o los principios de una Patria,
una Historia o una Ideología. No se nos puede olvidar este aspecto tan
importante.
Muchos focos de opinión en contra del ganador afirmaban
quizás con rabia o desconsuelo, que buscarían cambiarse de nacionalidad, que el
ganador no le representa como colombiano o que ganó la cultura paramilitar y de
la ilegalidad, entre múltiples voces de rechazo. A ese grupo poblacional es
quizás la tarea más difícil hacerles entender que aquí no ganó nadie, pero si
perdieron muchos, puesto que se elevó la polarización política y se legitimó
ese Estado de Opinión en el que muchos colombianos en el rango de 19 – 35 años
de edad estamos sometidos por diferentes fuentes, polarización que además lo que logra es
legitimar al ganador, pues ha triunfado quien mejor ha sabido conservar la
tensión mediática.
Es sensato en este aspecto indagar cuántos
conocían del concurso meses atrás, o si solo se enteraron del mismo la noche de
la premiación. Del mismo modo, es fundamental saber cuántos de los opositores
participaron con su voto en la página web del medio de comunicación y cuántos
lo hicieron por influencia de un amigo o un familiar.
Otra pregunta que surge es pues, ¿cuántos de los
opositores entienden que este es el resultado de nuestro presente?, pues fueron
los ciudadanos del presente los que votaron, no las generaciones anteriores.
Este resultado es similar al de los programas de realidad por televisión, en el
que los votos siempre dan beneficio a quien menos representa los valores de la
patria, por la sencilla razón de que quienes salen (entran a la red) a votar no
siempre son los mismos electores que salen a las urnas a votar en un proceso
electoral democrático, y, los pocos que participan de ambos escenarios de “participación”
por lo general, son civiles con puntos de opinión inestables y con fragilidad de influencia de opinión (no
todos, pero sí gran parte de la población).
Quizás lo extenso de este escrito haga que termine
por escribir las ideas principales, pues a decir verdad no logro publicar todo
lo que pienso al respecto, pues en la medida de lo que se escribe se va dejando
de lado muchas variables e indicadores que sirven de base para la generación de
opinión, pero para mi caso, esta opinión es más una descripción del escenario
actual más que de las causas de dicha situación.
El triunfo de Uribe sobre García Márquez, Patarroyo,
Falcao y demás políticos influyentes de nuestra historia como país solo
evidencia que tanto en lo electoral como en la ficción de los medios de
comunicación, nunca por más méritos o reconocimientos de por medio existan, se
ganará un concurso de opinión sentado con los brazos cruzados esperando a que
la gente de clic y haga su voto, por el contrario, el ganador es y siempre será
aquel que logre “movilizar” a sus contactos, amigos y familiares para así
reunir la mayor cantidad de votos a su favor, movilización que no pudieron
ejercer competidores como Antonio Nariño, Jorge Eliecer Gaitán, Luis Carlos
Galán, Jaime Garzón o Policarpa Salavarrieta y ello, no significa que como
nación no tengamos una historia política sólida y un presente político dinámico,
significa pues, que nos encontramos ante una constante ola de opinión del
consumidor.
Para cerrar, pues puedo extenderme tanto como
quisiera y a decir verdad, prefiero dejar el resto del análisis a un escenario
real, como un café o un Bar, debo decir que no me incomoda si el ganador fue o
no Álvaro Uribe sino, la reacción de quienes no entienden la diferencia entre
Ficción y realidad, pues si la realidad quiere dar un premio, será pues la
misma realidad la que nos condene.
Reflexionemos.
AV
4 comentarios:
Debo decir que no lo pudiste haber expresado de mejor forma! Es risible ver como sufren desde las entrañas por este tema, cuando la verdad es que muchos ni tienen argumentos para respaldar "su opinión" y la mayoría se dejan llevar por la corriente indignada! Pero eso si, nadie tiene tiempo para hacer algo que valga la pena y la divulgación por su "adorada patria". Como ayudarla a salir de la pobreza, o tal vez salir a votar por sus dirigentes. Sin duda hay que salir de la fantasía detrás de los televisores y aportar más en la realidad de las calles!
Me parece muy acertada la propuesta de intentar apreciar la situación desde sus reales dimensiones, sin embargo creo que hay que hacer un apunte; como una de las personas a las que este veredicto le resulta incomodo, creo que hay un sector para el que el malestar se centra, no tanto en el concurso como tal, sino precisamente en la comprensión de que hay un grupo poblacional, un germen, un foco de ciudadanos que, ante hechos más allá de la duda razonable, siguen insistiendo en establecer unas "verdades" y unas versiones determinadas de los hechos para alargar la vigencia de una supremacía ideológica tan peligrosa, sobre este momento histórico en el que hay tanto, pero tanto en juego.
Quizás sea contraproducente darle trascendencia a este resultado, pero quizás también sea el pretexto perfecto para actualizar debates, para utilizar a favor de otras formas de pensar ese intento por mantener viva la tensión mediática. Creo que aquí se está usando un arma de doble filo y depende los observadores más críticos tomar la ventaja, antes de ser totalmente absorbidos.
Es cierto que la realidad de lo tangible "está ahí", pero también es cierto que esa realidad está permeada por la percepción, y las ideas formadas alrededor de esa percepción, los significados atribuidos, pueden llevar a los sujetos a provocar efectos tremendos sobre las cosas y creo que la historia de la humanidad está plagada de ejemplos.
pd: ¿Quién dijo que la indignación excluye necesariamente a la acción, quién implantó esa postura frente a la crítica? Para actuar hay que pensar, porque el actuar sin pensar, sin debatir ni replantearse la realidad ¿A qué nos lleva?
Excelente artículo. Si este fue el resultado en la ficción, es de analizar lo que nos espera a futuro. Este señor lo ha hecho muy bien, y aunque no soy partidario ni mucho menos defensor de lo que constantemente pregona, es claro que aún está vigente y que nos tiene a medio país en medio de una confrontación de opiniones.
Sueño con el día en que este país emprenda una lucha más allá de las pantallas y teclados.
No se debe leer el momento político como si todo fuera de coyuntura. Así haya generaciones que solo hayan experimentado un solo presidente o dos, tienen la labor de ser sujetos históricos; en cuanto la revisan y la construyen.
Ahora bien, el problema no puede ser la polarización política, ese fenómeno se da cuando hay dos elementos que enfrentan fuerzas legitimas. Si se hace un análisis de la legitimidad de Alvaro Úribe es imposible que alguien pruebe su legitimidad, a pesar de sus cientos o miles de fans que desconocen seriamente lo que ha hecho este hombre. No se debe olvidar que es un hecho político y no un concurso de popularidad.
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