24 de junio de 2013

El Gran Observador



Imagen tomada de:

Esta semana el canal de Documentales por TV “History Channel” en convenio con algunas empresas y medios de comunicación Colombianos dio a conocer el resultado de un concurso que viene realizando alrededor del hemisferio Occidental denominado “El Gran (Ubique aquí la Nacionalidad del caso)”.  Para la ocasión, se trató del resultado del concurso On line para elegir al que los votantes del website consideraran, entre múltiples opciones, cuál de todas era su mejor opción para ser elegida como El Gran Colombiano”, título que se le otorgaría a ese personaje histórico que representara los sentimientos patrios y nacionales de los votantes, sin importar si se tratase de un personaje de la farándula, del sector cultural, algún deportista consagrado, Políticos, Juristas o representantes de la Iglesia. Sin importar si se tratase de un personaje vivo o muerto.

El resultado de dicho concurso a manera de documental, dio como ganador al Ex presidente de la República de Colombia (2002 – 2010) señor Álvaro Uribe Vélez, siendo así reconocido pues como “El Gran Colombiano”. A partir de este resultado las redes sociales y los espacios de opinión comenzaron a colapsar con argumentos a favor y en contra de dicho resultado, al mejor estilo de un reinado de belleza, en el que muchos asegurarían que les robaron el premio y otros por su parte lo considerarían justo y muy merecido.

Tantas opiniones surgen alrededor de un personaje tan polémico como el concurso en sí, en primera medida porque el concurso si bien es libre de convocar a quienes lo desee y para los fines que se proponga, no significa que represente la cultura y tradición de una sociedad o un escenario real, por el contrario, es una fotografía instantánea de un momento de opinión en un significativo número poblacional. De igual manera, la polémica sobre el personaje en cuestión sobrepasa los límites de la ficción que un concurso pueda brindar y se asienta en la polarizada y costumbrista opinión pública colombiana, en la que los amores y los odios se encuentran con frecuencia en redes sociales, cafeterías, pasillos y transporte público.

Frente a lo anterior, revisemos por partes cada una de las situaciones, ejerciendo nuestro libre derecho de analizar, opinar y observar sea ya desde las vísceras o desde la ignorancia metódica. Primero hablemos del ganador, el señor ExPresidente de la República de Colombia, a quien sin importar mis opiniones o percepciones sobre su persona o legado político, debo de reconocerle su labor como figura mediática. Aquí el primer análisis al respecto:

Álvaro Uribe además de su rol como Presidente de los colombianos por 8 años consecutivos, ha logrado permanecer en el escenario de opinión constantemente, sea pues para generar opiniones favorables o desfavorables sobre los temas de la agenda pública, su constancia y en ocasiones, intensa actividad mediática hace que su nombre (Personal Branding)  siga vigente en el imaginario cultural de los que son sus espectadores.
Otro asunto a considerar influyente es la generación a la que se ha logrado influenciar y es pues, que gran parte de los jóvenes en el rango de los 15 años del año 2002, hasta el día de hoy sólo han conocido un Presidente de la República y en se mismo orden de ideas, han podido identificar lo que es la política ya con la madurez de la edad, es decir que su criterio a favor o en contra de Uribe Vélez es basado exponencialmente en una única experiencia política, y la generación siguiente, es decir los quinceañeros del 2006 hasta nuestra fecha han servido como refuerzo de esa escuela dogmática a favor o en contra del ExPresidente, ahora tenemos una población que además de polarizada, está de alguna manera sesgada con lo que serían conceptos y preceptos históricos, políticos, culturales y hasta Ideológicos, pero claro, son meras especulaciones pues en cierto sentido es difícil dimensionar de todo este segmento poblacional cuál ha participado y de qué manera en este proceso de influencia mediática del señor ExPresidente, sea ya para apoyar o rechazar al personaje en cuestión.

Luego viene como otro aspecto a considerar el asunto del concurso. “El Gran Colombiano” surge como una iniciativa de algunos medios de comunicación con el propósito de “generar debate y reflexión sobre los protagonistas más sobresalientes de la historia del país elegidos por nuestra audiencia, con el fin de que el público saque sus propias conclusiones”. Lo primero a considerar en este tipo de concursos es la población participante, es decir, el votante, el que tiene el poder de decisión e influencia sobre los resultados a esperar.
Quienes participaron de esta convocatoria con su voto son ciudadanos con acceso a las TICs y servicio de internet, una población más pequeña con acceso al servicio de televisión por cable para ver saber del contenido del Canal “History Channel” y claro, de esa población, surge otro número más pequeño con capacidad de análisis y formación educativa / cultural para decidir entre múltiples opciones, cuál es su personaje a elegir. Desconocemos la edad de los votantes al igual que su condición social, pues es un concurso que deja abierta la puerta del voto a muchos menores de edad, la real población activa del universo 2.0 o Internet.

El concurso deja abierto el resultado a la voluntad de quienes participan con su voto, sometiendo personajes de toda índole al parecer de quién vota.  No hay justicia por la sencilla razón de que no hay campaña electoral ni reglas de participación para los candidatos, por el contrario, tanto fallecidos como vivos compiten en una desigualdad histórica: Quien tenga más “Fans / Amigos” logrará hacerse ganador, pues vivimos ahora en una actividad comercial / cultural en la que todos los premios y méritos en Redes Sociales y Páginas Web se logran no por el mérito del participante sino, por la cantidad de amigos y fans que logre convocar para que le apoyen con un voto, un Like, un Fav o un sencillo RT, entre múltiples opciones que cada web ofrece. Aquí se premia a quien tenga más tiempo de generar influencia y convocatoria para juntar votos, no a quien represente los valores de una nación o los principios de una Patria, una Historia o una Ideología. No se nos puede olvidar este aspecto tan importante.

Muchos focos de opinión en contra del ganador afirmaban quizás con rabia o desconsuelo, que buscarían cambiarse de nacionalidad, que el ganador no le representa como colombiano o que ganó la cultura paramilitar y de la ilegalidad, entre múltiples voces de rechazo. A ese grupo poblacional es quizás la tarea más difícil hacerles entender que aquí no ganó nadie, pero si perdieron muchos, puesto que se elevó la polarización política y se legitimó ese Estado de Opinión en el que muchos colombianos en el rango de 19 – 35 años de edad estamos sometidos por diferentes fuentes,  polarización que además lo que logra es legitimar al ganador, pues ha triunfado quien mejor ha sabido conservar la tensión mediática.

Es sensato en este aspecto indagar cuántos conocían del concurso meses atrás, o si solo se enteraron del mismo la noche de la premiación. Del mismo modo, es fundamental saber cuántos de los opositores participaron con su voto en la página web del medio de comunicación y cuántos lo hicieron por influencia de un amigo o un familiar.
Otra pregunta que surge es pues, ¿cuántos de los opositores entienden que este es el resultado de nuestro presente?, pues fueron los ciudadanos del presente los que votaron, no las generaciones anteriores. Este resultado es similar al de los programas de realidad por televisión, en el que los votos siempre dan beneficio a quien menos representa los valores de la patria, por la sencilla razón de que quienes salen (entran a la red) a votar no siempre son los mismos electores que salen a las urnas a votar en un proceso electoral democrático, y, los pocos que participan de ambos escenarios de “participación” por lo general, son civiles con puntos de opinión inestables  y con fragilidad de influencia de opinión (no todos, pero sí gran parte de la población).

Quizás lo extenso de este escrito haga que termine por escribir las ideas principales, pues a decir verdad no logro publicar todo lo que pienso al respecto, pues en la medida de lo que se escribe se va dejando de lado muchas variables e indicadores que sirven de base para la generación de opinión, pero para mi caso, esta opinión es más una descripción del escenario actual más que de las causas de dicha situación.

El triunfo de Uribe sobre García Márquez, Patarroyo, Falcao y demás políticos influyentes de nuestra historia como país solo evidencia que tanto en lo electoral como en la ficción de los medios de comunicación, nunca por más méritos o reconocimientos de por medio existan, se ganará un concurso de opinión sentado con los brazos cruzados esperando a que la gente de clic y haga su voto, por el contrario, el ganador es y siempre será aquel que logre “movilizar” a sus contactos, amigos y familiares para así reunir la mayor cantidad de votos a su favor, movilización que no pudieron ejercer competidores como Antonio Nariño, Jorge Eliecer Gaitán, Luis Carlos Galán, Jaime Garzón o Policarpa Salavarrieta y ello, no significa que como nación no tengamos una historia política sólida y un presente político dinámico, significa pues, que nos encontramos ante una constante ola de opinión del consumidor.

Para cerrar, pues puedo extenderme tanto como quisiera y a decir verdad, prefiero dejar el resto del análisis a un escenario real, como un café o un Bar, debo decir que no me incomoda si el ganador fue o no Álvaro Uribe sino, la reacción de quienes no entienden la diferencia entre Ficción y realidad, pues si la realidad quiere dar un premio, será pues la misma realidad la que nos condene.

Reflexionemos.


AV

4 comentarios:

Stephany Riveros dijo...

Debo decir que no lo pudiste haber expresado de mejor forma! Es risible ver como sufren desde las entrañas por este tema, cuando la verdad es que muchos ni tienen argumentos para respaldar "su opinión" y la mayoría se dejan llevar por la corriente indignada! Pero eso si, nadie tiene tiempo para hacer algo que valga la pena y la divulgación por su "adorada patria". Como ayudarla a salir de la pobreza, o tal vez salir a votar por sus dirigentes. Sin duda hay que salir de la fantasía detrás de los televisores y aportar más en la realidad de las calles!

Absurda dijo...

Me parece muy acertada la propuesta de intentar apreciar la situación desde sus reales dimensiones, sin embargo creo que hay que hacer un apunte; como una de las personas a las que este veredicto le resulta incomodo, creo que hay un sector para el que el malestar se centra, no tanto en el concurso como tal, sino precisamente en la comprensión de que hay un grupo poblacional, un germen, un foco de ciudadanos que, ante hechos más allá de la duda razonable, siguen insistiendo en establecer unas "verdades" y unas versiones determinadas de los hechos para alargar la vigencia de una supremacía ideológica tan peligrosa, sobre este momento histórico en el que hay tanto, pero tanto en juego.

Quizás sea contraproducente darle trascendencia a este resultado, pero quizás también sea el pretexto perfecto para actualizar debates, para utilizar a favor de otras formas de pensar ese intento por mantener viva la tensión mediática. Creo que aquí se está usando un arma de doble filo y depende los observadores más críticos tomar la ventaja, antes de ser totalmente absorbidos.

Es cierto que la realidad de lo tangible "está ahí", pero también es cierto que esa realidad está permeada por la percepción, y las ideas formadas alrededor de esa percepción, los significados atribuidos, pueden llevar a los sujetos a provocar efectos tremendos sobre las cosas y creo que la historia de la humanidad está plagada de ejemplos.

pd: ¿Quién dijo que la indignación excluye necesariamente a la acción, quién implantó esa postura frente a la crítica? Para actuar hay que pensar, porque el actuar sin pensar, sin debatir ni replantearse la realidad ¿A qué nos lleva?

Anónimo dijo...

Excelente artículo. Si este fue el resultado en la ficción, es de analizar lo que nos espera a futuro. Este señor lo ha hecho muy bien, y aunque no soy partidario ni mucho menos defensor de lo que constantemente pregona, es claro que aún está vigente y que nos tiene a medio país en medio de una confrontación de opiniones.
Sueño con el día en que este país emprenda una lucha más allá de las pantallas y teclados.

Anónimo dijo...

No se debe leer el momento político como si todo fuera de coyuntura. Así haya generaciones que solo hayan experimentado un solo presidente o dos, tienen la labor de ser sujetos históricos; en cuanto la revisan y la construyen.
Ahora bien, el problema no puede ser la polarización política, ese fenómeno se da cuando hay dos elementos que enfrentan fuerzas legitimas. Si se hace un análisis de la legitimidad de Alvaro Úribe es imposible que alguien pruebe su legitimidad, a pesar de sus cientos o miles de fans que desconocen seriamente lo que ha hecho este hombre. No se debe olvidar que es un hecho político y no un concurso de popularidad.