Charles Fazzino - Catatonically Catnipped
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La música suena con cierto ritmo ejemplar, algunos coterráneos giran su cabeza de lado a lado al ritmo de la batería, la voz del vocalista encierra sentimientos que nos traslada a otras calles y otros romances, a recuerdos que se derrumban en una noche de alcohol, acción que perdemos cuando aprendemos a entender, noches de verano, noches de amores, noches de extraños.
No existen motivos para entregar oraciones, festejos en canciones, amores en conversaciones, canciones en vano, sólo nos queda e minuto de silencio de la entrada, la privacidad de ir al baño, la molestia del calor y el tumulto de curiosos sobre la barra principal, quizás algún televisor ayude a minimizar el hedor.
Cuando se conocen los finales, las historias huyen en búsqueda de acción, en novelescas relaciones de entendimiento y litros de llantos, ciertos personajes con el autoestima bajo se consideran feos y pocos deseados, se analizan como seres que sumergidos en el licor tratan de entender el comportamiento de sus interlocutores.
Otros se derrumban en afiches y discos de acetato, en melodías del pasado, coros pesados y pasados, en música que cobra vida en el placer de cada quien con su miedo y su valentía. Es el escenario principal donde la entrada triunfa con las parejas, las noches terminan con los pasajeros buscando calor en la novedad del abandono, amores de verano, amores extraños, amores casuales, amores pasionales, amores vengativos, amores de barra, amores de licor, amores de felpa, amores de toda la vida. Cada amor se ubica en su correspondiente mesa y observa mientras es observado.
Edades de diversas disciplinas no tienen final en el oscuro pasillo de escaparse cada fin de semana, se buscan y se olvidan. Se sirven en mesas de madera para cuatro puestos, otras se acomodan en seis e inclusive hasta diez puestos, jóvenes celebran algo que quizás los demás dejaron de vivir, sigilosos se sientan los excéntricos en la barra a tomar conciencia observando rostros similares en posiciones verticales. La danza no es bien recibida, solo se le seduce y se le excluye, cantar es nocivo para la salud del propietario del local, para los comensales una porción de maní salado ahuyenta el miedo de retornar atenciones, limonada y canela, coca –cola y jugo de naranja, mujeres y hombres, fiesta y tragedia.
Algunos se derrumban antes de llegar, otros le permiten al amor dejarles vivir los últimos sentimientos de conducta para disponerse a beber, el resto solo ingiere aquello que en vano ha omitido en sus palabras, ello que no se desvive ni super yo que se derrumbe cuando no se pueda envejecer, se entiende al universo como una misma caja de sorpresas, como un escenario de múltiples actores y buenas razones, quizás falto de argumentos, quizás perfumado, con cenizas sobre el tocador, los años terminan sin importar la cantidad de botellas sobre el placard.
Gira y gira sin detenerse, como puesta en escena que derrite el hielo sobre la oscuridad, el calor y la música sostienen al verano en un mismo estado emocional sin importar la fecha en el calendario, la luz se sumerge en la danza de los que no entienden el poder de la soledad, el poder de la sobriedad.
Incomprensible como los litros del tiempo, cada sorbo deja una nueva puesta en escena, un escenario con múltiples actores, un universo de alcohol y buena voluntad. Cuando se conocen los finales, las historias huyen en búsqueda de acción, en novelescas relaciones de entendimiento y litros de llantos, ciertos personajes con el autoestima bajo se consideran feos y pocos deseados, se analizan como seres que sumergidos en el licor tratan de entender el comportamiento de sus interlocutores.
Una sonrisa en el Mini bar.
AV
1 comentario:
Nos gusta el mini bar
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