Imagen tomada de: http://loscuentosavuelaplumadelagloria.blogspot.com/2011/05/un-perro-y-un-gato-de-jose-antonio.html
Siempre
la vida nos pone caminos largos y llenos de retos, nos regala experiencias y
con ellas, aprendizajes, derrotas, nos invita a llevar en los bolsillos arena
para las derrotas, para los retos, para cada proceso que con temor o vacilación
tenemos por mérito. Siempre la vida nos pone en un lugar dónde no hay retorno,
y es allí, en el no retorno, donde aprendemos a conocernos, a identificarnos, a
ser humanos.
Siempre
los trayectos, por largos que sean, traen consigo compañía. La mejor de las
compañías, al mejor de los amigos.
En
esta oportunidad estas letras vienen con sello ajeno. En esta oportunidad es un
sentido homenaje a mi compañero Iván y su historia. Todos tenemos un compañero (a), para este, nuestro caso, un
hijo.
La
vida siempre deja que los caminos lleguen a su final aún cuando nadie los
espera o que es peor, cuando los esperamos y negamos con fuerza y fe, que esa
fecha no llegue. Zeus Osezno, gran hijo ejemplar, gran amigo de esta casa, gran
hombre y vigilante de la ciudad, desde aquí, desde la prensa de lo cotidiano te
extendemos respeto y admiración y allá, en tu despedida damos todo de nuestro
amor para rendir sentido homenaje.
A
mi amigo el Oso, el gran Oso Navarro, a la Japonesa, la madre de Zeus, a
ustedes mis valientes hermanos les recuerdo que estas no son despedidas por más
desubicados que quedemos con cada partida, ante ello, os entrego mi calma y mi
amor y dejo en ustedes esas sabiduría de conocer que para Zeus ya todo estaba
bien, que ya era el momento. Y es que estas despedidas son crueles pero jamás
acepten que les han roto el corazón sino, por el contrario, les han regalado un
corazón que ustedes no conocían, les abrieron esa humanidad que todos creemos
tener pero que solo identificamos cuando es puro el dolor, así como la
satisfacción de un buen hijo haber tenido.
A
mi amigo el Oso, el gran Oso Navarro, que la nobleza que te caracteriza, la
prudencia que te hace verdadero sabio, ese ser sereno y meditabundo que eres,
ese admirable personaje que hace presencia en mis letras, ese ser que al día de
hoy solo encuentro tristeza y silencio, quiero pues, sin hacer eco en la herida
darte mi afecto, dejar servido en la mesa mis abrazos, dejar impregnado en las
letras mi fervor y claro, mi amor por tan honorable ser humano, que despide a
tan honorable dios canino.
Duele
ya no volver a ver a quien amamos, más si se trata de alguien peludo de 4
patas. Duele no poder explicar el vacío que queda no solo en el hogar, ni en la
rutina sino, en el corazón, porque se convierte en sueños de papel, ser
artistas en medio del silencio, aprender a sonreír para ver en fotografías, o
en los lazos de la memoria, esos sueños, esos recuerdos, esa vitamina que solo
de cada uno depende se convierta en energía para la vida o en vitaminas para la
soledad.
A
mi amigo el Oso, el gran Oso Navarro, es cierto que ya Zeus Osezno no nos
acompañe en la rutina que despide, pero alguna vez, con un compañero que tuvo
otro hijo canino conversamos en el momento de su despedida, de esas malditas
despedidas, que Escritorio (el hijo de mi amigo) no se había ido al otro mundo como puristas y
evangélicos suelen mentar sino, que por el contrario, el hermoso ser había
partido para una finca.
Desde
entonces todos los perros van a una finca, una finca inmensa, hermosa, con
platos de comida infinitos. Amor por todas partes, grandes orgías caninas sin
riesgo de embarazo, grandes valles verdes y con riachuelos bordeando la
frontera, un hermoso lugar donde todos juegan y duermen y siempre, al caer el
sol y llegar el brillo de las estrellas piensan en ese humano que los cuidó
durante su permanencia en la ciudad y ladrando, al mejor soneto musical,
regalan a la brisa sus palabras (ladridos) de agradecimiento, porque saben que
no están solos sino, que ahora son un tatuaje de la memoria.
Así pues, para la Pachanga Depresiva, para el Gran Oso Navarro, la
música siempre serán los ladridos que quedan en el alma, esos hermosos tatuajes de la memoria.
Con
amor.
AV.
3 comentarios:
Válgame la Real Academia de la Lengua Española, destrozar sus reglas idiomáticas al expresarme, pero: ¡Qué valentía tan hijueputa! Nada como leer verdades, sencillas, sin miedos.
Gracias Miau y aliento mi Solsticio de verano, las compañías eternas son las que trascienden los sentidos.
Cosas así hacen que a mí se me arrugue el corazón y que las lágrimas se asomen por los ojos.
cuando un ser humano puede abrir su corazón sin temor al expresar su ser demuestra la grandeza de su alma y el valor de su vida en este transcurrir. Que suerte tan bonita poder coincidir con un ser como tu, para quienes tienen la fortuna de un amigo de tal magnitud o con un corazón presto al amor como tu. es imposible no sumergirse en las letras y en la esencia de alguien con angel, alguien como tu. Que hermoso texto mi gato!
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