10 de abril de 2014

La Pachanga Depresiva (O del amor eterno)




Siempre la vida nos pone caminos largos y llenos de retos, nos regala experiencias y con ellas, aprendizajes, derrotas, nos invita a llevar en los bolsillos arena para las derrotas, para los retos, para cada proceso que con temor o vacilación tenemos por mérito. Siempre la vida nos pone en un lugar dónde no hay retorno, y es allí, en el no retorno, donde aprendemos a conocernos, a identificarnos, a ser humanos.

Siempre los trayectos, por largos que sean, traen consigo compañía. La mejor de las compañías, al mejor de los amigos.

En esta oportunidad estas letras vienen con sello ajeno. En esta oportunidad es un sentido homenaje a mi compañero Iván y su historia. Todos tenemos un compañero (a), para este, nuestro caso, un hijo.

La vida siempre deja que los caminos lleguen a su final aún cuando nadie los espera o que es peor, cuando los esperamos y negamos con fuerza y fe, que esa fecha no llegue. Zeus Osezno, gran hijo ejemplar, gran amigo de esta casa, gran hombre y vigilante de la ciudad, desde aquí, desde la prensa de lo cotidiano te extendemos respeto y admiración y allá, en tu despedida damos todo de nuestro amor para rendir sentido homenaje.

A mi amigo el Oso, el gran Oso Navarro, a la Japonesa, la madre de Zeus, a ustedes mis valientes hermanos les recuerdo que estas no son despedidas por más desubicados que quedemos con cada partida, ante ello, os entrego mi calma y mi amor y dejo en ustedes esas sabiduría de conocer que para Zeus ya todo estaba bien, que ya era el momento. Y es que estas despedidas son crueles pero jamás acepten que les han roto el corazón sino, por el contrario, les han regalado un corazón que ustedes no conocían, les abrieron esa humanidad que todos creemos tener pero que solo identificamos cuando es puro el dolor, así como la satisfacción de un buen hijo haber tenido.

A mi amigo el Oso, el gran Oso Navarro, que la nobleza que te caracteriza, la prudencia que te hace verdadero sabio, ese ser sereno y meditabundo que eres, ese admirable personaje que hace presencia en mis letras, ese ser que al día de hoy solo encuentro tristeza y silencio, quiero pues, sin hacer eco en la herida darte mi afecto, dejar servido en la mesa mis abrazos, dejar impregnado en las letras mi fervor y claro, mi amor por tan honorable ser humano, que despide a tan honorable dios canino.

Duele ya no volver a ver a quien amamos, más si se trata de alguien peludo de 4 patas. Duele no poder explicar el vacío que queda no solo en el hogar, ni en la rutina sino, en el corazón, porque se convierte en sueños de papel, ser artistas en medio del silencio, aprender a sonreír para ver en fotografías, o en los lazos de la memoria, esos sueños, esos recuerdos, esa vitamina que solo de cada uno depende se convierta en energía para la vida o en vitaminas para la soledad.

A mi amigo el Oso, el gran Oso Navarro, es cierto que ya Zeus Osezno no nos acompañe en la rutina que despide, pero alguna vez, con un compañero que tuvo otro hijo canino conversamos en el momento de su despedida, de esas malditas despedidas, que Escritorio (el hijo de mi amigo) no se había ido al otro mundo como puristas y evangélicos suelen mentar sino, que por el contrario, el hermoso ser había partido para una finca.

Desde entonces todos los perros van a una finca, una finca inmensa, hermosa, con platos de comida infinitos. Amor por todas partes, grandes orgías caninas sin riesgo de embarazo, grandes valles verdes y con riachuelos bordeando la frontera, un hermoso lugar donde todos juegan y duermen y siempre, al caer el sol y llegar el brillo de las estrellas piensan en ese humano que los cuidó durante su permanencia en la ciudad y ladrando, al mejor soneto musical, regalan a la brisa sus palabras (ladridos) de agradecimiento, porque saben que no están solos sino, que ahora son un tatuaje de la memoria.

Así pues, para la Pachanga Depresiva, para el Gran Oso Navarro, la música siempre serán los ladridos que quedan en el alma, esos hermosos tatuajes de la memoria.

Con amor.


AV.

3 comentarios:

Leslie Singer dijo...

Válgame la Real Academia de la Lengua Española, destrozar sus reglas idiomáticas al expresarme, pero: ¡Qué valentía tan hijueputa! Nada como leer verdades, sencillas, sin miedos.

Gracias Miau y aliento mi Solsticio de verano, las compañías eternas son las que trascienden los sentidos.

Diego Alejandro dijo...

Cosas así hacen que a mí se me arrugue el corazón y que las lágrimas se asomen por los ojos.

Efímera dijo...

cuando un ser humano puede abrir su corazón sin temor al expresar su ser demuestra la grandeza de su alma y el valor de su vida en este transcurrir. Que suerte tan bonita poder coincidir con un ser como tu, para quienes tienen la fortuna de un amigo de tal magnitud o con un corazón presto al amor como tu. es imposible no sumergirse en las letras y en la esencia de alguien con angel, alguien como tu. Que hermoso texto mi gato!