Imagen Tomada de: http://www.flickr.com/photos/orukami/2995306228/
En extrañas circunstancias cuestionamos los motivos de escritura o la base de toda inspiración de cualquier escrito que un conocido publica o pretende publicar, escritos que desde esta orilla de la web surgen más por la incesante parodia de la cotidianidad, escritos que quizás desde las orillas de otros blogger´s o amigos de las letras nacen más bien como resultado de un proceso de inconformismo social o de crítica a las bromas de la vida. Sea cual sea el motivo de base, siempre nos dejamos sorprender es con esa capacidad casi fisiológica de dejarnos atrapar y cuestionar en cada párrafo que un fulano de tal escribe, una lógica de suma cero donde siempre se busca un ganador, quizás un poco de redención, quizás un poco de terapia, sea como sea, es una obra de letras la que se expresa en la cabeza de cada personaje.
Agosto me ha regalado lo que algunos años atrás pude apreciar y despreciar, una dinámica de tazas de café servidas que con el hilo de la conversación se fueron enfriando hasta tomar un sabor amargo y desesperanzador, conversaciones donde la memoria brillaba por su ausencia y en las que quizás la mejor estrategia era hacerse el entendido de lo que realmente no nos interesaba. Si bien no siempre es así, en la mayoría de los casos ello era una consecuencia de un estado mental, de una imperfección motriz para escribir y redactar consuelos sensatos, en oposición a ello sólo se redactarían escritos personales un poco sentimentales pero llenos de ramificaciones y extensas intensiones que no llevaban a ningún punto final, sólo un juego interesante de comas y puntos suspensivos.
Pueda que este agosto no sea similar al tiempo de atrás, pero esa recuperación del estado de soledad que siempre defendí ahora me llega no como un mecanismo de defensa sino más bien como un espejo de resistencia, como un acto mágico de aprender a tocar un instrumento musical y encerrarse en un cuarto de hotel a recitar sus notas musicales, un ejercicio egoísta y cobarde.
En cada página dejamos plasmadas nuestras más sinceras intensiones, en ocasiones, intensiones malévolas o reventadas por el remordimiento, en otras, actos sintéticos de prosa literaria para el cumplimiento de un fin científico social o de prensa, en cualquiera de ambos casos, siempre la firma del autor se dejaría de lado por un honorable reconocimiento social que por un cobarde sensacionalismo moral. Escribir quizás sea un buen ejercicio para el alma y la mente, alguna vez lo mencioné sin pretender dar palabra divina a ello, pero hoy, cercano a un nuevo ciclo de letras y letreros, es que me decido por dejar en esas batallas de papel la memoria de lo que un buen vino pueda acompañar, o lo que un buen amigo pueda aconsejar.
En este estado, sin vino y sin amigo que me aconseje es que observo con detenimiento el amargo color de la tinta que se bordea en las letras de otros que a suerte del mercado han permanecido en la memoria de las editoriales, que con su magia y su poética manera de dar justicia, han decidido partir porque así lo decidió el calendario, si bien ahora Jairo Anibal se suma a un listado de viajeros que se van sin ser homenajeados, hay otros menos famosos pero con la misma fuerza en las manos para decir con humos o dolor, ese paradigma de la vida que asumen como paradoja de la escritura, sus musas, sus duelos y sus rumores no servirían más que de punto de partida para lo que quizás sea una tarea amena de sintetizar: hablar para los que no pueden escuchar.
En un buen aire de café y un buen hilo de lectura, una buena nota musical no se camuflaría en ninguna promesa literaria ni mucho menos un consuelo de academia que pueda enderezar las letras torcidas de un puñado de jóvenes desesperados. Con miles de batallas imaginadas en cada paso, es que los placeres de la literatura – sea gráfica o formal – se va arrinconando en esas orillas de la web donde la mano de la crítica no permite aflorar.
Un buen comienzo para decirle adiós a aquellos que se van, pero una buena espada afilada para darle la bienvenida a quienes llegan con la mejor de las intenciones aun cuando saben que su trabajo no vive de sanas actuaciones.
Cada renglón con su propio caballo de batalla.
AV
2 comentarios:
Nada más motivante que seguir cabalgando ese caballo de papel.
Gracias por tu apoyo, lectura, escritura y sobre todo esas charlas que no tiene ningún fin aparente.
Un abrazo.
Me gusta tu caballito de papel.....
...... cada persona .... un renglon...
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