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de: https://laurenpretorius.com/
Black Cat & Candle By: Lauren Pretorius
Retomamos la laguna labor de
escribir por escribir, no de emitir ficciones en cuentos y relatos con mensajes
de fábula sino, de darnos un respiro en el ejercicio de las letras como lugar
común de encuentro.
Diciembre, mes de cierre de año laboral y de
expectativas de promesas de antaño llega con la presión de un trimestre que ha
sido para este, su amigo y vecino, una temporada de demasiada frustración y
aprendizajes, de esos que dejan huella y cicatrices.
Podría iniciar por menoscabar en los vientos de
agosto como un mes donde encontré la felicidad y en ella la esperanza de que el
curso de cada decisión y pensamiento podrían darse en buenos términos, pero
santa es la vida que su expreso sentido del humor es tan negro como las
intenciones de quien desea el fracaso llegue a las puertas de esta residencia.
Aquella felicidad que con aires de crecimiento
profesional abrazaron al escritor de este blog, se fue transformando en un
sentimiento de esos que uno comparte con los allegados al llegar de un viaje,
tuve la oportunidad de conocer personas maravillosas y re encontrarme con otras
a las que les tengo alta estima, como a la gran Jefecita, o a la poeta, a la
que tanto afecto (y deseo) le guardaba en los bolsillos del alma.
Septiembre se comportó como un péndulo que entre lo
real y lo imposible dio lugar a cada descuido, desde el tropiezo académico con
viejos conocidos hasta la afrenta económica con decisiones que se pudieron
evitar, salgo un par de consejos inconclusos. Un mes que dejó huella con tanta
presión que en la arena había más que gotas de sudor, muestras de cansancio y
frustración, porque quien observa desde la comodidad de la distancia puede
opinar sin tomar de frente la responsabilidad.
Octubre es un mes de esos que yo adoro por el místico
semblante de la fiesta de Halloween pero de fondo es el mes de mi onomástico,
una celebración que con el paso de los años se va diezmando a un café y un par
de amigos de alta calidad y especialidad.
Un mes además de dar cierre a esos agujeros que
como heridas se fueron prolongando entre pensamientos y acciones que en
ocasiones, no daban fruto sino, mala hierba a quien esperaba mejores resultados,
insisto, la ingratitud fue tomando forma y espacio hasta dejar en el cansancio
la decepción de quienes yo pensaba eran nuestros aliados.
Diciembre es difícil y quizás mi interpretación de
lo que ha sucedido desde los meses previos es que se ha quemado cada uno de los
barcos en los que alguna vez estuve.
Una temporada de pérdidas, de despedidas, de
desidias y claramente de soledad.
Aprender que amar es un principio tan básico como el sentido común, aunque no seamos básicos, ni sea el más común de todos los sentidos.
Y vamos en el tercer día del mes.
AV.



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