16 de noviembre de 2007

Tributos

Estoy aquí sentado, al ritmo de Pink Floyd, con teclados entonando notas psicodélicas, profundas, llenas de piel, llenas de vida, con una cripta que las adorna. Estoy aquí sentado con anteojos y sudadera, lleno de vida en una noche solitaria, sin ánimos de poetizar, sin ánimos de filosofar, simplemente aquí, viendo vacío, como una cama sola y sin ser tendida, llena de vidas pasadas, de hojas sueltas, de personajes mudos y escurridizos.

Vivimos en armonía con nuestras conquistas, vemos en ella galletas para comer, jugamos dejando en el azar esas palabras claves que desinflan globos o inspiran canciones, dibujamos en las ventanas empañadas aquellos corazones o quizás un solitario juego de triqui, en el no importa si ganas o pierdes pues eres el único jugador, solo basta cerrar los ojos y seguir el viaje, no sobra una copa de vino si la quieres agregar al itinerario.

Siente tus pies descalzos, vigílalos por un momento, juega con la mirada y desafía la inercia de tus dedos. Evalúa la ignorada esencia de tus huellas, imagínalas recién salidas del baño, deja que la marca de agua sobre el suelo te diga lo que te depara en tu día, agiliza el silencio y escucha tu mente, déjala vibrar, déjala soñar, pero no ignores tus huellas. Contabiliza los dedos y ruega porque no sean más de lo que necesitas. No te preocupes, es solo una suposición… en realidad sigues solo (a), pero si lo prefieres cuando salgas del baño intenta de nuevo jugar triqui contra el espejo, no es mala idea, al fin y al cabo eres un personaje mudo de tu existencia.

¿Lluvia?, ¿Para qué? Bastante tenemos con la noche y la literatura, los noticieros y la cordura, el hambre y las estrellas. No importa si llueve, solo mira el agua caer y piensa en esas noches de calor y sed, divaga en las frías soledades de una Bogotá Fálica, o de una Medellín insaciable, de una Cali desesperada, de una almohada sin dueño. Tratemos de reciclar la realidad, seamos profetas y a la vez comentaristas de la cotidianidad, hagamos de las servilletas un ramillete de cartas vacías, dejemos en la música los mandamientos y en la literatura los pecados. El sudor evapora tus errores, el agua los aleja, el viento los pasea por entre las calles y la noche te los devuelve en ese solitario juego de triqui que en tu mente se radica cual mandamiento de dios.

Bienvenida o bienvenido a mi literatura, aquel estilo exiliado que dejé en las páginas de Miguel Vizcaya o Maria Plata. Les dejo la puerta abierta a la púrpura sinfonía de un gato sin botas, de un juego de póker sin jugadores.

Cada paso que damos no importa su dirección, es un tributo a nuestra audacia, a esa astuta aspiración de asombrar a los demás, esa vaga y en ocasiones innecesaria forma de buscar aceptación, como aquellos sujetos que en una mesa de costumbre siembran semillas de desolación, donde la lástima es su bebida y la desesperación su receta para cocinar. Son personas que alguna vez agradaron, que nos robaron sonrisas o copas cual mascota estrenando dueño. Personas que por medio del intercambio de palabras construyen información propia de mundos o vidas paralelas, personas que sin identidad exponen tarjetas o libretas de apuntes, a esos, a los no mencionados es que les pido que sus tributos nunca más vuelvan a ser en especie, pues nunca tendrán pirámides o mausoleos en su nombre, si al caso un condón sin estrenar como trofeo a la cobardía.

Seamos sinceros, el dolor es un estado del cuerpo, el sufrimiento un estado de la mente, la decepción un estado de gracia. Tal vez me equivoque pero vale la pena, eso es lo que me hace humano, lo que me permite vibrar a favor o en contra de tus puntos de vista querido lector. Ten presente que de esas fuertes y confesables bisagras que nos unen al pasado cual puerta de baño público, donde todo lo construyen a partir de desperdicios ajenos, es que se alimentan esos sujetos que en su mesa de costumbre beben al ritmo de la desesperación dejando en el norte una flecha que señala al sur.

No quiero ser injusto, yo también he sido víctima de la soledad, inclusive aprendí a valorarla y respetarla al punto que sólo la llamo cuando es para madurar, no para podrirme en la música de siempre, pero bueno soy un gato callejero, lo menos que puedo exagerar es mi capacidad de asombro, lo demás… al ritmo de la vida, de esas huellas que doblan a la esquina.
NO busco rendir tributos ni que me rindan alguno, pero si algo llegase a morder mi vanidad y me incite a ver en los tributos una vitamina para el ego por favor avísame, para ponerme mi mejor traje.

Hace mucho dejó de sonar Pink Floyd, de hecho en estos momentos suena otro mundo musical, otra oda, suena Paul McCartney. Pero alabado sea Pink Floyd, Suerte y que sigan su rumbo.

Voy por más aguapanela!

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