Entonces
le dejé un mensaje en el chat, le dije que la amaba, finalicé la conversación
con un corazón, de esos que vienen en las opciones de los emoticones. Me
respondió con asombro, más indignación que asombro diría yo, explicándome que
no podía amarme, que era un sentimiento y una frase muy fuerte, algo que no
podía tomarse a la ligera.
Siempre
lo supe, simplemente necesitaba decírselo, hacerle notar que me ignoraba,
porque en realidad no la amo, ni la he amado jamás, pero sí logré mi propósito,
llamar su atención para que comprendiera que me tenía en el jodido mundo de la
ingratitud, y es que hacerle entender a alguien que uno también necesita que le
escriban, que le respondan los mensajes es un ejercicio de delicadas
pretensiones, pero es más abogando por el respeto que uno se merece que por la
real necesidad de comunicación.
En
otra oportunidad, a otra señorita le escuché en reiteradas menciones hablar de
lo mal que le iba en el amor, era una (sigue siendo) mujer muy bella, muy inteligente inclusive,
pero para esa época de su vida quizás estaba con el ánimo por los suelos, quizás
solo necesitaba un empujón a la carrilera del tren o quizás, quizás, quizás,
solo estaba despechada.
Es
normal en dichos casos encontrarse con mujeres que consideran ser
desafortunadas en el amor, así que decidí darle lo mejor de mí. No le di mi
corazón, ni mi dinero, ni mi tiempo, ni siquiera le di mis ideas, solo le di mi
experticia en molestar la vida: en cada oportunidad que la señorita escribí
algo en su red social de 140 caracteres, yo le respondía que la amaba.
Siempre,
siempre, siempre le dije que la amaba, a pesar claro que no sentía nada por
ella, y es que claramente ella lo sabía pero ya empezaba a fastidiarle mi
reiterada expresión de acoso y amor. Aprendimos juntos (ella y yo) a no molestar
más, a querernos por la clase de amigos que somos, a entender pues, que quejarse
del amor no era la solución, pues siempre habría un idiota en alguna parte
dispuesto a decirte que te amaba.
Un
amigo tiene por usuario un nombre más femenino que abstracto, es parte quizás
de esas conceptuales decisiones que tomamos a la hora de crear perfiles en
redes sociales o en chats grupales, cualesquiera sea la ocasión, el “Username” de
aquel fulano - al que quiero mucho y es gran amigo de esta casa – se presta
para toda clase de interpretación más por el género femenino que por la misma
cultura LGBTI, ya imaginarán ustedes el “bocatto di cardinale” que es para
este, su servidor, entender el juego y lo abstracto como algo íntimo y
especial.
En
primera instancia, se optó por darle un trato de señorita a este personaje,
claramente era un acto de solidaridad no solo con su “Username” sino, con su
lindo y sensible corazón (aunque usted no lo crea), seguidamente se le empezó a
brindar afecto y mucha compañía en la red social, habíamos logrado, desde la
política del amor (?) darle trascendencia a un banal nombre de usuario. Cuenta
la leyenda y algunas reuniones sociales donde los Hernández, que el personaje
en cuestión comenzó a recibir vía mensaje interno comunicados, propuestas y
hasta dedicatorias sacadas desde lo más sensato del deseo, el amor había
triunfado otra vez, aunque para nuestra “señorita” se tratara tristemente, de muchas
propuestas de corte homosexual que claramente, no serían correspondidas.
En
una de las múltiples organizaciones educativas donde laboraba, tenía como
compañera de trabajo a una señorita de voluptuosas curvas, de bella figura y claro,
enmarcado en un acento paisa que solo era odiado por sus congéneres, pues para
los hombres era un delicado veneno adornado de bonitas palabras (lo normal).
En
el escenario laboral muchos de mis colegas reconocen mi seriedad y en
ocasiones, frialdad en el trato, marcando siempre las distancias y dejando en
claro el rol de cada parte según el ejercicio o contexto donde nos encontremos.
Con la señorita la finalidad y el trato era el mismo, siempre dejando las
distancias y mi apoyo o rechazo a decisiones que se tomasen en el contexto
meramente laboral.
A
partir de un proyecto en particular ella comenzó a buscarme con más frecuencia
que los favores que solía pedir, era evidente que en mis manos estaba una de
las fases importantes de reestructuración de la empresa y el rol de la señorita
le pedía que rindiera cada vez más resultados en una relación de tiempo a la
que quizás la misma no estaba acostumbrada.
Primero
me agregó al chat personal, luego por mensajería de telefonía móvil y así
sucesivamente hasta invadir todo medio o canal de acceso de comunicación
personal. Ante el panorama y haciendo uso de mi sentido común comencé por
alejarle de mi con estrategias básicas de comunicación asertiva para Dummies.
Primero
le pregunté cuando tenía tiempo para salir a tomarnos un café, por la calidad
del proyecto me aceptó la invitación casi que al nivel de decirme que si era el
caso, ella misma preparaba el café. Salimos a un establecimiento local (la
cafetería) y conversamos, me pidió el primer favor que ya sabía que iba a
pedirme, con excusas y buenas evasivas superé tal presión, pero quedaba la
estela de una nueva petición.
A
la jornada siguiente me pidió otro favor, menos pretencioso que el anterior,
pero favor es favor. Con disgusto pero siempre sonriente, le hice el favor,
pero no le quedé debiendo el favor. Por mensaje interno le dije que la amaba,
ella, un poco sorprendida me respondió que me quería mucho, que yo era un
lindo. Las cosas estaban funcionando como yo lo necesitaba. A la siguiente semana, le reiteré que la
amaba, ella, con su sonrisa enmarcada con acento paisa me respondía nuevamente
que yo era un lindo. Seguimos esa rutina un par de días más con la
perseverancia e intensidad que solo mis amigos me conocen, y claro, las cosas
se estaban dando como yo lo deseaba, ya la señorita no me buscaba, no me pedía
favores, no me escribía pero seguía sonriente en su puesto de trabajo.
Se
había conseguido otro labrador que le hiciera los dichosos favores y yo, bueno,
yo seguí trabajando tranquilo sin tener a una bella compañera de trabajo con
acento paisa (del Quindío) buscándome para que hiciera lo que según el manual
de funciones, era su trabajo.
Una
vez más, el amor había triunfado y consigo, las intenciones de quienes lo
buscan o lo refunden. Es que es de este modo que siempre creemos que amar o ser
amados es un acto de protección, de necesidades básicas y no, se debe de
entender también que el amor o mejor, las luchas en nombre del amor (así como
la guerra en nombre de la paz) son necesarias para conseguir resultados
diferentes, para hacernos abrir los ojos ante sucesos de nuestra vida, ante
problemas que se pueden prevenir, o simplemente ante el bonito ejercicio de
complicarle un rato la vida a los aburridos que no entienden que reír es un
ejercicio necesario.
Punto
para el amor.
AV
2 comentarios:
¿El respeto que uno se merece? me encanta como sutilmente se disfraza una necesidad emotiva en una formalidad derivada de la comunicación y atinente a un valor social.
¿Qué determina ese punto en que se ama al alguien? porque yo he sentido muchas veces que cuando lo he dicho ha sido mentira, y sin embargo encuentro que el verbo es usado con ligereza, porque se aman las fotos de alguien, se ama la comida que se ingiere, se ama realizar ciertas actividades, y por tanto el amor tiene tantos grados y variaciones, que no parece serio nunca cuando se dice, salvo que esté acompañado de toda una gama de gestos, símbolos y circunstancias que hagan esa comunicación real, vívida.
Sobre su amor de 140 caracteres, ya escribiré algo como el amor en los tiempos del Twitter...
Ya acabando de leer, si claro, el amor se anota muchos puntos, por repetición, por acción y por omisión; pero creo que antes que por amor, el mundo se mueve por la lujuria, por la pasión y por el odio...
PUNTO PARA EL AMOR.
Es bonito aprender algo cada día. Hoy, por ejemplo, aprendí cómo no permitir que una mujer pretenda marranearme así, tan de seguido, tan olimpicamente.
(Refresca saber que has retomado el blog. Es grato leerte, siempre)
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