15 de octubre de 2025

El Heredero. (El Deseo)


III.

Harry Manuel retomó el contacto con la desconocida alemana, una mujer joven que por su foto de perfil daba la impresión de ser confiable, se saludaron en el chat y conversaron desde asuntos superfluos hasta grandes relatos de la privacidad y los anhelos de la edad.

Como muestra de buena fe la dama brindó un deseo de cortesía, insistió en que podía hacer magia y darle a Harry Manuel aquello que siempre ha querido ser o tener.

Con algo de desdén pensó un rato en la oferta, aquella muestra gratis a la que respondió con un tono retador, pidiendo como deseo ser poliglota. Ella, con el carisma de un carnicero, preguntó exactamente en cuáles idiomas estaba interesado.

“CINCO” escribió en letra mayúscula junto a un emoticón de un diablo travieso, en un chat lleno de stickers e insinuaciones.

Cinco fueron los idiomas entregados: Francés, Alemán, Portugués, Ruso y Japonés. Harry Manuel sintió un ligero dolor de cabeza y acto seguido, un malestar de garganta que le obligó a declarase en incapacidad.

Marcela, la madre, cuidó durante dos días, con algo de sopa caliente, jugo de naranja con jengibre, todo en aras de que su hijo, el eterno niño estuviese libre de todo mal.

Después de dos días de fiebre, Harry intentó leer algunos textos en inglés para corroborar si el deseo había sido cumplido. Al ver que no dominaba el idioma, se sintió estafado, a la final sabía que era una broma y no podía acusar a la dama de abusar de su confianza, pues en realidad no existía ninguna transacción vigente.

Cecania retomó el contacto en el chat, así que comenzó a escribirle a Harry en alemán, él sin notarlo, respondió el saludo con excelente gramática y fluidez, durante un tiempo conversaron por escrito, hasta que a través de un mensaje de audio (en ruso) dejaron de lado las letras para pasar a las expresiones fonéticas. Así sucesivamente avanzó la comunicación, fue allí cuando cayó en la cuenta que estaba dominando otros idiomas distintos a su natal español, la sorpresa era además que jamás estuvo el idioma inglés en el listado de opciones.

Se sintió complacido, con el ánimo alto como nunca en su vida había despertado, el deseo de prueba había sido cumplido sin falta alguna.

Esa misma semana terminó la propuesta final para el cliente de Portugal, entregó el material pendiente al otro cliente, al de Italia y en su cuenta bancaria vio reflejada la transferencia de Euros deseada, se sentía perfectamente vivo.

Estaba triunfando sin salir de casa.

Semanas después, retomó el contacto con la misteriosa mujer alemana, ya por los primeros días de diciembre. Siempre amable y atenta le respondía a las dudas en alemán, en ocasiones en español, todo en aras de facilitar las emociones del ahora políglota Harry Manuel.

Volvieron a hablar de la propuesta principal, de aquella opción de cambiar de vidas, ante tal pretensión Harry exigió como primera condición que ella diera todos los detalles de lo que significaba ceder su vida presente.

Cecania le dio toda la información del intercambio en errante explicación. Sin tomar con seriedad la respuesta, siguió preguntando por el paso a dar, insistía en entenderlo todo a pesar de las respuestas vagas que ella le brindaba.

Después de un insistente interrogatorio, Harry Manuel logró que Cecania, en un excelente español le enviara un audio con una explicación más detallada de la transferencia prometida. Mencionó que él pasaría a llamarse Kaín, que viviría donde ella está actualmente, en una ciudad de Alemania y con los mismos lujos y pesares. Le hizo saber que del mismo modo tomaría su vida en Colombia y pasaría a llamarse Harriet, el equivalente de Harry.

El asombrado caballero sentía que podía pedir más. Su ambición le empujaba a no ser él mismo, deseaba como alguna vez lo fue su hermano, un ser socialmente bien relacionado, con prominente salario y triunfos para cada proyecto laboral.

Cecania con su imparcial sonrisa observó la pantalla del teléfono y envió un audio ahora en un fluido Japonés, aceptando las condiciones insinuadas, solo faltaba como si se tratase de un contrato, confirmar el deseo a modo de formalidad.

Harry aceptó por supuesto, porque eso hacen los desesperados. Mientras terminaba de escribir en el chat su aprobación del trato, pensaba por momentos en el plan que diseñaba para otra empresa de Italia, que el señor Ferro le había recomendado precisamente.

Cecania desapareció como si nunca hubiesen sido amigos, quedando el chat en un mensaje final: Ok.


AV.

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