21 de octubre de 2025

El Regalo (Puertas y Ventanas).

 


Imagen tomada de: https://www.saatchiart.com/en-co/rimmamantika

Women, Black Cat and Flowers Painting By: Rimma Mantika (Indonesia).


II. 

Cerró la puerta del balcón y junto a su perro de apoyo emocional se quedó esperando alguna represalia de parte del panal caído. Se miraron a los ojos mutuamente, Charly, el canino, jadeaba con la lengua afuera en señal de que estaba tenso el ambiente, pero libre de todo riesgo. Renata con sus ojos cafés, abría su mirada queriendo encontrar todo lo que se moviera en el recinto. Salió de casa dejando la puerta del balcón cerrada para no tener encuentros peligrosos con la avispa.

Horas más tarde la madre regresó encontrando la maceta de coco colgante revuelta, sin su panal. Comenzó a dar giros entre una esquina y otra, empujaba sus alas como si se tratase de una inmensa aeronave, quería romper el cristal de la puerta del balcón. Su intenso color amarillo se convertía en oro puro, en la fuerza de la naturaleza queriendo romper el vidrio que le dividía de su agresora y su vacío existencial.

Elevó sus alas y recorrió la torre de apartamentos, dando vueltas de un lado a otro observaba las ventanas, todas cerradas, volaba buscando una entrada, se imaginaba invencible, eterna, se ardía en dolor por lo sucedido.

Volaba con furia.

Al caer la tarde Renata llegó al apartamento en compañía de Charly, el peludo amigo. Se sentó a tomar un Té de jengibre con limón y algo de miel, estiró sus desnudas piernas sobre el sofá y recostó la espalda dando la vista a la pantalla de un enorme televisor, a su lado la puerta de vidrio cerrada del balcón, una ligera grieta se notaba.

Se tomó el Té con la calma necesaria y revisando su teléfono móvil organizaba algunas tareas del día siguiente, leía correos de asuntos personales y navegaba de vez en vez en sus redes sociales, resaltando su belleza en fotografía publicadas a disposición de sus amigos y fanáticos.

Charly se levantó del suelo y ladró en dirección al balcón, Renata recordó en ese instante lo ocurrido con el panal de avispas en horas de la mañana, así que asomó la cabeza buscando alguna novedad afuera, no había nada, solo las luces de la noche que danzaba como cocuyos esperando el final.

Terminó su bebida y se fue a dar una ducha, estaba cansada de la jornada, su mascota le acompañaba acostada por fuera del baño y en el balcón la avispa regresaba inspeccionando el apartamento, insistía en encontrar alguna ventana por dónde entrar.

Comenzó a volar nuevamente con fuerza intentando romper el vidrio, un muro implacable para un ser tan diminuto. Rendida de tanto esfuerzo tomó vuelo en búsqueda de ayuda.

Renata después de una larga ducha se acomodó su ropa de dormir y encendiendo la televisión en frente de su cama se acostó a dejar que el arrullo de una serie coreana le diera el sueño preciso para iniciar un nuevo día. Charly se subió a la cama a dormir a su lado.

Un zumbido les rodeaba, tocaba con ligereza la puerta de vidrio del balcón de la habitación queriendo encontrar un punto de entrada, eran dos avispas, luego fueron tres avispas, juntas golpeaban buscando un acceso a la venganza.

A la mañana siguiente Renata despertó y retomó su rutina de sana alimentación: una fruta, una granola, algo de yogur griego y claramente un café especial.

Al terminar su desayuno se vistió con ropa deportiva y tomó a Charly para iniciar la caminata matutina, aprovechando que aún el sol está amigable con la piel, notó de reojo una ligera grieta en el vidrio de la puerta del balcón, ligera por supuesto, esquiva para la vista humana.

Al salir prefirió bajar por las escaleras junto al perro y un termo de agua mineral.

Afuera en el balcón la avispa de amarillo y negro construía nuevamente un panal, ahora en compañía de algunas colegas, quizás como acto de solidaridad.

Cerca de las ocho con cuarenta minutos Renata regresó a casa, entró directo al baño con el afán de querer orinar el litro de agua que había consumido en la caminata, Charly hizo lo propio y corriendo fue a tomar agua de su envase personal, mientras bebía levantó las orejas y giró su mirada al balcón.

Comenzó a ladrar en señal de alerta, como un grito desesperado quizás, una especie de alarma. Renata confundida, salió a la sala del apartamento queriendo saber qué ocurría con su amigo perruno, quería pedirle que se callara, pero la sorpresa fue más impactante que el ruido en sí del pequeño Charly.

En el vidrio del balcón de su apartamento, un conjunto de pequeños panales de avispas se había fijado como si se tratase de una pared o una cortina, varias avispas volaban rodeando el espacio al mejor estilo de una marcha militar.

Allí, en la baranda del balcón una avispa rubia con rayas negras, estaba posada en firme postura, observando fijamente a los ojos de Renata.

Se alzó en vuelo sobre su propio eje y con fuerza se lanzó contra el vidrio nuevamente, allí, donde ya se evidenciaba una grieta.

AV.

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