7 de febrero de 2009

Suspiros en Febrero



Hay una inspiración que susurra cuando contesta el teléfono, duerme sus tiempos libres y bebe mucho café. Gusta del capuchino y de la bebida fría, habla en periódicos y recuerda datos históricos del frente nacional. Su política es el amor y no la guerra, su bandera es el olvido y su guarida son mis heridas.

Vientos detrás de las colinas, papeles sueltos en el aire demandando problemas sociales, caudales contaminados con alcohol y algodón, metas dispuestas a la corriente del aire, aves que se distinguen con ese aroma a popularidad que reina en palacios y edificaciones latinoamericanas, sueños que se mojan en la guerra.

Con el nombre en mi espalda y la voluntad amarrada a canciones argentinas, una vez por semana grito libertad en donde nadie quiere escuchar, cambio mi corazón por heridas, cambio monedas por pedazos de cielo, trato de atender ese silencio que se sacrifica en lo visual, sin inicio y sin final, sin costumbres y sin cartas marcadas. Escribo en ninguna parte, me preocupa más el arrepentimiento que la enfermedad que se acomoda en espacios vacíos, ríos que se dividen cuando uno quiere volar, o quizás, cuando uno intenta nadar.

Hay ángeles que viven lejos de nosotros, que tienen otra vida, ángeles que conviven con sus propios problemas, llevan nombre propio y recuerdos ajenos, se encargan de darnos vitalidad y orientarnos en la necesidad, sus amigos no son ángeles, son seres humanos.

Suspiro con frecuencia, cabellos rojos que caminan sin decirme su nombre, me miran y me sonríen, me dejan con ansiosa cobardía, me desnudan con el licor que llevo en palabras contadas, solo sé que el perdón es parte del consuelo, arreglar nuestras aventuras con tragedias, darnos oportunidades que no sabemos dónde dispararlas.

En altamar me excita hablar, me embriaga navegar, en tu ciudad no soy ciudadano, soy pasajero de sueños que construyes con velocidad, soy un Gato que mira en tu retrovisor, que olfatea tu mano antes de soltarnos en el trayecto.

Con el nombre en mi espalda y la voluntad amarrada recuerdo a los ángeles que tienen nombre propio, que con banderas propias definen heridas a tranzar, negociamos la luna por la ventana de los seres humanos, miradas que dan vitalidad en el trayecto, que se quedan en el desierto, que se excitan en altamar, que se consuelan con perdones.

Una vida diferente cada día, una historia diferente cada minuto, 5 minutos después de febrero son precisamente suspiros y susurros, se edifican costumbres en palacios presidenciales, banderas en ranchos populares, canciones en cocteles universitarios, puertas que se abren en vidas latinoamericanas, bajo vientos de ansiedad no habrán dudas en el pasado.

Culpable de una gran equivocación, maestro de una gran vocación, escribiendo en papeles blancos, voy a tomar la ruta del corazón, mirar en revoluciones y hablar en vacilaciones, nada que no se aleje de esta realidad, suspirando ahora es que nos quedamos en sacrificios y vicios del amor.

De vez en cuando es bueno salir a caminar solo.

AV

1 comentario:

Iván R. Sánchez dijo...

Por esa ruta caminamos todos, el sendero se marca a través de esas bocanadas de aire que llamamos suspiros, a la final no son mas que las exhalaciones directas del corazón.